Santander, o lo que es lo mismo, Emilio Botín, liquidó ayer de un plumazo una buena parte de la historia contemporánea bancaria española. El banco que él preside anunció la integración en una marca única de sus filiales Banesto y Banif, algo que a los menores de 30 años seguramente no les causará la menor emoción, pero a los más mayores puedes causarles cierta impresión o al menos removerles pequeños recuerdos.
En 1986, Emilio Botín ascendía la presidencia del entonces Banco Santander (ahora, Santander a secas, o Grupo Santander), etapa en la que coexistían siete grandes bancos. El suyo era el más pequeño de todos, aunque con fama de rentable y agresivo. Se dudaba entonces de que ‘el joven Emilio’, que ya había superado los 50 años, diera la talla frente a lo que había sido un mandato personalista y patriarcal por parte de su predecesor, su padre, Don Emilio Botín. Por otro lado, la familia tenía los ojos muy puestos en Bankinter, al que durante mucho tiempo se consideró poco menos que una filial de los cántabros.
Un poco de historia
En 1962 habían comenzado unas reuniones entre esos siete grandes bancos, nacidas de la necesidad de establecer una remuneración sobre el pasivo más o menos uniforme, evitando que nadie iniciara guerras por su cuenta. Básicamente, se trataba de establecer ciertas reglas de juego no escritas y respetadas por todos, modificándolas a la vez cuando hiciera falta. Tenían una pretendida regularidad semanal y se invitaba de vez en cuando a ellas al gobernador del Banco de España. Lo mismo valía con la prensa: era convidada cuando venía bien y se le filtraban temas muy de vez en cuando. No hay actas ni documentación sobre los encuentros.
Los encuentros fueron presididos inicialmente por José María Aguirre Gonzalo, presidente de Banesto, por ser el mandatario de la entidad “líder en aquellos años”, tal como destaca José Luis Ruiz, autor del documento “Los arreglos interbancarios del franquismo”. El elenco lo componían Banesto, Central, Hispanoamericano, Bilbao, Vizcaya, Popular… y Santander.
El Banco Español de Crédito era el gran banco del régimen, uno de los primeros en apoyar la causa tras la guerra y contribuir al restablecimiento del sistema bancario en España. Nacido en 1902, en la segunda mitad de siglo estuvo presidido por miembros de las familias históricas del banco: los Garnica o los Gómez Acebo entre otras, que se fueron alternando al frente de la entidad, sin olvidar al propio Aguirre Gonzalo, que presidió entre 1970 y 1980.
El crecimiento de la firma y sus buenas relaciones con el régimen no pueden ser ignorados. Banesto tuvo una fuerte expansión en la posguerra y siempre fue visto como un banco afín a Franco. Como dato anecdótico, un busto del Caudillo ha estado presidiendo la entrada de la majestuosa sede de la calle Alcalá con Sevilla en Madrid, que disponía de miles de cajas de seguridad y decenas de ventanillas de atención al público, hasta el fin de sus días de apertura, hace apenas cuatro años.
La etapa del vértigo
A finales de los 80, en medio de una fuerte crisis institucional, aterrizaron Mario Conde y Juan Abelló en la entidad, en un desembarco que se tradujo en el nombramiento del primero como presidente del gran buque financiero del anterior régimen. Un acontecimiento sin precedentes y que fue visto como el aire nuevo que necesitaba una corporación como aquella, aquejada claramente de anquilosamiento en la gestión. Un anquilosamiento que acababa de mostrar su episodio más terrible, con el suicidio de Ignacio Coca, presidente de la banca del mismo nombre que fue adquirida en los 70 por el propio Banesto, pero cuya gestión derivó en enormes pérdidas avaladas, de manera increíble, por la propia familia fundadora.
Sin embargo, las cosas no fueron bien pese a unos inicios fulgurantes, en los que parecía que Banesto cogía una velocidad imposible de ser seguida por sus competidores. Conde había defendido como vicepresidente al banco de la OPA hostil del Bilbao y ya como presidente planteó una fusión con el Central de Alfonso Escámez que no vio la luz por interferencias políticas. En 1993, Banesto fue intervenido por el Banco de España (un 28 de diciembre, lo que provocó que en muchas redacciones pensaran que se trataba de una inocentada) por un fuerte agujero patrimonial y un escándalo que acabó con Conde en la cárcel. Abelló se había bajado del barco ya.
La entidad fue subastada y adquirida posteriormente por Santander, quien realizaba de esta manera su primera gran compra. Al frente se puso a Alfredo Sáenz, en una decisión pactada con el Banco de España, antiguo ejecutivo del Banco Vizcaya, que venía de reflotar Banca Catalana. Hoy, Sáenz es el consejero delegado del propio Santander. Le sustituyó Ana Patricia Botín, hija del actual presidente de Santander, quien dejó apresuradamente el puesto para arreglar la crisis británica que causó al grupo la marcha de Antonio Horta Osorio del Abbey National al Lloyds.
