La respuesta corta es ‘no’. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y las exigencias presupuestarias de la OTAN trasladan a la opinión pública la revisión de un viejo concepto que, de forma recurrente, es objeto de debate: ¿es viable la creación de un ejército europeo? Hay numerosas iniciativas para fomentar la defensa y la seguridad común; también los proyectos armamentísticos compartidos o las misiones internacionales en el exterior. Pero, a día de hoy -y presumiblemente tampoco en el futuro- se constituirá un único cuerpo militar en la Unión Europea.

Ni por operatividad, ni por intereses comunes. Un ejército europeo requeriría una estructura de mando única; algo que, a tenor de los diferentes procedimientos y -sobre todo- de la propia naturaleza de cada país, sería inviable. Fuentes militares consultadas por Vozpópuli inciden en que la riqueza de valores de los aliados es una de las claves que permiten atender diversos desafíos.

Un factor diferencial que, más allá de representar un obstáculo en la creación de una única estructura, es una oportunidad para explotar las diferentes virtudes en función de cada escenario. Es en el Sahel africano donde España se ha erigido como una de las Fuerzas Armadas extranjeras mejor valoradas, por su proximidad y cercanía en las diversas misiones de instrucción y asesoramiento en las que participa o lo ha hecho en el pasado.

Constituir un único ejército europeo -inciden las mismas fuentes- supondría eliminar los matices que ahora mismo se dan en la Unión Europea. Y, por lo tanto, afrontar los diversos desafíos desde las capacidades o cualidades que definen a cada uno de los cuerpos militares de los Estados que forman parte de la organización.

Pero, más allá de cuestiones militares, uno de los aspectos clave es el político. ¿Qué capacidades tendría que aportar cada país para crear un único ejército europeo? ¿Habría un baremo de inversión presupuestaria respecto al PIB de cada Estado miembro? ¿De qué unidades operativas o de dirección constaría?

UE-OTAN

Preguntas, todas ellas, que difícilmente tendrían una interpretación común; Como tampoco ocurre en el seno de la OTAN, que mantiene la soberanía e independencia de cada uno de sus aliados, aunque urja a elevar el presupuesto a los países que se encuentran en el vagón de cola, como España.

Asimismo, también serían previsibles las discordancias respecto a las necesidades que satisfacer. Aunque la mayoría de desafíos son comunes o compartidos, cada país pone el foco en diversos escenarios; que incluso a nivel interno varían tras cada ventana electoral si supone un cambio de color de gobierno.

Sin embargo, la Unión Europea no arroja la toalla. “No hay alternativa a la OTAN para defender a Europa de agresiones externas pero debemos desarrollar capacidad militar propia”, sustentó Josep Borrell mientras se desempeñaba como alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

En un reciente artículo, la Dirección General de Comunicación del Parlamento Europeo destacaba algunas de las iniciativas para fomentar la defensa común en la Unión. "Desde 2016, ha habido un progreso significativo en el área de seguridad y defensa de la UE con varias iniciativas concretas a escala comunitaria para impulsar la cooperación y reforzar la capacidad de Europa para defenderse".

En este sentido, destaca la cooperación estructurada permanente (PESCO), que se puso en marcha en diciembre de 2017, con un marco de proyectos colaborativos en diferentes ámbitos, o el Fondo Europeo de Defensa (FED). También una mayor eficacia en la financiación de las misiones y operaciones civiles y militares, o la estructura de comando y control para mejorar la gestión de crisis de la Unión Europea.

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