Andalucía

Alejandro Magno, el 'paciente cero' del virus del Nilo

La expansión del virus del Nilo confirma que la evolución de humanos y patógenos siempre van de la mano

Cuando el dinosaurio despertó, el virus ya estaba ahí. Nos ponemos grandilocuentes, pero la expansión del virus del Nilo (VNO) tanto en Cataluña como, sobre todo, en Andalucía occidental, confirma que estos organismos microbióticos son parte inherente de la vida y de su evolución. 

De hecho, la investigación de la Historia de la humanidad recobra una inesperada vitalidad gracias al estudio de los virus. Y esto, hace que conectemos la actual crisis sanitaria por el VNO con el mismísimo Alejandro Magno

Alejandro Magno ignoró presagios y advertencias de los locales en Babilonia y entró a la ciudad, a pesar de los malos augurios. “Vio muchos cuervos revoloteando y picoteándose los unos a los otros, de los cuales algunos cayeron frente a él”, escribió Plutarco en el siglo I. Este indicio recondujo varias pesquisas académicas que siempre se habían preguntado cómo murió Alejandro Magno, en el 323 a.C. 

Las conjeturas no han cesado y una de ellas nos remite al actual VNO, o a un pariente lejano de esta dolencia. El epidemiólogo, John Marr, y el experto en enfermedades infecciosas, Charles Calishe relaciona al macedonio Alejandro Magno con una encefalitis provocada por el virus del Nilo Occidental.  

El hecho de que el virus del Nilo atraviese fronteras humanas a través de aves migratorias que son picadas por mosquitos que, a su vez, pican a humanos, hace posible la zoonosis, que un virus pase de la cadena animal a la humana. Eso era tan posible en tiempos de Alejandro Magno como en la Andalucía actual. 

“Es una hipótesis que he analizado y es muy posible”, cuenta a Vozpópuli el Catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca, Raúl Rivas. En su libro de divulgación científica, ‘Historia De Los Microbios. La formidable historia de la microbiología’ analiza como el VNO es un sospechoso habitual en hechos históricos: la muerte de Alejandro Magno con esos cuervos que caen fulminados en pleno vuelo, la epidemia que asoló a los aqueos en Troya y favoreció que unos pocos hombres escondidos en un caballo conquistaran la inexpugnable ciudad, “hay muchísimos ejemplos, el virus del Nilo estaba en el actual Irak hace miles de años”. 

Un riesgo milenario que expande el cambio climático 

La visión de Rivas de los virus no es alarmista. De hecho, ni siquiera es negativa. “Los virus tienen una carga peyorativa, pero si ampliamos la mirada debemos entenderlos como aliados de la evolución humana, son absolutamente necesarios”.  

Sin ellos, explica el microbiólogo, no habría sido posible que se configurara la atmósfera que hoy nos permite habitar el planeta. O los retrovirus no habrían empujado el desarrollo biológico a la reproducción actual, “gracias a ellos, desarrollamos la placenta, lo que supuso un salto evolutivo que hace que hoy seamos la especie hegemónica en el planeta”. 

Lo que sí es unívoco es que el cambio climático está favoreciendo la expansión de patógenos. Fenómenos meteorológicos extremos y un clima más suave durante más meses en el hemisferio norte permiten que los vectores de transmisión operen más tiempo: es decir, más mosquitos. “El VNO es una enfermedad que transmite el animal más mortífero del planeta, los mosquitos, que tienen más meses para contagiar gracias a las temperaturas”, explica. 

El VNO no es el único viejo riesgo que vive un renovado peligro.  Otros virus que también se transmiten por mosquitos o garrapatas suponen una amenaza mayor si cabe. El VNO, las gripe aviar o el virus Crimea-Congo que transmiten garrapatas constituyen un peligroso grupo de enfermedades emergentes.  

Más allá de la notoriedad del VNO en España en su peor año, hay amenazas más relevantes, como es la gripe aviar que en Estados Unidos está transmitiendo de manera inesperada, “es el virus H5N1, un influenza virus, el que supone uno de los candidatos con más papeletas para provocar una pandemia”. 

“Es una guerra constante” 

“Las grandes crisis generan grandes cambios” y esos grandes cambios pueden ser revoluciones, desglosan las investigaciones de Rivas. La Historia, además de la muerte de Alejandro Magno, nos depara numerosos ejemplos.  

Ahí está la peste negra de la Edad Media, que aceleró la llegada del Renacimiento y sus nuevas costumbres sociales; la limitación a la desmedida ambición de Napoleón con una epidemia en la conquista de Haití; la manera en la que el VIH nos ha obligado en el siglo XX a repensar la exclusión social en las fronteras internacionales, pero también sociales... “desde Alejandro Magno hasta el actual reto en África del Mpox: es una guerra continua contra microorganismos que nos define”, sentencia Rivas. 

Los virus no tienen un solo rostro. De hecho, incluso el actual VNO tiene dos linajes diferentes, uno en Andalucía occidental (linaje 1) y otro en Cataluña (linaje 2). Son distintos virus, pero que merced a las aves, se expanden sin fronteras. Ante ello, la mejor receta es más investigación y conocimiento científico, porque como la Historia demuestra, creencias y augurios de nada sirven. Que se lo digan al todopoderoso Alejandro Magno, rendido por un mosquito

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