Es muy difícil dar con la tecla durante tanto tiempo. Por ejemplo, los directores de una orquesta suelen cambiar frecuentemente y dejar su sitio a otros candidatos para así renovar la tónica y las partituras de los músicos. Lo mismo ocurre en el deporte, aunque aquí suelen darse más excepciones. Lo que funciona no se suele tocar, aseguran muchos. Esta fórmula también la comparte la selección masculina de balonmano desde 2016, cosechando un sinfín de éxitos durante estos años bajo las órdenes de Jordi Ribera, un estratega moderno.
Ribera, nacido el 3 de mayo de 1963 en Sarrià de Ter, Girona, ha sido el técnico del equipo masculino de balonmano de España desde entonces. Su enfoque meticuloso y su habilidad para revitalizar ideas han hecho de él una figura destacada en el mundo del deporte. Sin embargo, en contraste con muchos otros de los líderes que ocupan su mismo oficio, su simbiosis con el balonmano no llega de la mano de su práctica, sino de un interés posterior por querer aprender más y formarse en esta modalidad. Así la curiosidad mató al gato, dicen.
Sus raíces en la Educación Física escolar
Ribera comenzó su periplo con el balonmano en la dirección técnica. Formado en Educación Física y con una dedicación inquebrantable al deporte, Ribera desarrolló una comprensión profunda del juego a sus 26 años que, combinada con su habilidad para el liderazgo, lo sentaron en los banquillos de varios clubes nacionales de menor calado. Después fue cursando diversos programas de formación y participando en múltiples congresos y seminarios sobre balonmano, permitiéndole estar siempre a la vanguardia de las estrategias y tácticas innovadoras y afincando su libreta en el espectro nacional.
Sin embargo, todo ese trabajo de base podría ser hoy simple humo inexistente si hace 20 años Jordi Ribera hubiese arrojado la toalla. Es un episodio poco conocido en su biografía, pero el técnico catalán pensó seriamente en dejar el balonmano en 2004. Estaba harto de su situación, entrenando al Gáldar y siendo fichado algo después por el Bidasoa Irún, donde decidieron prescindir de su contrato antes de terminar el primer año. Pero América acudió al rescate por fortuna.
Primero estuvo entrenando en Argentina, siendo el seleccionador de un conjunto masculino que consiguió imponerse en el Campeonato Panamericano de 2004, celebrado en Chile. No tuvo rival alguno: 5/5 victorias, ganándole además en la final a Brasil; 'derbi' sudamericano.
Caprichosamente, este sería el siguiente reto de Jordi Ribera; uno de los episodios más significativos en su trayectoria en los banquillos.
Un año después de esa hazaña, en 2005, el gerundense asumió el desafío de dirigir la selección brasileña de balonmano, un equipo con mucho potencial pero que carecía de la estructura y disciplina para competir al más alto nivel, eclipsado además por la 'gran' Argentina.
Bajo su dirección, a largo plazo, Brasil no solo mejoró su rendimiento en torneos regionales, sino que también se clasificó para los Juegos Olímpicos de Londres 2012, un logro sin precedentes para el país sudamericano. La metodología de Ribera, basada en la disciplina, el análisis detallado de los oponentes y el desarrollo de los jóvenes talentos, sentó las bases para el crecimiento continuo del deporte en Brasil, manteniéndose entre la élite internacional hasta esta fecha.
El éxito de Ribera en Brasil llamó la atención de la Real Federación Española de Balonmano, que en 2016 lo nombró seleccionador del equipo nacional masculino. España, a pesar de tener un historial de éxitos, estaba en un periodo de transición y necesitaba un líder que pudiera guiar al equipo de vuelta a la cima del balonmano mundial.
Su primera gran competición fue el Campeonato del Mundo de 2017, donde España alcanzó las semifinales, mostrando un juego cohesivo y efectivo, propio de las pinceladas que ya había inculcado el técnico catalán. No obstante, el verdadero impacto de Ribera se vio reflejado en los Campeonatos de Europa de 2018 y 2020. En 2018, España conquistó su primer título continental, una hazaña repetida en 2020.
Uno de los momentos más emblemáticos y recordados del conjunto de Ribera fue la final del mismo Europeo de 2018 contra Suecia. En un partido lleno de tensión, España se impuso con un marcador de 29-23. La victoria no solo marcó un hito en la historia del balonmano español; también consolidó al gerundense como uno de los mejores.
Así pues, desde su llegada, Jordi Ribera ha sido instrumental en la promoción y desarrollo del balonmano en España. Su trabajo ha influido en todos los niveles del deporte, desde categorías inferiores hasta equipos profesionales. La renovación de su contrato hasta 2028 refleja la confianza de la Federación en su fuerte liderazgo.
Ribera y la obligación de ser elitista
A pesar de sus éxitos, la presión de mantener a España en la cima del balonmano mundial y la necesidad de renovarse continuamente para mantenerse competitivo, han obligado a Ribera y su cuerpo técnico a buscar hasta de aquellos rincones donde no parecía haber nada, dándole oportunidad a jugadores de la talla de Dani Dujsebaev (2017) o recientemente al jovencísimo talento nacional Petar Cikusa.
Ahora, tras el bronce conseguido en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, España buscará en París 2024 superar ese mantra de las semifinales por primera vez en su historia. Cinco medallas olímpicas ha ganado el balonmano nacional y todas ellas han sido de bronce. Solo Ribera tiene la clave para superar esa barrera y el rival a batir, Alemania (viernes 9; 16:30h), venderá muy caro ese nuevo capítulo.
EDDDO
español hoy, mañana puede ser seleccionador de la selección oficial catalana de balón y mano. Escribirás esto si ocurre