El gas tiene más amenazas que Rusia. Los bandazos de esta materia prima, clave en verano en la producción de electricidad en España, se ve condicionada por las noticias que llegan desde mercados como Estados Unidos, China, Noruega o Alemania. Y las noticias no son buenas y el susto se nota en los precios futuros.
El precio medio diario del megavatio de gas en el Mercado Ibérico del Gas (Mibgas) para el último trimestre de 2022 ha pasado de 132 a 147,22 en apenas dos días. Una subida del 11% para el cierre del año que se ha notado en el resto de futuros. Los precios diarios para agosto ha crecido esta semana un 15% (145 euros/MWh), un 8% para el mes de septiembre (142,95 euros/MWh) y un 10% para el año 2023 (109,51 euros/MWh).
"La disminución en la previsión de cotas de almacenamiento de gas europeo, los mantenimientos llevados a cabo en el campo de producción noruego y el paro de la planta estadounidense de Freeport LNG parada han tensionado el precio del gas", detalla el último boletín de precios de mercados de GasINDUSTRIAL. Además, por el lado de la oferta, la disminución de la capacidad del gasoducto Nord Stream 1 y la inminente parada por mantenimiento planificado ejercen presión al alza", añaden.
Castigo internacional
El estrés del mercado del gas tanto en España como en el resto de Europa viene marcado porque el suministro desde Rusia está mínimos. Y puede ser todavía peor. La incertidumbre que rodea al gasoducto Nord Stream 1, el gaseoducto que conecta a Alemania con el gas ruso, es creciente. La 'tubería' está cerrado por 'mantenimiento programado' y desde el mercado temen que no se reinicie el 11 de julio tras los 10 días de rigor.
Rusia anunciaba a mediados de junio un recorte del suministro a Alemania a través del Nord Stream 1 para devolver la tensión a los mercados de gas, en una clara estrategia política. "Tras este anuncio, los productos del tercer trimestre y cuarto trimestre se dispararon un 30% desde los 90 euros/MWh a más de 120 euros/MWh. Con este nivel de precios del gas, los mercados eléctricos europeos podrían moverse entre los 250-300 euros/MWh durante el segundo semestre", recordaban los analistas del Grupo ASE.
Noruega se suma ahora a los riesgos del suministro en Europa. Las exportaciones de gas noruego, uno de los grandes candidatos a sustituir a Rusia gran productor europeo, podrían verse afectadas por las huelgas que han convocado esta semana los trabajadores de las plantas de extracción locales.
La bajada de la oferta se une al aumento de la demanda desde Asia, tal y como sucedió en 2021 con el arranque del repunte de precios. La intensa competencia por el gas natural licuado de China e India están absorbiendo gran par del suministro y esto ha catapultado los precios.
España depende del gas de los barcos
El aumento de la demanda internacional sí condiciona al mercado español. El gas natural licuado (GNL) ha desplazado al gas natural en las importaciones españolas, lo que podría generar una nueva dependencia energética en el suministro de gas. Esta nueva tendencia arrancó en junio de 2021, en el marco de la crisis entre Marruecos, Argelia y España, y se hizo constante a partir de noviembre, mes en el que se cerró el gasoducto Magreb-Europa a raíz de la crisis con Marruecos y Argelia.
Este movimiento ha puesto en evidencia el impacto de la política exterior en la política energética, ya que España, desde entonces, ha aumentado las importaciones de gas procedente de Estados Unidos. Así se extrae del informe sobre el suministro de gas en España elaborado por el Foro Industria y Energía (FIE), cuyo objetivo es poner en contexto la actual situación gasista en España, además de dar a conocer cambios y tendencias en el suministro.
Según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES) correspondientes a abril de 2022, del total de gas recibido por España, el 30,8% procede de EE.UU, el 23,4% de Argelia y el 16,9% de Nigeria. El informe apunta que es necesario trabajar por la diversificación de rutas y de suministro energético y alerta de que podría estarse creando una nueva dependencia energética con Estados Unidos, lo que supondría mantener la misma situación que se tenía previamente con Argelia pero cambiando de país suministrador.
Esta nueva dependencia podría dejar a España en una posición de mayor vulnerabilidad en un contexto internacional volátil.