Fuerte reducción de márgenes, costes laborales disparados, caída de la rentabilidad... las pymes lanzan un SOS ante la próxima subida de tipos de interés y el endurecimiento de crédito con altos niveles de endeudamiento incrementados durante la pandemia. Y lo hacen presionadas por la reciente subida del SMI, que insisten que son las que más sufren, y advierten al Gobierno y a los sindicatos de que no tienen margen para asumir fuertes subidas salariales.
Cepyme ha creado el Indicador sobre la Situación de la Pyme, que tiene el propósito de medir las fortalezas y vulnerabilidades del tejido empresarial español, compuesto mayoritariamente por pymes. Más allá de cifras, que Cepyme admite que podrían ser halagüeñas, como el rebote del empleo o la recuperación del número de compañías previo a la pandemia, en un informe advierte de que la pequeña y mediana empresa española aún atraviesa la situación más difícil que ha vivido el tejido empresarial desde 2014. El indicador de 2021 se sitúa en los 5,4 puntos sobre 10, el mismo nivel que tenía hace ocho años, en plena digestión de la crisis financiera.
Según las conclusiones del Indicador de Cepyme, tras la pandemia, la empresa española da muestras de haberse quedado descolgada de la recuperación. Aunque hay más actividad, es mucho menos rentable. Esta situación todavía se agrava más a principios de 2022 por la crisis inflacionaria. En conclusión, las pymes se estén viendo arrastradas por los elevados costes que tienen que afrontar los empresarios, una importante pérdida de productividad y, en general, por una menor rentabilidad. De las 15 magnitudes económicas con las que se configura el indicador, hay varios índices que llaman la atención y que incluso han empeorado durante el primer trimestre de 2022.
El aumento de los costes totales, especialmente los suministros y la energía, es más rápido que el de las ventas. Para el conjunto de las pymes los costes totales subieron un 23% en el primer trimestre de 2022 mientras que las ventas crecieron un 19,8%. Esto reduce los márgenes empresariales y deriva en un empeoramiento de la liquidez y de la competitividad de la empresa.
Los costes laborales totales en las pymes crecieron en 2021 un 5,1% (eliminando el efecto de los ERTE). Durante el primer trimestre de 2022, esta tendencia se agravó, aumentando los costes laborales un 5,7% de media. Además, las pequeñas son las que sufrieron un incremento mayor con una subida del 6,3% frente al 4,1% de las medianas. Cabe señalar que también las cotizaciones sociales se han elevado de forma exponencial en los últimos años y volverán a hacerlo en enero de 2023.
Asimismo, la rentabilidad de las pymes se ha desplomado y se sitúa en niveles de hace seis años. En concreto, la rentabilidad neta sobre el activo, que había comenzado a recuperarse en 2013, volvió a retroceder con el inicio de la pandemia. En el primer trimestre de 2022, se produjo el octavo descenso interanual en la rentabilidad neta sobre el activo. En 2019, se encontraba en el 3,7% y ha descendido al 3%.
Otro de los factores negativos que muestra el Indicador es el alto nivel de endeudamiento. En 2021, el pasivo de las pymes sobre su patrimonio neto creció 10 puntos porcentuales, hasta el 96%, lo que supone una clara debilidad frente a la subida de tipos en ciernes y al endurecimiento del crédito que ya se empieza a registrar.
En los últimos meses, la empresa española ha realizado un gran esfuerzo para continuar su funcionamiento y crear empleo, a pesar de que sus condiciones hayan empeorado drásticamente durante los últimos años, como describe el indicador. En lo inmediato, las compañías han sufrido el mayor aumento de costes en décadas, unido esto a una ralentización del crecimiento de las ventas reales y también del crédito desde 2018, lo que ha contribuido a que las pymes tengan una productividad cada vez más debilitada.
Las pequeñas y medianas empresas continúan funcionando, pero son cada vez menos rentables. Su rentabilidad se ha desplomado y ha vuelto a niveles de 2016. A esto se suma que la falta de actividad en la pandemia les obligó a endeudarse, lo que compromete en algunos casos su viabilidad. De hecho, la prima de riesgo que sufre la pyme tiende a elevarse desde 2020 y a esto se añade un escenario de inminente subida de tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE), un endurecimiento de las condiciones crediticias que ya se empieza a apreciar y el agotamiento de la moratoria concursal.
