Rafael Nadal, a sus casi 36 años, ha conquistado este domingo su segundo Open de Australia y su 21º 'Grand Slam', convirtiéndose en el tenista con más 'grandes' de la historia del deporte tras remontar un partido en el que llegó a ir perdiendo por dos sets. Un épico partido que se decidió en el quinto set (2-6, 6-7, 6-4, 6-4, 7-5).
Primer set, una tortura para Nadal
Llegaba Nadal con la moral alta. El 'semi-milagro', como bautizó Nadal a su triunfo de 'semis', no solo le transportó a su 28 final de Gran Slam, sino también le sirvió de chute moral para enfrentarse a Medvedev y tener posibilidades de ser el jugador con más 'grandes' de la historia del tenis.
Pues bien, Nadal comenzó sacando la final y ganando su primer servicio con buenos saques, siguiendo esa errática tendencia que ya vimos en el partido frente a Berretini. Su rival, lejos de amilanarse, comenzó a lanzar sus saques a modo de torpedos rusos para mostrarle a Rafa que no tenía miedo y que estaba dispuesto a robarle el que sería el segundo Open de Australia del manacorí. Una muralla rusa a imagen y semejanza de la que protege el Kremlin de Moscú.
La igualdad sería la que campase a sus anchas durante los cuatro primeros juegos del partido. Ambos tenistas mantuvieron su servicio hasta el quinto juego cuando el ruso consiguió el primer break para desequilibrar la balanza a su favor y endosarle un parcial de 5-0 a Nadal. Medvedev se llevaría la primera manga por un sólido 6-2. Daba la sensación de que el español tenía que obrar un milagro para ganar algún punto al ruso, mientras que Medvedev ganaba con solidez y facilidad. El número dos del mundo ni se inmutaba, especialmente cuando le tocaba jugar desde el fondo de pista. Estaba muy cómodo.
El segundo set fue otra película
Tras un aplastante primer set para Medvedev, Rafa Nadal se plantaba en la segunda manga tratando de encontrar alguna grieta por la que perpetrar en la muralla del tenista ruso. Sin titubeos, el manacorí siguió confiando en su estrategia, sabedor de que tarde o temprano recogería frutos.
No obstante, el segundo set comenzaría de la misma manera que el primero. Nadal y Medvedev se mostrarían solidos, ganando los juegos en los que sacaban. Aunque, todo sea dicho, el tenista ruso seguía mostrando una superioridad aplastante sobre el español, con más 'aces' y obligando a que Nadal restase desde muy atrás en la pista. La altura de Medvedev y su verticalidad sacando le daban una dominancia difícil de contrarrestar.
A pesar de la tónica del partido, Rafa Nadal mostró quién es: el rey de reyes, hasta que Djokovic o Federer digan lo contrario. En el cuarto juego del segundo set, consiguió romper el servicio de Medvedev para mostrar que todavía tenía que decir mucho en este partido. El problema fue que el número dos del mundo siguió mostrándose fuerte y a la siguiente oportunidad le hizo un 'contrabreak' al manacorí.
Sin embargo, la cosa ya era diferente, pues Nadal ya estaba mucho más a gusto, se mostraba mucho más inteligente con los cambios de ritmo de pelota, la bola le corría más y por ello, le volvió a romper el saque a Medvedev para ponerse a servir para tratar de cerrar el set. Pero ese logro de poco le sirvió al español ya que volvieron a romper el servicio. El partido se alocó a partir de este instante.
Como nota llamativa de esta manga, un espontáneo saltó a la pista en la zona donde se encontraba el tenista ruso. No obstante, la sangre no llegó al río y todo se quedó en una fea y breve anécdota. Este segundo set se decidiría en el 'tiebreak' a favor del tenista ruso. Nadal jugó una gran segunda manga pero no fue suficiente para doblegar al ruso. Las cosas se ponían feas para el español. Tocaba recurrir a la épica.
Rafa tiene más vidas que un gato
El tercer set sería un reflejo de lo que ha sido esta final. Nadal, lejos de ser su mejor partido, siguió luchando todas y cada una de las bolas de este partido para demostrar que todavía le quedaban vidas que gastar en esta final.
Y es que, cuando todo parecía perdido, cuando Nadal parecía que ya había vendido toda la tela, llega y nos sorprende una vez más rompiendo saques rusos y forzando una cuarta manga que iba a ser épica. 6-4 se llevaría el español el tercer set.
Medvedev ya empezó en esta fase del partido su 'show',enfrentándose contra la grada, que como era de esperar, apoyaba en su gran mayoría al tenista español. También tuvo un par de discusiones acaloradas con el juez de silla.
Rafa Nadal ya había teñido de tintes épicos su paso por el Open de Australia 2022 en anteriores rondas pero lo que estaba mostrando en esta final se llevaba la palma. Con más de tres horas y media de partido, donde hasta a los espectadores sufrían calambres, llegaba Rafa y seguía peleando cada bola como si fuera el principio del partido.
El cuarto set, además de ser una batalla troyana, se caracterizó por las roturas de breaks. Hasta tres veces seguidas Nadal ganó el saque de su rival, todo apuntaba a que viviríamos un quinto y decisivo set. Medvedev estaba desesperado con el público, que descaradamente apoyaba únicamente al tenista balear y celebraba como un acierto cada error del moscovita.
Los presagios se convirtieron en realidad. A Rafa Nadal le corría la bola como nunca, seguía rompiendo los servicios del ruso y definitivamente forzó el quinto set (6-4). Quién nos iba a decir que, con 36 años y tras un período apartado de las pistas por lesión, el manacorí iba a estar más fresco que un jugador diez años más joven, sin su historial de lesiones ey con muchas más posibilidades de llevarse el trofeo.
Épica batalla física
El último set se convertiría en una batalla física. El jugador que tuviera más baterías en las pilas se acabaría llevando el gato al agua y levantaría el tan ansiado trofeo. El aspirante a pasar a la historia contra el heredero del 'big three'. Nadal aparentemente estaba con muchas más fuerzas que su rival. En cambio, Medvedev estaba más centrado en su partido con el público que en lo que de verdad le acometía.
En esta última y decisiva manga ambos jugadores trataron hacer puntos rápidos y directos con sus servicios para poder coger aire. Se les notaba muy tensos pues sabían que si cometían un error les condenaría para el resto de la final.
La igualdad se rompería en el quinto juego del quinto set, cuando Nadal, que nunca puedes darle por muerto, le ganase el saque al tenista moscovita poniéndose por delante y metiendo presión sobre el juego de su rival. Que gran final se estaba viviendo. Después de ese momento el manacorí jugó su partido, se mantuvo firme manteniendo su ventaja y consiguió, tras una bola de Medvedev fuera de 'su parcela', convertirse en el tenista más grande de todos los tiempos... salvo que Djokovic tenga algo que decir en los próximos meses. Aunque para eso, tendrá que vacunarse.