Todo apunta a que el Banco Central Europeo (BCE) levantará el pie del acelerador. El consejo de gobierno del organismo monetario se reúne este jueves y salvo sorpresa se espera que decida dejar los tipos de interés en máximos de hace 22 años. Un respiro para los hipotecados tras 15 meses ininterrumpidos de un ciclo histórico de alzas que ha llevado el precio del dinero del 0% al 4,5%.
“Venimos de tipos muy bajos, que no se nos olvide. Creo que si el actual nivel de tipos se mantiene en el tiempo, eso tendrá una aportación sustancial al objetivo de convergencia de la inflación hacia el 2%”, ha repetido Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, en varias ocasiones en la previa de la reunión de política monetaria de octubre.
"En el BCE se considera que es prematuro hablar de bajadas del precio del dinero. Bankinter prevé que los tipos se mantengan en el 4,5% al menos hasta finales de 2024.
La inflación empieza a aflojar, aunque aún queda camino por recorrer en la cruzada contra la crisis de precios. El IPC de la zona euro se moderó al 4,3% en septiembre, el nivel más bajo en dos años. Un respiro pero aún lejos del objetivo sacrosanto del 2% grabado a fuego por los bancos centrales.
“El dilema de los bancos centrales (inflación pertinaz frente a crecimiento vacilante) se está agravando, especialmente en el caso del BCE, que probablemente haya alcanzado un máximo de tipos tras la subida de septiembre, ya que sus previsiones de crecimiento siguen pareciendo demasiado optimistas”, señala Thomas Hempell, responsable de estudios macroeconómicos y de mercado de Generali Investments. El conflicto entre Israel y Hamás añade más incertidumbre sobre la evolución de los precios y apunta a una desaceleración inminente, según aseguran desde Generali.
El impacto de la guerra en Oriente Próximo
De hecho, el temor a una escalada en la guerra entre Israel y Hamás está provocando un encarecimiento repentino del precio del petróleo. El barril de Brent, de referencia en Europa, superó la semana pasada la barrera de los 93 dólares tras el boicot propuesto por Irán a Israel como represalia. “El nivel de incertidumbre es enorme”, alertaba hace unos días María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, ante las distintas amenazas que se ciernen sobre el crecimiento.
“Por primera vez desde julio de 2022, es poco probable que el BCE suba los tipos de interés. Muchos funcionarios del banco central creen que han alcanzado un nivel lo suficientemente alto como para esperar a ver cómo se transmite la política monetaria restrictiva a la inflación y el crecimiento”, explica Ulrike Kastens, economista para Europa de la gestora alemana DWS.
Estados Unidos también pausará
Al otro lado del Atlántico también llegan señales de pausa. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha sugerido que el organismo monetario no subirá los tipos tras su reunión de política monetaria, que finaliza el 1 de noviembre. Y reforzó el mensaje que los bancos centrales repiten ante la incertidumbre: el precio del dinero se mantendrá alto durante tiempo.
“Hablar de bajadas de tipos es prematuro”, advierten desde el BCE en los últimos días. El mercado estima que no se producirá este giro en la política monetaria hasta la segunda mitad de 2024. Tras la reunión de este jueves, se espera que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, lance un mensaje contundente para reafirmar que la hoja de ruta pasa claramente por mantener los tipos altos “el tiempo que sea necesario”.
El departamento de análisis de Bankinter, sin ir más lejos, prevé que el precio del dinero se quede anclado en el 4,5% actual hasta diciembre de 2024, y que no será hasta 2025 cuando el Eurobanco baje los tipos al 3,75% una vez que la lucha contra la inflación de frutos.
En la era del dinero caro durante más tiempo, la demanda de hipotecas ahondará en su desplome, mientras se aguarda a una guerra de depósitos que no termina de despegar en España. Las nuevas hipotecas ya caen a un ritmo del 20% por la subida de precios a niveles no vistos desde 2009. Una traslación de la política monetaria que está tardando en llegar a los depositantes: los bancos aún cobran un 66% más por los préstamos para comprar vivienda.