El futuro de FCC está cada vez más cerca del control absoluto de su principal accionista en la actualidad, Carlos Slim, y cada vez más lejos de los minoritarios y, por lo tanto, de la Bolsa. Entre ellos, Esther Koplowitz, antigua accionista de control, y que ahora conserva a duras penas un 20% en la empresa aunque, a efectos prácticos, ese paquete accionarial también está en la órbita del magnate mexicano, tras convertirse en su acreedor. Y, si no cambia el escenario de forma radical, pronto pasará de estar en la órbita a estar directamente en su cartera.
A finales de la pasada semana, FCC comunicaba a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que Slim había ejecutado la opción de compra que mantenía sobre la deuda de Esther Koplowitz referenciada a buena parte de su participación en la compañía. Una deuda que había dado muchos dolores de cabeza a las entidades prestamistas, Bankia y BBVA, durante cuatro años: desde que la supresión del dividendo de FCC dejó a Koplowitz sin ingresos recurrentes para atender el servicio de la deuda hasta que a comienzos de 2016 acordaron con Slim la opción que acaba de ejecutarse.
De esta forma, el magnate mexicano pasa a ser ahora el acreedor único de la empresaria (ya lo era de forma parcial por un préstamo del que depende una participación de aproximadamente el 5% de FCC). Es decir, el que puede ejecutar las garantías (básicamente consistentes en el paquete de acciones de la compañía controlado por Koplowitz) en el caso de impago, que es precisamente lo que ha motivo el ejercicio de la opción de compra citada.
Unos impagos que persistirán si FCC no recupera el dividendo, algo que está, en parte, en manos del propio Slim. En realidad, la decisión no sólo depende de él. Los bancos que financian la deuda de FCC no permiten a la empresa el reparto de dividendos hasta no haber alcanzado determinados compromisos, especialmente en lo que concierne al endeudamiento del grupo, que aún no están logrados.
Ejecución y adiós al pacto
Para Slim, ejecutar las garantías de Koplowitz será mucho menos problemático que para las entidades financieras que representaban hasta hace unos días el papel de sufridos acreedores. Para Bankia y BBVA, un paquete de acciones de FCC sería un activo incómodo y cuyo precio en Bolsa, además, no cubriría ni de lejos la cuantía de la deuda (el valor de la prenda, a precios actuales, es de unos 630 millones de euros frente a los 845 millones de euros del saldo pendiente del préstamo).
En cambio, Slim ya saldría ganando, toda vez que ha ejecutado la opción de compra de la deuda a un precio de 600 millones de euros. Y, además, ya cuenta con un 61% del capital de FCC. La suma de la participación de Esther Koplowitz le daría un control de más del 80% del grupo. El próximo paso, una OPA de exclusión que sacara de Bolsa a FCC y evitara de este modo a Slim tener que dar detalles del negocio cada tres meses.
Actualmente, excluir a la compañía de cotización exige un acuerdo al respecto entre Slim y Koplowitz, de acuerdo con el pacto de accionistas que mantienen desde la entrada del dueño de Telmex en el capital de FCC, a finales de 2014, y que fue renovado tras la OPA lanzada por Slim en 2016 al haber superado su participación el 30%.
Con Koplowitz fuera del capital, el pacto desaparece y las manos de Slim quedan absolutamente libres en FCC. Más incluso que ahora. Eso sí, el objetivo no es inmediato. El préstamo que acaba de ser asumido por el empresario azteca vence en 2020. Tiempo suficiente para comprobar de primera mano la evolución de los negocios y el horizonte que se dibuja para el grupo.