Ahí continúa Ana Patricia, a quien se considera relevo natural de Botín en Santander, aunque su paso por Banesto no sea de los que dejan una huella digna de caso de estudio.
Finalmente, con Antonio Basagoiti al frente (padre del candidato del PP a la lendakaritza), la que fue la entidad con mayor corporación industrial y más cuentacorrentistas de España hace no tanto tiempo ha visto finalizada su andadura, incapaz de competir por si sola en un mercado como el español. Sin franquicia internacional, su hermano grande ha debido acudir en su socorro, a pesar de que casi siempre se pensó en Banesto como en futuro objeto de una rentable operación corporativa.
El primer y último banco de fortunas
Lo mismo vale para Banif, sin duda el primer banco privado especializado en la gestión de altos patrimonios, que llega al final de su singladura precisamente cuando hace gala ante sus clientes de su 50 aniversario.
Banif (Banco de Inversiones y Finanzas) tiene en Juan Antonio Ruiz de Alda a su principal fundador, quien posteriormente sería alto cargo en el Banco de España. La entidad nació con vocación de banco de fortunas y fue, junto al Urquijo, una entidad pionera en cuestiones como el desarrollo del análisis bursátil o de los fondos de inversión en España.
En los 70 fue adquirido por el Banco Hispanoamericano quien, a su vez, era dueño del propio Urquijo. Sin embargo, la entidad no supo muy bien qué hacer con ambas franquicias. El Urquijo fue colocado a los March en los 80 y en Banif se dio entrada a los portugueses de BCP en el 93, obligándoseles a salir cuando Santander se hizo con el Banco Central Hispano.
En los años en que Banif junto al BCP se había convertido en un coloso (Banco Banif Banqueros Personales) la entidad pudo presumir como nunca de clientes con solera, entre ellos el Rey de España, Juan Carlos I.
El monarca ha tenido alguna sicav durante muchos años en dicha entidad, según comenta algún ex empleado con la tranquilidad del paso de los años. "No figuraba en los registros públicos, pero todos sabíamos que eran de Él, pese a estar perfectamente cubiertas". En Banif colocó también su sociedad de inversión la hermana del Rey, Pilar de Borbón y ahí comenzó a hacer sus primeros ‘pinitos’ profesionales su pariente, Luis Alfonso de Borbón, que luego fichó por BNP Paribas (es licenciado en Empresariales por Cunef) y después de marchó de España tras contraer matrimonio.
La lista de clientes célebres que está o ha estado en la firma es interminable: desde deportistas a directores de cine, pasando por grandes fortunas como Amancio Ortega, los Gallardo, Rahm Bhavnani… Pero sin duda, la más ilustre es la familia Real.
Pese a esa clientela, Banif nunca ha sido considerada una joya de la corona. En el momento de la eliminación del nombre 'BSCH' por el de 'Santander', los expertos de la agencia de comunicación Bassat & Ogilvy plantearon ya la posible eliminación de la marca, aunque numerosos ejecutivos con años de trayectoria en la entidad defendieron su supervivencia.
Pero se ha demostrado que la convivencia de varias marcas es muy complicada. Santander posee su propia línea de banca privada y, tal como le ocurrió al BBVA con Privanza, a veces resulta desesperante la pelea por el mismo cliente entre firmas del mismo grupo.
Años para olvidar
Los años recientes no han sido para recordar, como seguramente no lo han sido para ninguna banca privada. La congelación del fondo inmobiliario, las pérdidas por la exposición a Lehman Brothers, Madoff o la inmobiliaria austríaca Meinl han causado un importante deterioro de marca, debido a las pérdidas causadas a los clientes. Algunas de ellas obligaron al banco a compensarles, incluso.
Por su lado, aunque Banif era presidido por Alfredo Sáenz, su principal ejecutivo ha sido históricamente Javier Marín, un hombre que hace mucho tiempo tiene su cabeza en Santander, donde es uno de los ejecutivos emergentes.
Eso sí, con la integración de Banif y Banesto Banca Privada, Santander se coloca con mucha diferencia como la mayor entidad de banca para ricos de España, por encima de BBVA. La Caixa está haciendo serios progresos en este segmento y conviene no perder de vista a los March.
Con el final de Banif, dice adiós el último banco privado español de verdad. BBVA cerró Privanza, Caja Madrid integró tanto Altae como Arcalia (esta última, era de Bancaja), La Caixa hizo lo propio con Invercaixa; el Sabadell ha difuminado el Urquijo en su estructura… Por el camino, muchos otros que comenzaron como sociedades de valores han sido vendidos al extranjero. Sólo Renta 4 permanece, aunque su tamaño está muy lejos de estar en divisiones bancarias. Banif fue el primero y ahora es el último en irse, con medio siglo a su espalda y muchísimos clientes célebres.