Comunidad Valenciana

El juicio a Zaplana toca a su fin: los testimonios que dificultan su absolución

El exministro se enfrenta a una petición de 19 años de prisión en un juicio plagado de conformidades de personas cercanas que le ponen en apuros

  • Eduardo Zaplana y su equipo de abogados, a su llegada al juicio por el caso Erial en la Ciudad de la Justicia de Valencia -

El juicio que se sigue contra Eduardo Zaplana encara su recta final con un pronóstico incierto aunque con una sensación general de que varios de las declaraciones lo colocan en una situación de dificultad para obtener una absolución.

El exministro y expresidente de la Generalitat entró con una aparente posición de debilidad y del devenir del juicio no se puede afirmar que haya fortalecido su argumentario.

Las escasas posibilidades que algunas fuentes jurídicas consultadas por Vozpópuli le atribuyen para poder escapar de la petición de condena del fiscal contrasta con otras que sí le conceden a su equipo de abogados, al menos, haber podido "sembrar dudas" sobre el origen del dinero.

Las principales conclusiones que se pueden extraer desde que comenzó el juicio el pasado 21 de marzo es que Eduardo Zaplana ha sufrido algunos reveses muy importantes por parte de personas de su estricta confianza que así lo han testimoniado y escasos balones de oxígeno.

Detrás del entramado

Y también se puede concluir que la mayoría de pruebas exhibidas en la Sala hacen pensar que estaba detrás de todo el entramado de ocultación de dinero en el extranjero que se analiza este denominado caso Erial.

Hay que recordar que la titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Valencia decidió abrir juicio oral contra Eduardo Zaplana y otras catorce personas (entre las que también se encuentra el expresidente autonómico valenciano José Luis Olivas) por el cobro de comisiones a cambio de las adjudicaciones realizadas para empresas de las Inspecciones Técnicas de Vehículos (ITV) y otras al amparo del Plan Eólico que se cifra en 20,6 millones de euros.

La Fiscalía Anticorrupción pide en su escrito de calificación un total de 19 años de prisión para el expresidente Eduardo Zaplana por ocultar en el extranjero dinero procedente del, presuntamente irregular, cobro de comisiones a cambio de pactar adjudicaciones desde la Administración autonómica. Además le pide una multa de 40 millones de euros.

Mantiene su versión

El caso Erial, como se denomina a este caso, se centra en el presunto desvío del dinero cobrado en las comisiones a cuentas en el extranjero (Luxemburgo, Panamá y Andorra) a través de un entramado de sociedades interpuestas para blanquearlo antes de poder retornarlo a España. Este extremo de la investigación siempre ha sido negado por Zaplana en sus comparecencias ante la magistrada.

En sus dos declaraciones durante el juicio ha descartado haber ocultado dinero en el extranjero ni ordenado amañar las comisiones. Señala a quienes ahora se conforman con el relato de la Fiscalía como los autores de esos presuntos delitos.

El bloque de los 'confesores'

Su amigo de la infancia, Joaquín Barceló, ha llegado a un acuerdo con la Fiscalía y ha reconocido los hechos. ""Era su testaferro. Me pidió que me encargase de su dinero porque él estaba en política y lo hice. Me lo pidió como favor y al principio lo ví lícito", explicaba ante el juez.

El empresario valenciano Vicente Cotino, sobrino del que fuera director general de la Policía y presidente de las Cortes Valencianas, Juan Cotino (ya fallecido), siguió el camino de la conformidad con el Ministerio Público y admitió que su tío acordó con el Gobierno que entonces presidía Eduardo Zaplana el pago de mordidas por el amaño de la privatización de las ITV en favor de la firma familiar, Sedesa.

También su jefe de gabinete, Juan Francisco García, ha reconocido los hechos planteados por el fiscal y atribuye tanto a Zaplana como a los Cotino el plan para obtener dinero de manera ilícita y su participación en los hechos.

Es razonable pensar después de estas declaraciones que Zaplana entró al juicio con un ejército de 'amigos' (que ya no lo son) y consejeros que han perdido su unidad a medida que han ido sucediéndose las peticiones de prisión por parte del fiscal y también cuando la influencia del exministro ha ido menguando con el alejamiento de la política y su consiguiente pérdida de poder. Estos tres son los principales testimonios que van a dificultar su absolución.

