Así es, en efecto. Manuel Manrique Cecilia, nacido el 1 de enero de 1954 en Navas de San Juan, un humilde pueblo de cuestas empinadas situado en plena Sierra Morena, no ha vendido El Santo, la mejor finca-palacio de Madrid y alrededores, por la que el actual presidente y consejero delegado del grupo Sacyr Vallehermoso llegó a pagar la friolera de 52 millones de euros, equivalentes a 8.652 millones de las antiguas pesetas, a razón de más de 8 millones por hectárea, a principios de 2007. La rectificación viene a cuento de una nota al margen incluida en el artículo de Jesús Cacho del pasado domingo en este diario, donde se decía que el empresario se había deshecho de la propiedad con las consiguientes pérdidas.
Una fuente cercana al aludido ha querido deshacer el entuerto: El Santo sigue perteneciendo a Manrique. Quede constancia. El episodio de la compra de la susodicha finca-palacio podría ser ilustrativo del esplendor en la hierba que caracterizó la conducta de nuestras elites en los días del boom inmobiliario. Antes de que la crisis arramplara con las ensoñaciones de tanto ladrillero, los nuevos millonarios –alguno de los cuales llegó a figurar en la lista de los más ricos de Forbes- no eran nada, no tenían estatus, no se podían codear con las fortunas de siempre si no eran dueños de una gran finca (“un campo”, dicen los finos) con la que épater la bourgeoise, asunto que explica los precios que se llegaron a pagar por no pocas de ellas.
Fue el caso de la citada, una propiedad de más de mil hectáreas que se extiende por los municipios madrileños de Aldea del Fresno, Navas del Rey y Chapinería, y que fue la herencia que el general Martínez Campos, restaurador de la monarquía de Alfonso XII, dejó a sus herederos. La última propietaria fue su nieta, Dolores Martínez Campos, marquesa de Viesca de la Sierra, que estuvo casada con Juan Herrera Fernández (Banesto, Petromed y otras). Con estos antecedentes y su cercanía a Madrid, no es extraño que Florentino Pérez, el ladrillero presidente de ACS y del Real Madrid, pusiera sus ojos en ella. En realidad el acuerdo entre Floro y la propiedad llegó a estar prácticamente cerrado en 50 millones. Estamos a finales de 2006/principios de 2007, en pleno peak del boom inmobiliario. Ocurrió que antes de recalar en la notaria, el asunto llegó a oídos de un Manrique dispuesto a ofrecer 2 millones más. Y dicho y hecho: ¡El Santo, adjudicado al gran Manolo Manrique por 52 millones de eurazos…!
El palacio con todos sus enseres, muebles incluidos, excepción hecha de la maravillosa biblioteca que los herederos del general Martínez Campos se llevaron consigo, pues la venta se realizó con esa condición. Conviene decir que, en realidad, el verdadero comprador fue el banco, porque se trató de una compra apalancada, como buena parte del paquete accionarial de Manrique en Sacyr, la compañía constructora que estos días es noticia, y no precisamente buena, a cuenta de la suspensión de las obras de ampliación del Canal de Panamá.
Manrique llegó a figurar entre los más ricos del mundo
Antes de que la crisis hiciera acto de presencia, Manrique llegó a figurar en la lista de los más ricos del mundo, con una fortuna valorada en 1.600 millones de euros, gran parte de la cual estaba en forma de acciones de la constructora que él mismo ayudó a fundar en la segunda mitad de los ochenta junto a sus socios y entonces amigos José Manuel Loureda, Luis del Rivero –ex presidente de Sacyr- y Félix Riezu, todos ellos ingenieros de Caminos procedentes de Ferrovial.
A través de la sociedad Cymofag, Manrique llegó a controlar el 9,10% del capital de Sacyr Vallehermoso, porcentaje que, en los mejores días de la Bolsa, llegó a valer casi 1.350 millones -o tempora o mores!-. El paquete se ha reducido hoy al 5,572% y su valor, a cuenta del perro mundo bursátil que tanto daño ha hecho a nuestros millonarios ladrilleros, apenas roza los 90 millones, una cifra capaz de volver loco a la mayoría de los mortales pero claramente insuficiente para quien, como es el caso, debe tantísimo dinero a los bancos.
Manrique, que logró refinanciar su deuda con la banca en 2011, ha intentado vender El Santo sin éxito: las minusvalías implícitas han hecho imposible la operación. La memoria anual de Sacyr correspondiente al ejercicio 2012 incluía un préstamo sin intereses por importe de 274.266 euros otorgado por la propia sociedad a su presidente. Fuentes de la empresa aseguraron en su día que el adelanto había sido solicitado por el primer ejecutivo del grupo “por necesidades puntuales de liquidez y para hacer frente a deudas vinculadas a la compra de acciones de Sacyr”, añadiendo que la cifra le sería descontada de sus emolumentos correspondientes a 2013. En el ejercicio de 2012, Manrique percibió un salario de 2,57 millones de euros, de los cuales 1,4 millones correspondieron a retribución fija, y el resto a variables.