Se cumplen casi dos años del lanzamiento del plan estratégico más ambicioso de la era Pallete al frente de Telefónica. El objetivo era deshacerse total o parcialmente de aquellos activos menos rentables. Se ponían en el mostrador las redes y casi todos los operadores del gigante azul en Latinoamérica. El foco desde entonces se centra en España, Reino Unido, Alemania y Brasil, las regiones más interesantes para la telco.
Ayer, Telefónica vendió casi el 100% de El Salvador. Una operación de andar por casa por la cual ingresará 125 millones de euros. Parece más la necesidad de quitarse de un problema que una operación redonda. La corporación española aglutina sus negocios en Latinoamérica en dos mercados diferentes. Por un lado está Brasil y por el otro Hispam (Colombia, México, Venezuela, Ecuador, Argentina, Chile, Perú y Uruguay).
Hace más de dos años la compañía de telecomunicaciones se deshizo de Costa Rica (503 millones de euros), Panamá (573 millones) y Nicaragua (379 millones de euros). No se facilitan datos de facturación desagregados en esas regiones, pero si se compara el mercado potencial de Nicaragua, con 6,6 millones de personas, con el de El Salvador, con 6,5 millones de personas, no parece que haya sido una venta de la que se pueda sacar pecho en exceso atendiendo al mercado potencial. El Salvador se ha vendido por 125 millones de euros, Nicaragua multiplicó por tres esta cifra.
Latinoamérica es un mercado en claro descenso desde hace años. La inestabilidad política de la zona y la depreciación de sus monedas son un quebradero de cabeza. Como muestra, el botón de Venezuela. Hace doce años, en 2009, Telefónica facturaba 3.773 millones de euros en la región, una cifra que se precipitó hasta los 18 millones de euros en 2018.
Se cumplen dos años del plan estratégico lanzado por Pallete por el cual Latinoamérica se ponía en venta -a excepción de Brasil-, además de los activos menos rentables de la compañía
Veamos las magnitudes más generales. Hace diez años Latinoamérica facturaba 29.237 millones de euros, casi la mitad de los 62.837 millones de todo el grupo. Europa facturaba un total de 15.524 millones de euros (una cuarta parte) mientras España, el mayor mercado, lograba un total de 17.284 millones. Hoy el negocio total es de 43.000 millones de euros. Latinoamérica factura 15.344 millones, algo menos de un tercio del montante general; España 12.041 millones de euros y el resto de Europa 14.240 millones. En resumen, el golpe mayor en todo el descenso global de ingresos se lo lleva Latinoamérica. Incluso Brasil, uno de los mercados considerados más rentables para el operador, desciende de los 11.175 millones de euros de ingresos logrados hace cinco años a los 7.422 millones de euros actuales.
Desde el anuncio del plan estratégico no ha habido una sola venta significativa de operadores en Latinoamérica, a pesar de que era uno de los objetivos. Telefónica sí ha conseguido ingresos de relevancia a través de la venta de sus torres de telecomunicaciones, aglutinadas en su filial Telxius.
A principios de este año llegó a un acuerdo con American Towers para la venta de 31.000 emplazamientos de antenas de telecomunicaciones a un precio de 7.700 millones de euros. En concreto, vendió torres de Europa (España y Alemania) y Latinoamérica (Brasil, Perú, Chile y Argentina).
Telefónica no encuentra el momento propicio
A perro flaco todo se le vuelven pulgas. Semanas después del anuncio del plan estratégico comenzó a vislumbrarse la pandemia del coronavirus, que en marzo clausuró todo. No es ahora el momento propicio para vender, primero porque la alegría económica no acompaña a quienes podrían estar interesados en las divisiones de Telefónica en Latinoamérica, y segundo porque el valor de los operadores allí no es el real, está mancillado por una hiperinflación galopante e imparable que afecta a muchos países. La situación no tiene visos de mejorar en el corto y medio plazo. Si Telefónica quiere malvender, cierto es que puede hacerlo en cualquier momento, pero tiene margen para esperar. Pallete ha reducido a la mitad la deuda del operador desde su llegada, no necesita tanta liquidez. Es cierto que lo ha hecho a costa de reducir el perímetro del negocio de la compañía pero, ¿acaso tenía otra opción? Ha recortado el tamaño de la compañía para poder permitirse la paciencia.
Telefónica está condenada a seguir viendo descender los ingresos. Los operadores de bajo coste son una soga al cuello que cada vez está más prieta, (esto también pasa con Vodafone y Orange). Se encoge a medida que se lanzan tarifas cada vez más y más agresivas en precio -todo con el visto bueno de la CNMC-. Son como setas. La reconversión a otros negocios es el futuro, pero hay que dar con ellos, acertar. Vender alarmas y servicios médicos a distancia no parece que sean los negocios naturales o aquellos en los que Telefónica pueda manejarse mejor.
Sí lo son la ciberseguridad, la nube e Internet de las Cosas, lo que viene a enmarcarse dentro de Telefónica Tech, una línea de negocio que ahora apenas tiene impacto en los ingresos de la compañía, pero que en el futuro, si se plantan buenos cimientos, debería ser el camino de la nueva Telefónica, esa en la que piensa Pallete. La que quiere que compita con las tecnológicas 'puras'; Google, Amazon o Facebook, por citar las más grandes. El marco regulatorio no ayuda, pero eso ya sabemos que son cosas de España, de Europa. Se permite campar a sus anchas a Zuckerberg, el 'Billy el Niño' norteamericano de las redes sociales, pero no a empresas con ADN español o europeo, como ya contamos la semana pasada en Vozpópuli. Pallete no pide un trato preferencial. Pide el mismo, ni más ni menos.