El pasado jueves tuvo lugar una conferencia en la sede del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM), sobre el rediseño de la Puerta del Sol, organizado por Madrid Think Tank, organismo que busca “un espacio para la construcción del proyecto urbano colectivo de Madrid a través de la participación ciudadana”, del que forman parte del Ayuntamiento y la Comunidad. En dicho evento se discutió sobre el proyecto municipal de hacer partícipe a la sociedad en la remodelación urbanística de la Puerta del Sol, sobre la que hay un concurso público de sugerencias de particulares para ello. No sólo hay consultas en Cataluña. También en Madrid, a través de la plataforma PiensaSol. El debate derivó en una gran cuestión: ¿quién lidera el rediseño urbanístico de la capital?
Por cierto, finalizado el primer plazo, se han presentado 150 propuestas sobre la remodelación de Sol, de las que a lo largo del mes se seleccionarán tres, para trabajar más a fondo sobre ellas, informaron desde la organización. Este concurso está patrocinado por el Grupo Villar Mir, además de otros como Banco Sabadell, Samsumg o JC Decaux.
El eje de esta participación de la ciudadanía en el rediseño de su ciudad puede verse reflejado también a través del documento Proyecto Madrid Centro, que busca un entorno más sostenible para “la almendra central de Madrid” a través de ese tipo de consultas a expertos, asociaciones… El asunto, inevitablemente, pasa por un aumento de la peatonalización y potenciación del transporte público, urbano y suburbano.
Canalejas, a debate
Sin embargo, pese a tener a la Puerta del Sol como teórico eje del debate, la controvertida Operación Canalejas capitalizó gran parte del mismo. Inicialmente, Carlos Lamela, arquitecto del despacho que lleva su nombre y que ha diseñado ese mega proyecto, realizó una presentación sobre la conversión del inmueble compuesto por siete ilustres edificios y que se transformará en un hotel de lujo con 211 habitaciones, 30 viviendas de ultra lujo y un centro comercial de alto standing.
Lamela reconoció que hace 10 años estuvo involucrado en este proyecto, con el grupo inversor liderado por el catalán Antonio Marín, pero no pudo ver la luz: “el Ayuntamiento entonces tenía otra perspectiva, pero ahora se ha flexibilizado”. Esa flexibilización es la nueva Ley de Protección de Patrimonio, que ha rebajado los blindajes a Canalejas, para su posterior remodelación.
En este sentido estalló la polémica. De inmediato tomó el micrófono el arquitecto José Miguel Gastón de Iriarte, criticando que “el Ayuntamiento no ha flexibilizado su postura; se ha puesto a disposición del cliente (Santander y OHL), tirándose al suelo como una alfombrilla”, provocando los primeros aplausos.
Lamela contestó que el consistorio hace lo que cree mejor para la ciudad y en este sentido, algunas asociaciones de comerciantes con establecimientos en la Puerta del Sol apoyaron el Proyecto Canalejas, aunque recibieron división de opiniones desde el público.
Entonces tomó la palabra uno de los ponentes más esperados, Vicente Patón, de la asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio (MCyP). Patón valoró la organización de dicho debate, “aunque es imposible por demasiado ambicioso y además llega tarde”.
¿Quién?
Además de leer un comunicado de su asociación, comentó, según iba subiendo el tono de su intervención, que “¿quién está haciendo la nueva sociedad? La está haciendo Botín y Villar-Mir; la está construyendo Apple o ahora Mango, que se va a quedar el Palacio de la Música, respetando simplemente la fachada del edificio…?” Porque, desde luego, “¡no la están haciendo los ciudadanos!”. Fue la mayor ovación de la noche.
En este sentido, otro miembro de MCyP añadió que “estamos asistiendo a un modelo de construcción fachadista de Madrid. La ciudad como escenografía, salida de la relación entre el poder político y económico, con los arquitectos como coartada”. Así, “Canalejas se ha convertido en un souflé de plantas de hasta 41 metros de alto”.
En este sentido, mientras Lamela defendió que las nuevas plantas de la remodelación tendrán un carácter contemporáneo, las críticas de los arquitectos presentes fueron continuas a ese choque de estilos.
De hecho, no faltó quien criticó que “¿por qué hay que cambiar la Puerta del Sol, si no necesita casi nada? Limpiarla, sin duda, pero la gente va a la plaza a comer bocadillos de calamares y jamón, no a ver escaparates de tiendas de lujo. También se intentó con la Plaza mayor y no pudo ser. ¿Qué pinta en Sol un súper hotel?”.
La respuesta será interesante, aunque conviene recordar que Madrid no tiene un hotel de ultra lujo y no será porque no haya habido intentos. El último, el de la cadena Mandarin, que hace pocos años estudió abrir en la calle Almagro, pero desistió al considerar que no había ese mercado en la capital.