Se adivina una obsesión casi enfermiza en el periodismo, y también en la calle, por asignar al Atlético un lugar futuro de la clasificación, un objetivo de final de temporada. Y en esa búsqueda, tratan los redactores de arrancar un pronóstico de los jugadores, una frase del entrenador, que permita imaginar hacia dónde se dirige el equipo, cuál es la meta a la quiere llegar o para la que está capacitado. Pero no hay manera. El Atlético no se mueve de su salmo responsorial. Da igual la pregunta, la respuesta es siempre la misma: partido a partido.
Y a medida que el Atlético crece, en victorias y en sensaciones, la ansiedad a su alrededor se multiplica. Ocurrió tras el derbi del sábado, que gobernaron y controlaron los rojiblancos del minuto uno al noventa, que noquearon al Real Madrid con mucha más contundencia de la que indicó el resultado. El interrogatorio posterior adquirió múltiples formas, pero con un fondo reiterativo y común: ¿Es el Atlético candidato al título? Partido a partido, partido a partido, partido a partido.
Pero la antífona que repiten todos los rojiblancos no es una frase hecha y vacía. Es una manera de ser, una convicción, un plan, una decisión. El Atlético sólo se declara candidato a ganar el próximo partido. Y lo dice porque de verdad lo siente así. No levanta la vista, no percibe más futuro que el encuentro siguiente. Es la única competición que procesa su cabeza.
Quizás persuadido por la máxima más o menos aceptada de que el Atlético le puede ganar al Madrid o al Barça a un partido, pero no a 38, Simeone tuvo la gran virtud de reducir el universo de su equipo precisamente a un solo partido. El siguiente, el contexto en el que poder con cualquiera. Y será la suma de cada partido siguiente competido como si fuera el último, al máximo, la que indique en junio el balance final. Hay periodistas que ante un libro de 300 páginas a entregar en un año se agobian, pero que rinden al máximo teniendo que escribir un artículo diario. Columna a columna cumplen mejor, producen más.
El Atlético se acaba de quitar de encima al Madrid, 14 años de complejos y fragilidades emocionales. Pero pese a la tentación y las ofertas sigue sin despegar la vista del suelo. Desde el domingo por la mañana sólo procesa Oporto. A partir del martes ya se ocupará del Celta. Y así hasta final de curso. No es cosa de venderse aspirante ni tampoco de descartarse de antemano. Se trata simplemente de jugar día a día y a por todas. El Atlético, en suma, se organiza al contrario que su vecino. El Madrid vende desde hace años la décima sin acordarse de que antes tiene que jugar los partidos.