Economía

El Gobierno se reserva el veto a la incorporación de un nuevo país a la UE en el proyecto de reforma europeo

García-Margallo incluye en un plan elaborado con otros ministros de Exteriores de la UE que en el futuro sólo se requieran votos por unanimidad para la ampliación europea. El titular de Exteriores español pretende que la Unión Europea transmita un mensaje muy claro a Cataluña.

El Gobierno español ha querido reservarse el derecho de veto a la incorporación de un nuevo país a la Unión Europea en el proyecto de reforma política que están elaborando los ministros de Exteriores europeos.

El Club de Berlín, el grupo de titulares de Exteriores de la UE que se reúne para diseñar una reforma de las instituciones europeas, ha confeccionado una propuesta que comprende importantes modificaciones a los procedimientos de decisión. Entre ellas, recomiendan que nunca más se empleen votaciones por unanimidad para cambiar los tratados, sino que en lugar de éstas se usen las mayorías reforzadas. Sólo que los ministros han incluido una excepción debido a la insistencia expresa del Ejecutivo español: en el caso de que haya que acordar la admisión de un nuevo integrante, se precisará la aprobación de todos y cada uno de los países miembros.

En la actualidad, ya se requiere el voto unánime de los socios para ampliar el número. Sin embargo, el ministro de Exteriores español, José Manuel García-Margallo, ha intentado mostrar un gran énfasis en este punto ahora que la polémica sobre la independencia de Cataluña está sobre la mesa. Se trata de dejar muy claro que cualquier ejercicio secesionista se encontrará con el rechazo de plano de la UE. Además, el documento hace referencia a que “los nacionalismos y el populismo están creciendo en Europa”.

Suscrito por los ministros de Exteriores de Alemania, Francia, Italia, Austria, Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Bélgica, Polonia, Portugal y España, el texto sienta las bases para reforzar una unión económica y monetaria que presenta “profundas ventajas económicas”.

Para ello, los países proponen reformas a corto y a largo plazo, unas que precisan reescribir los tratados y otras que no. Este proyecto podría considerarse un germen de las aspiraciones europeas y será enviado al presidente del Eurogrupo, al presidente del Consejo Europeo, al presidente del BCE y al presidente de la Comisión. No en vano, la base de las sugerencias radica en los cuatro bloques que estos presidentes identificaron en su informe para el Consejo Europeo como esenciales para avanzar en la unión: una estructura financiera, un armazón presupuestario, una política económica coordinada y medidas para asegurar la legitimidad democrática.

Los ministros de Exteriores discutirán la próxima semana en Nueva York con el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, la implementación de estas reformas. El titular alemán, Guido Westerwelle, es uno de los promotores de la iniciativa.

Eurobonos... a lo mejor, pero antes pensiones y reforma laboral

Algunos sugieren que se den pasos hacia la mutualización de la deuda, los llamados eurobonos. Pero esto debe verse acompañado de un mayor control presupuestario desde Europa, aunque cada país tenga la potestad para elegir cómo elabora sus cuentas. El documento también defiende que la eurozona ha de lograr una mezcla correcta entre la coordinación europea y la competencia entre los distintos sistemas nacionales. Y todo ello debe aplicarse con especial atención al funcionamiento de los mercados laborales y las pensiones.

En cuanto al sistema financiero, los ministros se muestran en favor de un mecanismo de supervisión que implique al BCE para todos los países que deseen unirse. Algunos destacaron la importancia de que haya un fondo único de garantía de depósitos y un sistema de liquidación de entidades. A medio plazo, el fondo de rescate debería convertirse en una suerte de FMI europeo.

¿Una Europa distante?

Con el fin de ganar en legitimidad y lograr una mejor rendición de cuentas, el Parlamento europeo debe adquirir más competencias, coordinarse con las cámaras de representación nacionales mediante comités y nombrar cabezas visibles de sus distintas formaciones parlamentarias. Al final del proceso, debería establecerse una separación de poderes con un presidente de la Comisión elegido directamente, un Parlamento europeo con capacidad para iniciar legislación y la creación de una especie de Senado que albergue a los Estados miembros.

Respecto a la política exterior, si Europa quiere preservar su influencia tendrá que conseguir expresarse con una voz única. Eso conlleva brindar más responsabilidad al alto comisionado, apuntalar la Seguridad Común y la Política de Defensa, lo que al final puede acabar con un ejército europeo.

Se habla de darle un mayor respaldo a la Comisión para que sea el motor de la toma de decisiones en Europa. En el futuro, al objeto de facilitar los acuerdos debería bastar con una mayoría cualificada de los Estados miembros y su población para aprobar las revisiones de un tratado… Salvo si se trata de ampliar el número de miembros.

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