La banca española se enfrenta a una nueva tormenta perfecta, aunque sobre el papel. Al ya de por sí difícil escenario de adaptarse a las nuevas provisiones (IFRS 9) hay que sumarle los próximos test de estrés que se están preparando para 2018.
Llevado a la práctica, lo que le está pasando a la banca es como si a un estudiante le cambian el idioma de las clases y le ponen en unos meses la selectividad, en el nuevo lenguaje. Las entidades han intentado hasta el último minuto que les dejen examinarse en su idioma nativo (provisiones actuales), pero la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) y el BCE se han negado.
Las nuevas provisiones implican un cambio radical del modelo. Hasta ahora, la banca asume pérdidas cuando los créditos se deterioran, es decir, cuando comienzan los impagos. Con el nuevo sistema, los bancos tienen que anticiparse cuando vean signos previos de deterioro.
Un informe de la consultora Alvarez & Marsal cifra en 465 puntos básicos de capital el potencial impacto en los test de estrés por nuevas provisiones IFRS 9. Más de la mitad del mismo se produciría en el primero de los tres años que abarca el ejercicio, lo que refleja que a partir de ahora las crisis golpearán más rápido a los bancos.
Impacto
Aplicados estos cálculos a las últimas cifras oficiales del sector (conocidas el viernes en el ejercicio de transparencia de la EBA) implicarían una pérdida de un tercio del capital regulatorio (CET 1). Aun así, son escenarior estresados que no tienen por qué producirse.
Kutxabank y Bankia son las entidades con más colchón en el último ejercicio de transparencia, con más de un 14% de capital, si bien el grupo presidido por José Ignacio Gorigiolzarri verá reducida esta cifra tras quedarse BMN. Siguen en el ránking Unicaja, Abanca, Sabadell y Liberbank.
Otro de los datos que arroja el ejercicio de transparencia es que la banca española se ha alejado en términos de morosidad del resto de países periféricos: Portugal, Italia, Irlanda y Grecia.