Las calles de Ferrol aún muestran restos de otra era. Recuerdos de un tiempo de bonanza, empleo y felicidad a plazo fijo. La ciudad gallega, otrora punta de lanza del músculo empresarial que suponía la industria naval en España, se ha visto relegada, tras un interminable periplo atravesando crisis económicas, a un rincón olvidado del tablero político nacional.
El pasado fin de semana, un puñado de futbolistas del club de la ciudad, el sempiterno Racing de Ferrol, obraron el milagro de ascender a Segunda División, devolviendo la luz a un pueblo, el ferrolano, que quiere volver a navegar sin mirar atrás. Ha sido el fútbol, ese deporte siempre catalogado como 'la cosa más importante de las cosas menos importantes', el que ha traído la esperanza de la forma más noble que hay, sobre un terreno de juego.
Sábado 27 de mayo. Estadio Municipal A Malata. Ferrol. Galicia. Un derbi gallego en la jornada número 38 del grupo 1 de Primera Federación puede cambiar el curso de la historia para un club histórico del balompié patrio caído en desgracia. El Racing de Ferrol, tras tres lustros sin pisar la Segunda División, se juega ante el filial del Celta de Vigo el billete directo a la categoría de plata, un pasto verdoso que no pisa desde la temporada 2007/2008, cuando un empate a 50 puntos con el Córdoba supuso un descenso sin retorno a los infiernos más propio de la Eneida de Virgilio.
Racing de Ferrol, el renacer de un equipo
Basta echar la vista atrás, más allá de las últimas grandes crisis, para comprender la decadencia que arrastra Ferrol. Los últimos cuarenta años han sido muy difíciles para la ciudad gallega. La falta de trabajo, entre otras cosas, debida a la crisis naval que fulminó el poder de los astilleros, arrastró consigo a Ferrol a un pozo sin fondo. Hasta el punto de que, problemas graves de empleabilidad al margen, Cáritas tildó en 2015 a la pobreza reinante de "crónica". En 2019 llegó a tener la mayor tasa de riesgo de pobreza de las siete ciudades gallegas.
No ayudaban en exceso esas viejas reminiscencias de la dictadura que aún colean por Ferrol. Urbe de nacimiento de Francisco Franco, Ferrol está en vías de borrar la permanente huella del franquismo. Un proceso guiado por la Ley de Memoria Democrática y el PSOE, aunque las elecciones del pasado 28 de mayo otorgaron la mayoría absoluta al Partido Popular en Ferrol. Veremos qué hacen los populares con las placas y simbolismos que aún colean por la zona.
El fútbol ha sido un elemento diferenciador en el proceso de recuperación de la ciudad. Dos ascensos en cuatro años para certificar el regreso a la élite de un club rescatado en mitad de la tormenta. Fue el Grupo Élite, cuyo máximo accionista es Ignacio Rivera, máximo ejecutivo de Estrella Galicia, el que entró en el accionariado del club a finales de 2017, poseyendo ahora el 75% de las acciones del Racing de Ferrol.
Los inicios no fueron fáciles, ya que, pese a la inyección de capital y los fichajes, el club acabó bajando a Tercera División al final de la temporada 2017/2018. Un curso más tarde, el Racing vencía en el playoff de ascenso a la ya desaparecida Segunda B ante el Jaén.
La estructura del club cambió por completo, ya que Rivera fue haciéndose con más participación en el equipo, absorbiendo a la histórica familia Silveira, querida y maldita saga ferrolana que perdió por cáncer a dos ilustres miembros en los últimos años, como eran Isidro Silveira, presidente del club desde 1994, y su hijo Isidro Silveira Jr. Una apuesta económica avalada por un proyecto deportivo de paciencia y calado.
Una maldición que rompió de algún modo el Grupo Élite con esta idea de llevar a lo más alto al Racing de Ferrol. La 2022/2023 se recordará como una maravillosa campaña futbolística llena de altibajos. Tras un gran inicio y posterior bajón, la segunda vuelta ha sido un escándalo finde tras finde, culminado con el histórico doblete de Jardi ante el Celta el pasado 27 de mayo.
Un equipo compensado en todas sus líneas, un equilibrio clave en una categoría tan dura como la Primera RFEF. El MVP ha sido el extremo derecho Carlos Vicente, cuya temporada ha sido de sobresaliente. El club le ha subido la cláusula de rescisión a un millón de euros para evitar cantos de sirena de otros equipos. Un núcleo de veteranos y noveles con sello gallego, siendo ocho de ellos son de la comarca. Una bisagra de unión con la afición, devolviendo la identidad a una ciudad perdida. La obra maestra de un Cristóbal Parrado tocado por la varita desde el banquillo.
Un ascenso que culmina la vuelta de la ilusión a una ciudad, Ferrol, que poco a poco empieza a ver la luz en materia de empleo, crecimiento y futuro. Una vez más, el deporte vuelve a ser el hilo conductor para reconectar a la gente.
PijoListo
Buen artículo, la verdad, aunque un poco escorado. Ferrol siempre fue una ciudad de vida ciudadana. Era departamental y militar y, por tanto de derechas acoesas de lisSusosde la vida y lasYolandas de ocasión. No es malo ser de izquierdas o derechas, es malo no conseguir nada y las izquierdas en Ferrol solo han hecho que hundirla. Es una ciudad vieja, antigua, edificios que se caen y calles intransitables pero es que sería para Tirarla toda abajo y construirla de nuevo. No se qué puede hacer el PP pero es muy complicado. La construcción naval muerta o casi porque Corea del Sur está que se sale. Quizá los Rivera pongan una fábrica de cervezas y Amancio una de tejidos o una distribuidora tipo Amazon para ventas online quizá de productos existenciales aunque tampoco los alrededores tienen huerta. Lo dicho, mucha ilusión pero mucha inversión que nunca llega. Cuidado con las manadas o se controlan o se extirpan. Las jóvenes en Ferrol tienen miedo y no les falta razón