La UCO confirma la trama

La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil se suma al relato de culpabilidad del exministro y acredita las prácticas de blanqueamiento del dinero procedente de las presuntas mordidas que se enviaba al extranjero y luego se repatriaba a través de varias empresas y cuentas bancarias.

El empresario sirio Imad al Naddaf que 'descubrió' los papeles que dieron origen a la investigación, también declaró ante el tribunal que los encontró en la casa del exministro que él paso a ocupar unos años después. Los encontró "en un hueco al lado de una caja fuerte".

Estos papeles que son como la hoja de ruta de las actividades delictivas que se están juzgando se los entregó posteriormente a Marcos Benavent, el 'yonqui del dinero', a quien conocía de actos institucionales a los que acudía como representante de la comunidad musulmana de la ciudad.

Un origen de película

Esta rocambolesca historia siembre algunas dudas, como resulta difícilmente explicable que en esos papeles no aparezca ninguna huella dactilar de Zaplana y sí de otras 18 personas (sin identificar), tal y como acredita la Guardia Civil y comunicó el propio presidente de la Sección Cuarta de la Audiencia de Valencia, Pedro Castellano.

El juicio ha registrado contradicciones, algo habitual por otra parte, pero algunas significativas. Si Joaquín Barceló hizo un relato pormenorizado de las cuentas en el extranjero, de ventas pisos como el de Madrid que se analiza en esta causa y la constitución de algunas empresas y la utilización de barcos y avionetas por parte de Zaplana, el cerebro financiero de la trama, Francisco Grau, no lo corroboró.

El grupo de los negacionistas

Aseguró ante el fiscal que Barceló cuando acabó su declaración le dijo: "Me han obligado a hacerlo". Grau se negó a la conformidad con el fiscal y mantuvo su versión porque "no puedo decir cosas que no he vivido" y exculpó a Zaplana mientras inculpó a los Cotino.

Tampoco se puede decir que la declaración del testaferro uruguayo, Fernando Belhot, dejara todas las certezas al tribunal de que el dinero que él controlaba a través de cuentas en su país y de las empresas Imilson y Fénix Investments fuera todo de Zaplana. Reconoció alguna operación de esas cuentas que correspondía a su propio dinero, algo que consiguió que explicara el letrado de Zaplana.

Belhot es un 'islote' entre el grupo de los 'confesores' y los negacionistas y trató de mostrarse como un profesional que se limitó a desarrollar su actividad y acudiendo a la confidencialidad de los trabajos con los clientes para escabullirse de las preguntas comprometidas.

La abogada Beariz García Paesa también corroboró que "nunca" le dijeron que las cuentas creadas en el extranjero fueran de Eduardo Zaplana.

"Su nombre nunca fue mencionado y jamás le dije a Belhot (el testaferro uruguayo) que los fondos eran de Zaplana", afirmaba durante su intervención ante el tribunal.

Un fuego cruzado que se remató con la intervención del excomisario José Manuel Villarejo, quien añadió un contenido cinematográfico al argumento del juicio. "Fue un complot de Mariano Rajoy y Juan Cotino contra Eduardo Zaplana", aseguró durante su testimonio, en que el que además manifestó que desde la UCO se acordó "colocar" los papeles del sirio en casa de Zaplana que posteriormente encontró el empresario sirio.

Esta versión la refrendó Marcos Benavent 'el yonqui del dinero' quien en su declaración se manifestó en sentido contrario a lo que había confesado durante la instrucción después de cambiar su dirección letrada y asegurar que le obligaron a implicar a gente del PP porque su anterior abogado "era muy rojo" e iba "de vacaciones a Corea del Norte".

El final del juicio

Este 'salseo' fue también jalonado contras declaraciones más o menos televisivas de chóferes, peluqueros y testigos variopintos de segundo nivel en el plano comunicativo pero que suman en el contenido final de las declaraciones.

Ahora es el tribunal el que ya debe empezar a formarse su propia opinión de lo que ha sucedido durante este juicio que encara probablemente sus dos últimas semanas antes de las conclusiones. Es difícil vaticinar cuál será el veredicto final para Eduardo Zaplana pero la mayoría de los principales acusados no han declarado a su favor.

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