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El sector lácteo agoniza, víctima de la especulación del mercado de derivados

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El conflicto de los productores lácteos en España todavía promete emociones fuertes, a pesar de que el Gobierno haya anunciado que supervisará a los grandes centros comerciales para que no vendan el producto final por debajo de los precios de coste. Una cuestión en la que alguna gran superficie se muestre partidaria acometer alguna pequeña subida, y otra que eso vaya a traducirse en un arreglo rápido. Mientras, esta industria agoniza, incapaz de afrontar sus costes de producción, que están atenazados por un lado por el encarecimiento artificial de las materias primas con que se alimenta al ganado y por otro lado, por la presión de las empresas de distribución, que utilizan el precio de la leche como reclamo y venden la marca blanca por debajo de esos precios de coste. Una situación que garantiza un final explosivo si no hay soluciones.

Conforme señalan algunos estudios encargados por los productores, el índice de precios de de las materias primas compuesto por un 80% maíz y 20% de soja, desde el año 2007 -2012, ha repuntado alrededor de un 150%, incremento repercutido en la mayor parte de alimentos, como el pollo, los huevos, o la carne de cerdo. El precio de la leche es el único que no ha repercutido al consumidor la subida de las materias primas.

El encarecimiento de las commodities ha sido generalizado en el mundo en los últimos años, debido en parte a la inflación generada por las inyecciones de liquidez de los bancos centrales en el pasado, que generaron una fuerte burbuja especulativa. A esto hay que unirle la utilidad de alimentos como el maíz para la elaboración de combustibles biomasa.

No se irá

Un encarecimiento que llegó para no marcharse. Como dicen fuentes de los productores, “esa subida ha cesado, pero los precios se mantienen, no bajan. Se puede comprobar con el crudo y continuar con todo lo demás. La soja o el maíz no son una excepción”.

La Distribución, sobre todo algunas cadenas francesas y alemanas, tienen precios muy bajos, especialmente la marca blanca, utilizando la leche como producto reclamo “y vendiendo incluso a pérdidas”, denuncian las fuentes consultadas, con promociones del tipo “regalar la leche por la compra de 40 euros; precios por debajo de 0,50 €/L con lo que un litro de leche es más barato que un litro de agua o de refresco...”. El umbral de rentabilidad de la cadena láctea requeriría un PVP de 0,75 €/L, “cifra de la que están muy lejos los precios que observamos en los lineales”.

¿Hace falta una gran subida de precios para salvar al sector? “El impacto que tendría para el consumidor la subida del precio de la leche sería mínimo”, afirman desde esa industria. Una subida de 5 céntimos por litro de leche representaría 4,35 euros al año por consumidor (“el precio de una copaW), o lo que es lo mismo 0,83 euros al mes (“menos que un café”) para una familia de 2,3 miembros, y para un ganadero medio “significaría poder mantener viva su explotación y las actividades que indirectamente dependen de ella, es decir, la subsistencia de varias familias”.

En Francia, más caro

Entonces, ¿por qué no sube el precio en los lineales españoles? “Las mismas cadenas que en Francia o Alemania venden la leche por encima de 0,80 euros el litro, colocan en sus lineales de España a 0,50 o por debajo”, denuncian las fuentes.  Esta situación es insostenible y está poniendo en riesgo el futuro del sector lechero español. “Si este escenario no cambia nos encontraremos no ya con una reestructuración más, sino con la desaparición del tejido lechero nacional y, por tanto, del desarrollo económico y social de muchas pueblos y comarcas españoles. ¿A qué precio comprarán los consumidores españoles la leche si desaparecen nuestros ganaderos?”

Las fuentes señalan que entre los cinco grandes grupos de distribución, (Mercadona, Dia, Carrefour, Alcampo y Eroski), “sólo los primeros han mostrado cierta predisposición a incrementar los precios para al menos no vender a pérdidas, pero ninguna lo hará si las demás no siguen esos pasos”.

La opción de una fuerte bajada de precios de las materias primas que aligere los costes de producción “no se contemplan. Esos precios se dispararon y están ahí para quedarse, a no ser que alguien haga algo”. 

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