Vodafone vuelve a estar en venta casi un año después. La compañía no atraviesa -como casi todas- por un buen momento en su negocio. Si se analiza lo sucedido desde 2015, el operador ha perdido casi 800 millones de euros de facturación. Ha pasado de ingresar cerca de 5.000 millones de euros (4.959 millones) a facturar 4.166 millones de euros.
Estos datos, sumados a la situación del mercado de la telefonía móvil y una crisis post covid que azota especialmente a España, ha hecho que Vodafone esté dispuesta a negociar con mayor "flexibilidad" la venta total o parcial de la compañía a MásMóvil, tal y como aseguran a Vozpópuli fuentes del sector.
En el corto plazo los ingresos en Vodafone tampoco mejoran. Si en los resultados anuales correspondientes a 2020 (Vodafone cierra su ejercicio fiscal el 31 de marzo de cada año) su cifra de negocio era de 4.296 millones de euros, en 2021, como comentábamos en el párrafo anterior, la cifra ha descendido hasta los 4.166 millones de euros. Se trata de 130 millones de euros menos en 12 meses.
En resumen, hoy Vodafone vale menos que hace cinco años. Y también menos que hace uno, lo que allana el camino a MásMóvil respecto a lo que sucedía hace unos meses. Además, para su responsable mundial, Nick Read, Vodafone España es un quebradero de cabeza. El año pasado MásMóvil puso sobre la mesa hasta 7.500 millones de euros para su compra, pero el operador rojo no se bajó del carro. Hoy no parece que esa cifra vaya a estar, al menos tal y como está ahora la situación, sobre la mesa. Harina de otro costal es que la entrada de otros pujadores revalorice el valor de Vodafone.
Coolman Deegan, el experto en fusiones que aterrizó en Vodafone España para sustituir a Antonio Coimbra, el anterior CEO, no quiso vender entonces. El directivo, prácticamente recién llegado al operador, veía potencial de crecimiento. Por no decir que tampoco estaba de acuerdo con el porcentaje de control en el caso de que se llegara a un acuerdo con MásMóvil. Quería que la compañía inglesa tuviese en torno a un 70% del poder, algo que chocaba frontalmente con los intereses de la corporación amarilla. Meinrad Spenger, su director general, quiere todo, anhela poseer la autoridad al 100%.
MásMóvil llegó a ofrecer hasta 7.500 millones de euros por Vodafone
Meini, que así es llamado cariñosamente por amigos, conocidos y periodistas del sector, dispara con pólvora del rey. La fiesta la pagarán KKR, Cinven y Providence, los fondos que sostienen a MásMóvil. Tienen capital para comprar a Vodafone y, de hecho, ya han demostrado que ahora, en época de vacas flacas son proclives a comprar, a buscar oportunidades.
A finales del año pasado KKR lanzó una OPA (Oferta Pública de Adquisición), a unos 0,505 euros por acción, lo que supuso una prima del 45% sobre el valor al que cerraron las acciones de Telecom Italia en el momento en que se comunicó la operación. Precisamente fue KKR quien empujó la compra de Euskaltel por parte de MásMóvil, una operación tasada en 3.000 millones de euros.
Vodafone es caza mayor
La de Euskaltel es una operación menor si se analiza lo que supondría la compra de Vodafone por parte de MásMóvil. Hablamos de una marca, la inglesa, con una gran penetración en la piel de toro -Euskaltel es de carácter mucho más local-, infraestructuras propias y una gran masa de clientes. Es caza mayor.
La música gusta en Telefónica. El primer operador español por negocio y número de clientes es consciente de que la concentración del mercado aliviará, en gran medida, el mayor de sus males: la pérdida de ingresos por usuario (ARPU). El exceso de operadores en el mercado, con permiso de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, lleva años socavando los ingresos de los grandes operadores porque los precios de las tarifas no dejan de bajar.
Los movimientos de consolidación ya han comenzado a producirse entre las pequeñas marcas. Los Operadores Móviles Virtuales (OMV), aquellos que ofrecen servicio alquilándole las redes de telecomunicaciones a las compañías incumbentes -las que tienen red propia-, se están reagrupando. Hace unas semanas Orange integraba su operador low cost, República Móvil, dentro de Simyo, mientras la marca Amena pasaba a diluirse dentro del paraguas de Orange. Es cierto que son marcas de bajo coste absorbidas por sus empresas matrices, pero la concentración de enseñas manda un mensaje al mercado: hay menos opciones para contratar, menos competencia. Esto repercute a la baja en los precios.