España

¿Divorcio a la vista en la Zarzuela? La reina Sofía quiere ajustar cuentas

Con la abdicación, se cayeron las caretas, se acabó la comedia. Don Juan Carlos y doña Sofía han dejado ya no sólo de compartir actos oficiales, sino también de convivir. ¿Divorcio a la vista? ¿Separación? Antes habría que ajustar algunas cuentas.

  • La abdicación de don Juan Carlos precipitó todos los rumores sobre el cacareado divorcio en la Zarzuela

Era una verdad a voces. Ni se ocultaba ya ni se disimulaba. El matrimonio de don Juan Carlos y doña Sofía hace demasiado tiempo que no funcionaba. Estaba prácticamente roto. Pero apenas se hablaba de ello. Como si tal cosa. Hipocresía oficial y desinterés social. Se mantenían remotamente las apariencias y se cumplía con la agenda. Tras el escándalo Corinna y Botsuana, todo voló por los aires. Doña Sofía había perdonado durante años excesos de su esposo que no trascendían abiertamente a la opinión pública. Pero la cacería africana fue demasiado. Ahora toca pasar al cobro viejas facturas. O, sencillamente, la reina madre pretende tan sólo que se cumpla con lo establecido.

El origen de los rumores

La abdicación de don Juan Carlos precipitó todos los rumores sobre el cacareado divorcio en la Zarzuela. Una realidad oculta se abría camino. La información del rotativo italiano La Repubblica lo expresaba abiertamente esta semana. Daba por hecho incluso que se produciría un anuncio formal de la ruptura. En Palacio no concedían crédito alguno a un rumor viejo que ahora ha reverdecido. Pero este asunto ha sido la comidilla en numerosas cenas agosteñas de gente muy próxima a la Familia Real, así como de políticos y financieros. La teoría de quienes siguen los asuntos de Palacio es muy sencilla y tradicional: la rumorología que aparece en la prensa italiana viene de parte del rey, la de la prensa alemana, de la reina. En cualquier caso, ahora que en Zarzuela se habla muy poco y que los portavoces oficiales de Palacio extreman la prudencia hasta límites herméticos, en el entorno de los padres del Monarca se ha aligerado la lengua y los chascarrillos y comentarios se suceden sin moderación ni tregua.

No parece que haya divorcio a la vista, pero se insiste en la posibilidad de que Zarzuela emita, dentro de unos meses, una nota que aclare el estado formal de la relación entre los padres de Felipe VI. La relación matrimonial ya es inexistente, como se ha podido comprobar en forma estruendosa este verano. Sin apenas agenda oficial, sin compromisos públicos, sin responsabilidades, cada uno va por su lado, y ni se encuentran, ni coinciden, ni se ven. Ni se importan ni se estorban. Se soportan lo justo. Doña Sofía ha regresado a Madrid después de sus vacaciones de verano en Mallorca. Se instalará la reina madre en sus aposentos de Palacio y seguirá haciendo su vida. De don Juan Carlos apenas se ha sabido nada en este verano, alejado de Palma, recluido en intramuros, con un par de actos oficiales (viaje a Colombia y Mundial de básket) y algunas salidas a cenar con amigos y parientes.

La opinión de don Felipe

Ya no hay formalidades que respetar ni apariencias que guardar. El vínculo matrimonial se esfumó hace mucho tiempo y la abdicación de don Juan Carlos ha ayudado a clarificar las cosas. No hay prisas en la Familia Real por concretar la separación. Al menos don Felipe no las tiene.

Mucho han hablado y trabajado padre e hijo este verano en Madrid. Está pendiente la definición y concreción del papel, tratamiento, funciones, atribuciones y sueldos de los reyes salientes. Este es un asunto delicado que han cerrado padre e hijo, con la natural consulta a doña Letizia y por supuesto a doña Sofía. La reina Letizia tiene una relación excelente con su suegra. No así con su suegro, enemigo radical de que su hijo matrimoniara con una plebeya. La ceremonia de abdicación fue una muestra más, cruel hasta el sadismo, del trato que ha dispensado don Juan Carlos a su nuera durante todos estos años.

