En Valbona, un pueblo de Teruel y en una fecha tan lejana como 1666, nació Francisco Piquer Rudilla, que quedó huérfano de padre con un año de edad. No es un personaje muy famoso, ni siquiera en Madrid, aunque en el barrio de Aluche tiene una calle con su nombre y hay una estatua suya en la plaza de las Descalzas Reales. Como era habitual en la época con el menor de los hijos (él era el cuarto de cuatro) en las familias de escasos recursos, en seguida orientaron su vida hacia los servicios religiosos, aunque su talento natural parecía ser el canto.
Se ordenó sacerdote y en 1694 el rey Carlos II (el conocido como “el hechizado” y que a la postre sería el último de los “Austrias”) le nombra capellán cantor contralto en el convento de las Señoras Reales Franciscas Descalzas de Madrid, residiendo en un cuarto del Hospital de la Misericordia.
Esto es clave ya que más que un hospital era una residencia/institución benéfica, que se financiaba con dinero procedente de las monjas del Monasterio donde trabajaba el capellán. Y es que las monjas tenían una cantidad límite para no superar el voto de pobreza, y todo exceso lo donaban allí. En principio servía para que vivieran sacerdotes de bajos ingresos por no tener parroquia. Es muy probable que la filosofía de esta institución influyera mucho en Francisco.
El 3 de diciembre de 1702 funda, en el Hospital de la Misericordia, “Nuestra Señora del Santo Monte de Piedad de las Ánimas”, gracias a un depósito de un real de plata. Nadie podía imaginar la importancia de ello, aunque fue el germen de todos los montes de piedad que se crearon posteriormente en España. Por su parte, el capellán Piquer siguió cantando y en 1715 fue nombrado contralto de la Real Capilla lo que le proporcionó un sueldo de 500 ducados que, generosamente, destinaba en su mayoría a los gastos del Monte de Piedad. Murió el 13 de septiembre de 1739.
Durante la Edad Media se consideraba pecaminoso que un cristiano cobrara intereses a otro (algo similar creían los musulmanes): este hecho fue fundamental para que los judíos se hicieran con el negocio de los créditos
¿Y cómo funcionaba esa institución y qué tiene que ver con lo que hoy conocemos como institución financiera? En realidad, hay unos programas de televisión que, salvando las distancias, pueden ayudarnos a entenderlo. Me refiero a los de las casas de empeño norteamericanas, en su faceta de dar créditos a las personas a cambio de algún bien. La gran diferencia es que los Montes de Piedad, inspirados en Italia donde nacieron, no cobraban intereses por los préstamos.
La idea era cubrir los gastos con donaciones particulares y el apoyo del “Patronato Real”. No sólo se daba dinero a cambio de una pequeña joya para resolver una necesidad puntual de alguien, también funcionaba de hecho como almacén de muchas personas que vivían en casas diminutas, por ejemplo aceptando en primavera quedarse con sus abrigos y mantas en depósito pagando por ello, y luego devolviéndolo, por el mismo importe, con la llegada de los primeros fríos.
Un inciso histórico: durante la Edad Media se consideraba pecaminoso que un cristiano cobrara intereses a otro (algo similar creían los musulmanes): este hecho fue fundamental para que los judíos se hicieran con el negocio de los créditos y de las finanzas en general. Esto, que en gran parte ha sido responsable del atávico odio hacia el judío, puesto que a nadie le gusta que le reclamen las deudas (y muchos de los deudores eran incluso reyes), no empezó a disminuir hasta que una familia cristiana, los Medici, fundaran su banco en el siglo XV. Esta entidad, aunque empezó como un servicio de custodia, acabó por prestar dinero también, en principio con comisiones en lugar de intereses. Y poco a poco el cristianismo dejó de ver como algo malo el ganar dinero… con el negocio del dinero.
En cualquier caso, el Monte de Piedad de Madrid consiguió no cobrar intereses por los préstamos concedidos hasta 1836, y se supone el cambio llegó porque era necesario para su viabilidad económica. Eso sí, el hacerlo lo cambió todo y el 25 de octubre de 1838, con el apoyo de la reina regente María Cristina y la intención de dar servicio a los clientes más humildes, Joaquín Vizcaíno, un coruñés marqués de Pontejos, famoso por haber sido militar y corregidor en la ciudad de Madrid, asociado con un capitalista llamado Francisco de Acebal, funda la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, siendo su primer director. La Caja y el Monte los primeros años funcionaron como dos entidades separadas pero no tardaron en ser la misma.
El resto es historia conocida: como el resto de cajas de ahorros funciona bien durante décadas y décadas con una gran popularidad. Los expertos en el tema creen que la Ley de Órganos Rectores de las Cajas Ahorro de 1985 influyó mucho en el comienzo de su decadencia, aumentando su politización y obligándolas a competir con la banca privada sin la posibilidad de obtener financiación de socios privados (por ejemplo, Caja Madrid era accionista de Iberia pero nadie podía ser accionista de Caja Madrid).
De ese modo, la gran crisis financiera de 2008 pilló a la mayoría con un déficit de capital y un exceso de créditos morosos (en gran parte concedidos por motivos políticos y por equipos directivos nombrados por criterios del mismo calado). En el caso concreto de la Caja de Ahorros de Madrid, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero creyó que nacionalizarla, fusionarla con otras seis cajas más y crear un nuevo banco llamado Bankia, colocando parte de él en una -más que polémica- salida a bolsa, sería la solución. Pero bueno, como dije, eso ya es historia reciente, y ya hablamos de ello hace año y medio cuando Bankia acabó integrándose en Caixabank.