La única duda que en estos momentos se alberga en algunos de los despachos de la sede nacional del PP es si detrás de la caída en desgracia de Alberto Ruiz-Gallardón ha habido alguna mano negra que ha mecido la cuna al ministro de Justicia. Y esta vacilación tiene sus motivos: pocos en el partido y en el Gobierno alcanzan a entender la torpeza con la que ha gestionado la polémica reforma del aborto, contemplada por los menos inocentes como una operación de manual para aniquilarle políticamente y como la exhibición de un incendio a la bonzo por quienes confían en la ingenuidad de Mariano Rajoy y de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.
Pocos en su partido comprenden la torpeza con la que el ministro de Justicia ha gestionado la reforma del aborto
“Yo no creo en la versión más retorcida, una ejecución política del ministro pensada casi con métodos militares para apartarle definitivamente de la carrera sucesoria”, comenta desde el anonimato un alto cargo del PP madrileño. Quienes comparten esta opinión creen que Gallardón ha vuelto a morder el polvo, como ya hizo hace seis años cuando Rajoy rechazó incluirle en las listas a diputado, por culpa de su soberbia y también de su temperamento impulsivo. Por el contrario, hay otros dirigentes del partido que consideran que la veteranía del ministro no deja en este caso espacio para el candor, sobre todo cuando se observa la cuerda que el presidente le dio para enterrar la ley de plazos del aborto y el frenazo en seco que el propio Rajoy ha impuesto a la reforma desde que a mediados de enero dijo desde la tribuna del Congreso que había “puntos controvertidos” en ella que deben tratarse “con sensibilidad y delicadeza”. Un mes después, en el reciente debate del estado de la nación, el presidente ni siquiera mencionó este cambio legislativo, consciente del incendio que ha provocado en las filas de su partido y del regalo que Gallardón le ha hecho al PSOE en la campaña electoral de las europeas.
Después de darle cuerda, el propio Rajoy ha puesto en stand by la reforma al admitir en ella "puntos controvertidos"
¿Qué pasó hace dos años por la cabeza de Mariano Rajoy para nombrar a Ruiz-Gallardón ministro de Justicia?, se preguntan, visto lo visto, algunos de sus compañeros de Gabinete y no pocos dirigentes del PP, sorprendidos por la rapidez con la que el eterno aspirante a la sucesión ha vaciado su capital político en un tiempo récord. “La lógica dice que si antes del inicio de la legislatura sabíamos que entrábamos con Gürtel y Bárcenas en un campo sembrado de minas, correspondía poner en Justicia a alguien de entera confianza, sensato y juicioso, todo lo contrario de lo que ha sido Gallardón en su carrera política”, describe un alto cargo del PP. Para buena parte de los altos cargos del partido, “el ministro se ha alejado tanto de la orilla que ya es imposible salvarle”, suponiendo que alguien estuviera dispuesto a ejercer de socorrista con una persona que se ha caracterizado por hacer pocos amigos debido a su carácter desleal e intrigante.
"El ministro se ha alejado tanto de la orilla que ya es imposible salvarle", advierten altos cargos del PP
Es en este contexto donde en amplios sectores del PP y también del Gobierno se acierta a interpretar el lance a favor de la alcaldesa Ana Botella hecho el pasado jueves por Gallardón – “Madrid tiene la mejor alcaldesa que puede tener” – y donde también algunos de los que compartieron con el interesado responsabilidades municipales explican lo que puede estar pasando por su mente. En el primer caso, se ve lógico que el ministro intente utilizar ahora como salvavidas al ala dura del PP, consciente de la guerra que todavía puede darle a Rajoy el expresidente José María Aznar si comprueba que se maltrata a su mujer. En el segundo, se recuerda la herencia que el actual ministro de Justicia le dejó a Botella en la antigua Casa de la Villa, cuyas oficinas se asientan ahora en el vistoso Palacio de Correos. “Además de una deuda superior a los 7.000 millones de euros, la alcaldesa ha heredado un Ayuntamiento ingobernable, con 24.000 funcionarios y un equipo de gestión flojísimo que sigue desbordado por los problemas de una ciudad como Madrid”, explica una fuente municipal.
Algunos sectores del PP ven lógico que Gallardón intente ahora utilizar como salvavidas al ala dura, expresando su apoyo a Ana Botella
En el PP se rememora estos días la conversación de ascensor que Gallardón mantuvo en 2008 con la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre minutos después de que Rajoy les cerrara el paso a ambos en las listas al Congreso. “No sé por qué te pones así, si gana Mariano, te podrá hacer vicepresidente, si pierde, tú y yo estaremos en iguales condiciones…”, le dijo la lideresa. Casi cuatro años después, Rajoy llegó a La Moncloa y contó con Gallardón no como vicepresidente sino como ministro de Justicia, cartera desde la que, a la vista de muchos, se ha venido comportando de manera infiel, sobre todo cuando el pasado verano muchos se esforzaron en dar por enterrado al presidente del Gobierno en plena cresta parlamentaria del ‘caso Bárcenas’, con Rubalcaba frotándose las manos.
Sabiendo que la legislatura iba a convertirse en un campo de minas, pocos se explican en el Gobierno por qué Rajoy eligió a Gallardón para Justicia
“¿Reforma del aborto? Tú deliras, Gallardón”, comenta con sorna una dirigente del PP que da por hecho que Rajoy acabará por dejar dormido el cambio legislativo hasta que el Constitucional no se pronuncie sobre el recurso que su propio partido interpuso hace cuatro años, en la agonía política de Zapatero, contra la interrupción voluntaria del embarazo. “Esto será así, pero el daño está hecho, pues es una reforma que ni siquiera apoyan nuestros votantes”, asegura la misma fuente no sin cierta indignación.
Tú deliras fue la canción con la que triunfó el grupo Reincidentes a principios de los noventa dentro de su serie de ‘Discos Suicidas”. Parte de su letra dice así: Y tú deliras si no consientes con quien no sientes/Y tú deliras tramando cosas muy peligrosas/Y tú deliras golpeando en serio contra el imperio…
Un mes después de entrar en el Gobierno, Gallardón era el ministro mejor valorado. Ahora, está en la cola de popularidad junto al titular de Educación
El entorno de Gallardón asegura que desde hace meses sólo se relaja cuando saca de paseo a su perro. Ya ni siquiera el criterio de María Dolores de Cospedal – “Nuestra obligación es elegir [candidato por Madrid] a quien tenga más posibilidad de tener mayoría absoluta” – le serviría para sobrevivir en la política municipal. El barómetro del CIS de enero de 2012, un mes después de su llegada al Gobierno, le daba una valoración ciudadana del 5,41, la mejor del Consejo de Ministros. Ahora, en la última encuesta, cae a la cola de popularidad junto al ministro de Educación, José Ignacio Wert, con sólo un 2,5. ¿Hasta cuándo y cómo logrará resistir?