La venta por parte de Repsol de su histórica participación en Gas Natural (en la que estaba presente desde su nacimiento como de la fusión entre Catalana de Gas y Gas Madrid a comienzos de los 90) será, al mismo tiempo, el cierre de una etapa y el inicio de otra, que llevará a la petrolera a convertirse en un grupo energético global, que sea capaz incluso de llevar a los hogares el recibo de la luz. Al contrario de lo que ha sucedido con otras operaciones de este calado, los algo más de 3.800 millones de euros que ingresará la compañía presidida por Antonio Brufau tendrá un empleo diversificado, con vistas a la transformación de Repsol, a su mejora desde el punto de vista financiero y también a tener una atención con sus accionistas.
A la hora de reinvertir los ingresos por la venta a CVC y Corporación Financiera Alba del 20% de Gas Natural, Repsol se plantea la adquisición de activos que le catapulten definitivamente a convertirse en ese operador global dibujado en su horizonte. Diversos rumores, comentarios de mercados e informes de analistas han situado esos activos en el contexto de las energías renovables, por donde pasa el futuro del sector.
De acuerdo con fuentes del mercado, Repsol busca un perfil bien definido para la empresa que quiere comprar y para lo que está dispuesto a invertir desde 1.500 y hasta 2.000 millones de euros. A vistas de esta cuantía, la petrolera pretende hacerse con una compañía de un tamaño considerable y, además, con activos diversificados, tanto desde el punto de vista de las fuentes de energía como de la localización geográfica. Y, además, que venga avalada por el trabajo de su equipo gestor, al que pretende otorgarle su confianza una vez que la empresa objetivo se haya incorporado al grupo.
La petrolera está evaluando varias opciones y no es probable que tome una decisión en este sentido en el corto plazo. No obstante, el proceso de estudio de la operación se inició tiempo atrás, hasta el punto de que algunas de las posibilidades que estaba explorando ya han sido descartadas.
Repsol se tomará su tiempo, toda vez que, según fuentes próximas a la compañía, la desinversión en Gas Natural ha sido una operación que no se ha llevado a cabo por una situación de urgencia o de necesidad.
Un guiño a los accionistas
De hecho, lo más probable es que antes de concretarse la compra de activos, Repsol comience a dar uso a los ingresos de la venta de Gas Natural por otras vías. Una de ellas será la puesta en marcha de un programa de recompra de acciones, con la que tendrá una atención con los accionistas. Aunque algunos rumores apuntaban la posibilidad de un dividendo extraordinario, la opción está descartada por completo.
La vía de engordar la autocartera de la compañía ya fue apuntada en algunas de las últimas presentaciones de resultados ante los analistas financieros. En la actualidad, Repsol apenas cuenta con títulos propios. A finales de 2011 alcanzó el tope máximo tras comprar a su accionista Sacyr el paquete del 10% que puso a la venta para rebajar su endeudamiento. En los dos años siguientes, la petrolera colocó la mayoría de estas acciones en el mercado (entre otros a Temasek, que aún figura entre los accionistas de referencia de la empresa con una participación próxima al 5%).
La recompra de acciones dotará de estabilidad a Repsol en el mercado bursátil, lo que supondrá un refuerzo para los accionistas. La petrolera sostiene que el dividendo debe ir evolucionando en consonancia con los resultados de la compañía.
Mayor saneamiento
A precios actuales del mercado, Repsol podría hacerse con el 5% de su capital con una inversión en el entorno de los 1.000 millones de euros.
Mientras, la estructura financiera también podría verse reforzada por la operación, aunque su actual situación es saludable después de que Repsol destinara a reducir su deuda prácticamente la totalidad de los algo más de 1.900 millones de euros que obtuvo en septiembre de 2016 por la venta del 10% de Gas Natural, en lo que fue el inicio de su salida del capital de la gasista.
El endeudamiento se situó claramente por debajo de los 10.000 millones de euros, lo que llevó a la agencia de calificación Standard & Poor's a elevar el rating de la compañía para asentarlo en el grado de inversión, al quedar dos tramos por encima del denominado bono basura. Un nuevo recorte de deuda podría llevar a otra revisión al alza por las calificadoras, que sería especialmente bienvenido cuando comienzan a vislumbrarse subidas de tipos en la zona euro a medio plazo.