El cierre de 17.000 oficinas bancarias y el despido o prejubilación de 84.000 empleados no son suficientes para el Fondo Monetario Internacional (FMI). El organismo internacional dirigido por Christine Lagarde recomienda a la banca española que busque "nuevas mejoras de eficiencia (posiblemente a través de fusiones)".
Lo hace en su último Informe de Estabilidad Financiera Internacional, en el que va más allá de estas afirmaciones y sitúa a España como el segundo país europeo con las oficinas bancarias menos productivas, sólo por detrás de Portugal.
Así, una sucursal española gestiona de media activos por valor de 91 millones de euros y los activos por empleado ascienden a 14 millones de euros. En el caso de los activos/oficina, Holanda, por ejemplo, tiene 1.419 millones, 16 veces más que en España. En la comparativa por empleados España no está tan mal, reduciendo la diferencia con Holanda y consiguiendo ratios mejores que las de Austria, Alemania, Portugal e Italia.
El FMI habla de "sobrebancarización" en Europa y lo expone como uno de los mayores riesgos para el sector, ya que impide corregir la floja rentabilidad de los últimos años. "La sobrebancarización puede afectar a los ingresos –posiblemente haciendo que muchos bancos persigan unas pocas y poco rentables oportunidades crediticias- y pueden afectar a los costes y a la eficiencia operativa, por un número elevado de oficinas y plantilla", exponen los expertos del organismos, que el mes pasado visitaron España.
Ante esta situación, el FMI dan un consejo para toda la banca europea: lo ideal sería "racionalizar las oficinas, para que la ratio de depósitos por sucursal alcance la media europea, lo que podría reducir los costes operativos en 23.000 millones de forma global, el 23% del beneficio neto del sector". La media europea está en 500 millones de activos por oficinas, una tasa para la que España tendría que quedarse en una quinta parte de las oficinas actuales, en casi 6.000 frente a las 29.000 actuales (mezclando datos de activos con depósitos). A pesar de ello, el FMI reconoce los esfuerzos ya hechos: "Algunos sistemas bancarios han estado ya reduciendo costes de exceso de capacidad, como Dinamarca, Holanda y España".
El problema de los más mayores
Sin embargo, este ajuste pendiente no es fácil ni cómodo, como asume el Fondo: "Para muchos bancos, los altos costes de reestructuración lastran sus beneficios, impidiéndoles hacer los recortes que necesitan para ser más eficientes. Asimismo, muchas oficinas tienen contratos de alquiler de muchos años [sale & lease back], lo que impide que se produzcan ahorros con el cierre. Y los factores demográficos pueden también afectar una decisión de mantener oficinas porque la población más mayor tiende a preferir la banca en persona, antes que a través de internet”.
Con dificultades o sin ellas, el FMI no es el único organismo que lleva tiempo pidiendo a las entidades recortes de costes. También lo hace el Banco de España, como subrayó su subgobernador, Javier Alonso, este jueves: "Las entidades ya han realizado un notable esfuerzo de reducción de los costes operativos, mediante el ajuste de su capacidad productiva [...]. La corrección ordenada del exceso de capacidad del sector bancario español ha situado su nivel de eficiencia en una mejor posición relativa que la de los sistemas bancarios de países de nuestro entorno. Pero aún existe margen de mejora adicional".
Frenan la reducción de costes la costosa factura de cerrar oficinas y despedir; los contratos a largo plazo de 'sale and lease back'; y la necesidad de las personas mayores de seguir acudiendo a las oficinas
Otro de los recados del FMI a España es por el elevado peso de las cajas, cooperativas de crédito y entidades públicas, lo que ve un factor de riesgo. España es el cuarto país en este ránking, con un 43% de cuota de mercado de este tipo de grupos, por detrás de Alemania (53%), Austria (55%) y Francia (60%). Para el fondo internacional, este tipo de entidades persiguen una menor rentabilidad y pueden afectar a los ingresos de todo el sector.
El informe del FMI también subraya otros riesgos para la banca europea a corto plazo, como el Brexit, la inversión en deuda soberana y la revisión de los modelos de negocio: “Si algún banco está reaccionando a los desafíos de rentabilidad creando mayores riesgos, las autoridades deberían considerar medidas regulatorias y macroprudenciales para reducir la probabilidad de problemas futuros”.