Bogotá ofrece numerosos motivos para hacer un viaje transoceánico: desde su Cerro de Monserrate, desde el que se puede ver la inmensa ciudad, hasta su Museo del Oro, en el que se guardan piezas convertidas en auténticos tesoros estatales, pasando por La Candelaria, en el centro histórico, o la Catedral de la Sal, a las afueras de la ciudad.
Qué ver en Bogotá
Estos son solo algunos de los numerosos puntos indispensables a visitar si se viaja a la capital de Colombia.
Cerro de Monserrate
En lo alto de la ciudad, con unas vistas magníficas, se encuentra el Cerro de Monserrate, un lugar de culto donde se encuentra la Basílica Santuario del Señor Caído de Monserrate, meritorio de una visita especialmente por la perspectiva desde lo alto. Llegar hasta allí es posible andando, aunque el camino no es nada sencillo ni corto -es por eso por lo que los creyentes realizan acto de peregrinación hasta lo alto-, por lo que lo más cómodo es coger el teleférico. Desde allí es posible vislumbrar toda la ciudad y hacerse una idea de la magnificencia de su extensión. Además, en lo alto existen cafeterías y restaurantes donde probar algunas de las especialidades del país.
Museo del Oro
Si hubiera que quedarse con una única visita a un museo en Bogotá, la elección sería el Museo del Oro del Banco de la República, un museo que tiene como misión preservar, investigar, catalogar y dar a conocer sus colecciones arqueológicas de orfebrería y alfarería de culturas indígenas precolombinas como las antiguas civilizaciones de los muiscas o los calimas. Además, a lo largo de sus salas, podrás comprender un poco más sobre la historia y la cultura de este país, sobre cómo era la sociedad y la vida antes de la llegada de los colonos.
Una de las piezas indispensables que hay que visitar en el museo es la Balsa Muisca, en la que se representa el ritual en el que los caciques saltaban al agua con atuendo de oro para pedir a los dioses una buena cosecha, además del Poporo Quimbaya, un recipiente indígena que era utilizado para almacenar la cal que se usaba al masticar las hojas de coca.
La Candelaria
La Candelaria es el barrio más bonito de Bogotá y también su centro histórico. El recorrido por esta zona debería comentar en el Chorro de Quevedo, una plazoleta localizada en el casco antiguo donde en 1538 tuvo lugar la fundación de la capital de Colombia. La plaza de Bolívar es otro de esos puntos esenciales donde se encuentra la catedral Primada de Colombia, el Capitolio Nacional -la sede del Congreso de la República Colombiana- y el Palacio de Liévano, la sede de la alcaldía.
En sus alrededores también se localiza el Palacio de Nariño, la sede de la Presidencia de la República, y el museo dedicado al escultor Fernando Botero.
Museo Botero
Parada obligatoria en Bogotá es también el museo de este escultor reconocido en todo el mundo: Fernando Botero. Situado en una bonita casa colonial del casco histórico, en su interior se encuentran más de 100 piezas donadas por parte del artista. A lo largo del recorrido, el visitante podrá ver piezas reconocidas en todo el mundo por el juego de sus volúmenes, tanto en pintura como en escultura. Además, el museo cuenta con obras de otros grandes artistas como Picasso, Dalí, Miró, Klimt o Monet.
Zona G
La llamada Zona G, de gastronomía, o también barrio de Chapinero es el lugar en el que se congregan los grandes restaurantes de la capital bogotana. Leo, de la cocinera Leonor Espinosa; La Sala de Laura, de Laura Hernández o El Chato, de Álvaro Clavijo, son solo algunos de ese listado, además de Mesa Franca, Salvo Patria, Afluente, Malva, Criterión o Humo Negro, restaurantes que sin duda alguna vale la pena probar en un viaje a Bogotá.
Zona T
Dejando a un lago la parte más gastronómica y centrándonos en la fiesta y la marcha, la Zona T es el lugar idóneo para ello. Allí se congregan bares, restaurantes, cafeterías, locales de copas y discotecas convirtiendo esta área en una de las mejores para disfrutar del ambiente nocturno en Bogotá.
Recorrer los alrededores
A pocas horas de Bogotá existen numerosos lugares que ir a visitar, uno de ellos es la Catedral de la Sal, una catedral construida en una antigua mina de sal ubicada en Zipaquirá, a dos horas de la capital. El pueblo colonial de Villa de Leyva es también otra de las alternativas. Allí el viajero podrá viajar en el tiempo hasta la época colonial y hacerse una idea de como era esta zona con la llegada de los españoles.
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