Uini Atonio es la última sensación del rugby. Un gigante de 1,97 metros de altura y 155 kilogramos de peso que destroza cualquier defensa que encuentra a su paso de elefante. Nacido en la localidad neozelandesa de Timaru hace 24 años, es el último producto del Wesley College, un prolífico vivero de rugby del que han salido algunos de los All Blacks más reconocidos en los últimos años como Jonah Lomu, Sitiveni Sivivatu o Casey Laulala.
Atonio es el pilier derecho más descomunal que se haya pisado jamás en campo de rugby. Pero lejos de su apariencia paquidérmica, a Uini le gusta recibir la bola y cargar a la mano con ella. De hecho, recuerda perfectamente un ensayo que anotó después de correr 50 metros ante Te Aute College en Hawkes Bay: "Recibí el balón en el lado ciego y me encontré a su 8, al que saqué del campo de un empujón. Eché a correr y ya sólo tuvo que apartar a un lado a un ala. El zaguero creo que ni se planteó tratar de pararme visto mi peso y la velocidad que llevaba".
Este gigante de ascendencia samoana se ha estrenado como internacional con Francia el pasado fin de semana. La razón es que lleva más de tres años residiendo en el país galo, adonde llegó en 2011 para enrolarse en las filas de La Rochelle en Pro 2. Jugador criado en el mítico equipo kiwi de los Counties Manukau, Uini se ha ganado el respeto de sus rivales y el cariño de los aficionados por su carácter afable.
Amante del teatro, planea estudiar escénicas y ya se ha subido a las tablas para escenificar "algunas obras de Shakespeare. He sido el duque de Otelo y he participado en El sueño de una noche de verano". Pero su sueño es es aparecer en la serie neozelandesa Shortland Street interpretando a su héroe, Vinnie Kruse. Mientras eso ocurre, Atonio es la nueva estrella del rugby francés, como antes fue el jugador más celebrado en el Mundial Sub-20 disputado en 2009 en Japón. Comienzan a lloverles contratos publicitarios y muchos le ven como el sucesor de Sebastian Chabal.
