No hay ninguna empresa ni ningún país que pueda competir con China. Este año, el país ha repartido más pedidos que nadie y ha batido su propio récord, tras alcanzar los 150.000 millones de entregas de paquetes en 2024. Eso solo dentro de sus fronteras; a ello hay que sumarle que cientos de millones de consumidores occidentales reciben cientos de millones de paquetes, "muchos de ellos con envíos gratuitos en paquetes unitarios que recorren miles de kilómetros desde las fábricas chinas a los hogares occidentales". La capacidad logística del país es imparable.
El logro histórico se alcanzó el 18 de noviembre a las cuatro y media de la tarde, hace poco más de un mes, según se registró en la plataforma de bases de datos de 'China Express Delivery', que monitorea la industria logística del país. Desde entonces, el país ha tenido margen para seguir repartiendo paquetes por todo el mundo y seguir aumentando su récord.
Según los datos de la Oficina Postal de China, en los picos de mayor demanda se han llegado a tramitar más de 729 millones de paquetes al día y al mes se realizan más 13.000 millones de envíos, que generan unos ingresos de más de cien mil millones de yuanes, equivalentes a algo menos de 13.100 millones de euros. Más concretamente, se calcula que cada habitante de China recibe más un centenar de paquetes al año y que cada segundo se generan más de 5.400 pedidos.
La evolución de los últimos años ha sido igualmente arrolladora. En 2014 se gestionaron 14.000 millones de envíos. Apenas 10 años después se han realizado 136.000 pedidos más, casi once veces más.
China es el mercado de comercio electrónico más grande del mundo, con más de 800 millones de usuarios, una participación del 40% de las transacciones globales y ventas minoristas de comercio electrónico.
Un paquete de manzanas, el pedido número 150.000 millones
La fama le duró muy poco, apenas una décima de segundo, porque prácticamente a la vez se registró otra entrega. Pero el paquete número 150.000 millones fue una caja de manzanas de Tianshui, ubicado en la provincia noroccidental de Gansu.
La caja se entregó a 800 kilómetros de distancia de Gansu, a un destinatario de la ciudad de Chongqing. Y le llegó en menos de 48 horas desde que hizo el pedido.
Este paquete 150.000 millones, junto con todos los anteriores, tiene su cara y su cruz. La parte buena, y de admirar, es la impresionante escala de la red de entrega de China. La parte mala está en los niveles de desperdicios que se generan. Detrás de todas estas entregas hay cientos de miles de camiones y furgonetas, montañas de plásticos, cartones y emiones.
Laureano Turienzio, presidente de la Asociación Española del Retail y del Círculo Iberoamericano del Retail, hace una reflexión al respecto. "China se ha estado preparando para esta economía digital con nuevas infraestructura de transporte del país, y además, decenas de millones de chinos trabajan en la 'economía de la entrega rápida', y se ha producido la digitalización de las tiendas de barrio, ya que millones de ellas sirven de pieza fundamental para la entrega de la última milla en las urbes chinas", explica en su perfil de LinkedIn al respecto.
"El modelo chino al que vamos es justo el modelo al que no debe ir el comercio electrónico, ya que este crecimiento voraz será el que haga que a los ojos de muchos consumidores (sobre todo occidentales) comprar por internet esté visto como un acto indeseable. Nadie está levantando la mano para señalar lo que va a suceder: la ultaconveniencia ultrarápida del comercio electrónico nos lleva al caos del que no podremos regresar. El comercio electrónico es lo mejor que nos ha pasado, y precisamente porque es algo tan valioso, hay que defenderlo de los actuales ultradefensores y talibanes del comercio electrónico, palmeros del crecimiento sin freno, tan inconscientes, y hacer que crezca de una forma sostenible y en armonía con la vida de las ciudades", reflexiona.
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