Ni el regulador bursátil ni ahora el nuclear han podido aportar pruebas de la “burda manipulación” del mercado eléctrico que José Manuel Soria se apresuró a denunciar en diciembre pasado, cuando anuló la subasta eléctrica Cesur que dio lugar a un tarifazo del 11% frustrado in extremis por el Gobierno.
La gravísima acusación del ministro canario no ha encontrado eco en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), presidido por alguien tan afín al titular de Industria como su ex secretario de Estado de Energía, Fernando Marti.
Meses después del famoso ‘tarifazo’, que forzó la anulación de esa subasta y la puesta en marcha, un tanto improvisada, de un nuevo sistema de fijación de precios de la luz, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) pidió un informe al CSN para tratar de averiguar si las paradas de varias centrales nucleares en aquellas fechas estaban técnicamente justificadas o no. El objetivo, en suma, era saber si tenían relación con la escalada de precios del mercado mayorista o ‘pool’ que se vivió en las semanas anteriores a esa puja y que ya anticipaba que se avecinaba el enésimo subidón del recibo.
En aquellos días, hasta cuatro grupos nucleares, de los ocho existentes, con una potencia de hasta 3.510 MW, quedaron indisponibles al mismo tiempo, y se produjeron bajones de producción puntuales en alguna otra central. Así, además de la central de Garoña (parada desde hace más de un año) se produjo la parada programada de Almaraz II, que estaba en recarga. Además, también se detuvo la central de Trillo, controlada por Iberdrola y Gas Natural Fenosa y que paró entre el 2 y 5 de diciembre, según dijo entonces el CSN, por "una fuga de aceite". Luego, esta planta se reactivó, pero el 10 de diciembre tuvo una bajada de producción.
Por su parte, Vandellós II, controlada por Endesa e Iberdrola, también paró de forma programada en noviembre, pero, cuando retomó la actividad, lo hizo con altibajos y el 20 de diciembre registró un bajón de potencia no programado por un punto caliente en el seccionador de una de las fases del transformador principal. Otras caídas de potencia se produjeron en Ascó I, el 19 de diciembre, y Ascó II y Cofrentes un mes antes.
Sin embargo, la conclusión del CSN, según fuentes conocedoras del informe, es que, por un lado, todas las paradas y recargas de reactores de esas semanas estaban planificadas “con mucho tiempo” y los sucesos notificados, por otro, “entraban dentro de lo normal en este tipo de operaciones”.
El documento del CSN es un “informe respuesta a la petición de información de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia” que fue entregado al pleno del organismo regulador por la secretaria general del CSN, María Luisa Rodríguez López, en la sesión del pasado 9 de abril, un mes después de recibir la petición de la CNMC, que entró en el registro del CSN el pasado 6 de marzo.
El ‘superregulador’ de los mercados, que en enero ya cerró una investigación exprés abierta para investigar las circunstancias de la subasta que había decidido no validar por “insuficiente presión competitiva”, sin encontrar pruebas de manipulación, ya pidió a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que investigara el comportamiento del mercado de derivados eléctricos, y también pinchó en hueso.
“En la parte del mercado que nosotros controlamos no hemos visto ninguna operación ni circunstancia que mereciera nuestra atención", dijo la presidenta de la CNMV, Elvira Rodríguez, en marzo pasado.
El argumento que sustentaba las sospechas de manipulación del Gobierno era que la fuerte subida del pool a comienzos de diciembre pudo condicionar el mercado de futuros eléctricos que se negocian cada día, lo que a su vez impulsó al alza la Cesur. Y esa subida, que coincidió con el momento de mayor demanda del año por las bajas temperaturas, se produjo tras una elevada indisponibilidad de algunas centrales de generación (entre 6.000 y 8.000 megavatios, el doble que un año antes), que fueron, sobre todo, nucleares. Pero todo fue normal, según el criterio del CSN.