En cuanto a la subida de tipos, desde Cepyme advierten que también hay más dificultades en las garantías, se piden más créditos y hay menos disponibles. Buenas parte de los problemas los achacan a la morosidad de las Administraciones Públicas, que no pagan en tiempo y forma. Esta morosidad afecta a su rentabilidad, solvencia y supervivencia y se suma a los problemas de acceso al crédito.
De hecho, según lo recogido en las últimas encuestas del Banco Central Europeo (BCE), las empresas españolas se encuentran entre las más vulnerables de las grandes economías del euro. Desde Cepyme recuerdan que en la eurozona se observa que aumenta la vulnerabilidad de las pymes y cae en las grandes empresas, lo que está muy vinculado a que son empresas más expuestas a los mercados nacionales, con mayores dificultades para acceder a la financiación, con una ratio de vulnerabilidad del 5% y en la gran empresa, del 1,5%.
En el caso español, se aprecia un repunte, con una vulnerabilidad del 6%, la mayor entre las grandes economías, comparando con Alemania, Francia e Italia. En el caso de Alemania, las ratios son bajas; en Francia, asumibles, y en Italia están algo más cerca pero en España es más abultado. Estas encuestas se realizan en base a las respuestas de las empresas, y fuentes de la patronal explican que con experiencia en indicadores de este tipo, lo que van diciendo las empresas, cuando se coteja con datos, encaja bien con la realidad.
Este escenario dibujado por el Indicador Cepyme refleja una tendencia negativa iniciada entre los años 2017 y 2018 y que la pandemia ha agravado. El tejido productivo español se encuentra descapitalizado y en peores condiciones que las compañías de otros países europeos para hacer frente a la ralentización económica. La falta de ayudas directas efectivas, su menor cuantía y la burocracia han sido algunas razones que han llevado a que las pymes españolas sufran una peor salud que las del resto de la UE.
Estos problemas estructurales explican en gran medida que la empresa española sea un 30% menor que la europea, a juicio de Cepyme. Además, en cuestión de tamaño, la empresa española retrocede cada vez más como síntesis de sus problemas estructurales y ha vuelto a caer en número de empleados por debajo del nivel que tenía en 2018.
Actuación urgente
Las empresas pequeñas tienen una productividad media inferior, motivo por el cual sus salarios son más bajos que en las grandes empresas. Esa menor productividad hace que una subida generalizada de salarios, como ocurre ahora, es más difícil de sobrellevar para las pymes. De hecho, en muchas empresas la subida salarial se realiza a costa de reducir los márgenes: las ventas por ocupado, en las empresas medianas, son en el primer trimestre de 2022 similares a las de 2015, cuando los salarios son casi un 9% más altos.
La subida del salario medio en las pymes se explica en el informe por tres factores principalmente: el incremento del salario mínimo, desde 655,2 euros en 2016 hasta 1.000 euros en 2022 (52,6%); las revalorizaciones anuales de salarios pactadas en convenio, y la presión al alza que supone en los sueldos la falta de trabajadores para ocupar determinados puestos. Precisamente el problema de las vacantes lo ha puesto encima de la mesa Cepyme, mientras el Gobierno niega su existencia o la ve testimonial.
Cepyme insta a una actuación urgente (tributaria, normativa y crediticia) para facilitar la adaptación de las pymes, donde trabajan casi 9 millones de personas, a un entorno económico que tenderá a complicarse por la evolución de la situación financiera, el fin de la moratoria concursal o la cronificación de la inflación debido a los efectos de segunda vuelta que pueden generar la traslación del IPC a salarios.
Desde la Confederación se insta al Gobierno a llevar a cabo políticas que fomenten una mayor productividad y competitividad en las empresas, como puede ser promoviendo un mayor crecimiento en el tamaño empresarial, otra de sus reivindicaciones, para lograr incrementos de los salarios, en lugar de optar por medidas cortoplacistas que penalizan la actividad empresarial.