No hay duda de que el Ayuntamiento de Madrid tuvo algo que ver en el incendio mortal de la M-30, del que mañana día 26 octubre se cumple justo un año y en el que murieron dos empleados de mantenimiento. Así lo pone de relieve la Inspección de Trabajo en un informe fechado en mayo que no ha sido todavía publicado. “Se declara la responsabilidad solidaria de la empresa Madrid Calle 30”, indica la Inspección, que impone a la sociedad municipal una multa de 40.985 euros. El informe califica de “grave” la infracción de Calle 30 y de la subcontratada Emesa (Empresa de Mantenimiento y Explotación M-30, participada al 50% por Ferrovial y ACS), encargada de las labores de conservación de la única autopista española situada dentro de los límites de una ciudad.
El incidente despertó cierta atención mediática, rápidamente ahogada por el caso Madrid Arena una semana después. En abril, una juez archivó la causa penal, pero el PSOE recurrió. “Los partes de intervención de los servicios de Emergencias o de la Inspección contradicen una y otra vez la versión de los hechos que da Calle 30”, lamenta la socialista Ruth Porta, la más activa con este asunto.
La negligencia sistemática de Calle 30 ya era conocida gracias a un informe policial revelado por El País el pasado mes de marzo y Trabajo lo que hace es ahondar en esas irregularidades. La denuncia se centra en el sistema de protección de incendios, que hizo aguas por todas partes. Para empezar, no estaba ni operativo. La importancia de esto último es capital “porque dadas las características del lugar de trabajo y sus circunstancias”, reza el escrito, “ese sistema era imprescindible y su deterioro una circunstancia letal para el funcionamiento de todo el dispositivo de extinción”.
“El sistema antiincendios era imprescindible; y su deterioro, algo letal”
Los fallecidos fueron el jefe de mantenimiento de Emasa, Sergio Martínez Pérez (36 años), y el encargado Gregorio Camacho Díaz (52 años). Murieron intoxicados al inhalar azufre propagado por el ácido contenido en las baterías incendiadas. Algo evitable al no funcionar la protección de incendios, en opinión del Ministerio de Empleo: “Las características de los materiales hacían precisa esa salvaguardia añadida”.
“Las baterías contenían azufre, que es el que ocasionó el fallecimiento de los dos trabajadores. Solo un sistema automatizado de extinción puede evitar con la máxima inmediatez una propagación del gas tóxico, incompatible con cualquier actividad en su entorno”, continúa el informe. Más adelante, Trabajo apunta a “la dirección de la empresa” conocía “la existencia de la deficiencia por la falta de conexión de las bombas de oxígeno”; algo que nunca se corrigió, lo que impidió la “extinción de incendios por agua nebulizada”.
El inspector que redactó el texto (un arduo trabajo de más de 50 páginas) no obvia el “comportamiento imprudente” de uno de los operarios, concretamente de Sergio Martínez, inmediato superior de Gregorio Camacho. “También es cierto, y no menos importante, que la decisión volitiva que determinó la acción debe ser solo imputable a Sergio M. P.”. El parte que elaboró el Departamento de Extinción de Incendios del Ayuntamiento de Madrid, lanzado pocos días después del suceso, recoge varias acciones negligentes por parte de algunos trabajadores de Emasa, quienes al parecer burlaban continuamente el cordón de seguridad de los Bomberos. “Esta situación se repite por la reticencia del personal de Calle 30 a acatar nuestras indicaciones”.
Mientras los Bomberos trabajaban en el túnel la empresa seguía negando el incendio
Con todo, la responsabilidad recae sobre la sociedad municipal, justificada por “la falta de adopción de medidas” o la “ausencia o deficiencia de las medidas preventivas necesarias”. De hecho, hay otra línea de investigación que sugiere acusaciones más graves, como que Emasa tuvo conocimiento del incendio 45 minutos antes de comunicárselo a los bomberos. Según ha sabido Vozpópuli, hay conversaciones telefónicas con el Centro de Control de la empresa de mantenimiento que confirman que se habla del incendio a las 16:27 del 26 de octubre de 2012. A las 17:13 horas, los Bomberos insisten en que el centro de control “no reconoce ninguna incidencia en sus instalaciones”.
A las 17:00 horas, un particular avisó a los servicios de Emergencias, que llegaron nueve minutos después, por lo que probablemente se dio el caso que mientras los bomberos ya trabajaban por extinguir el fuego la empresa seguía negando la existencia de éste.