El nuevo estatus de los padres del rey está ya cerrado y se comunicará al mismo tiempo que Zarzuela anuncie las nuevas medidas de transparencia que el rey ha decidido poner en marcha. Cambio de ritmo, cambio de música y de libreto en Palacio. Nuevos tiempos, nuevos comportamientos y mayor aproximación a la sociedad.

Es manifiesta la voluntad del rey padre de alejarse lo más posible de las responsabilidades del protocolo y de la esclavitud de las exigencias de la Institución. Ayudará en todo lo posible a su hijo, como siempre ha hecho, pero ya marcó cuál será su estilo durante la las jornadas de proclamación de don Felipe. Desaparecer. El rey invisible, le llaman ya algunos círculos monárquicos cada vez más alejados de Palacio.

Medio siglo en pareja

Don Juan Carlos sí quería cerrar formalmente su relación matrimonial con una nota o comunicado en el que se plasmara oficialmente la separación de quien ha sido su esposa durante medio siglo. El 14 de mayo de 2012 cumplieron sus bodas de Oro. Ya todo estaba roto. No había futuro alguno para la relación. El alejamiento físico de la pareja era realidad, firmemente evidenciada este verano, tras la abdicación. Don Juan Carlos, que no consigue recuperar su tono físico desde la última operación de cadera, quiere alejarse del mundanal ruido. Hay quien ve su futuro lejos de España.

No comulga con la idea de emitir un comunicado la reina doña Sofía, al menos por lo que se comenta en el entorno familiar. Pese a que la madre del rey pasa desde hace años largas temporadas fuera de España, preferiría no abordar oficialmente el asunto de la separación. Al menos hasta que no se hayan puesto en orden los asuntos crematísticos y patrimoniales. El divorcio del rey padre no está contemplado ni en la Constitución ni en la tradición. Era la costumbre entre los Borbones que, llegado el caso, cada cónyuge hiciera la vida por su cuenta sin necesitar de hacer declaraciones públicas o formalizar las rupturas mediante escritos o actos oficiales. Así, por ejemplo, Alfonso XIII, que se fue a Paris.

En caso de producirse el divorcio, nada se sabe, por ejemplo, sobre qué se hará con los títulos dinásticos de uno y otra. El rey padre seguiría siendo rey pero la reina madre tan sólo es reina en condición de esposa de Monarca. ¿Qué pasaría en esa situación?. También doña Sofía, después de tantos años de paciencia y desplantes, de desprecios y sinsabores, querría dejar bien atados los asuntos económicos, según se comenta en círculos familiares. Sus asesores le han advertido seriamente sobre el particular y ella ha tomado muy buena nota. El caso de su hermano, exiliado en Londres y en no buena situación económica, es un ejemplo que tiene bien próximo. Nada de notas hasta que no se hayan resuelto estos asuntos tan oficiosamente fundamentales. Si se sale de Palacio, si se rompe el vínculo conyugal con el rey, hay que tener los asuntos financieros muy bien arreglados.

Los dineros del Monarca

Pocos conocen la realidad sobre los dineros del rey emérito, su caudal y su patrimonio. Se pudo comprobar cuando apareció en Suiza una desconocida herencia de su padre, don Juan. Muchas brumas y poca transparencia. La revista Forbes, en afirmación arriesgada y sin base documental clara, habló de 1.800 millones de euros. Parece que en esas cuentas había notables confusiones entre el Patrimonio Nacional y el patrimonio personal del rey padre.

En cualquier caso, el divorcio de los padres del rey produciría enormes trastornos y complicaciones no sólo para la Corona sino para don Felipe VI, que se esfuerza ahora a brazo partido por recomponer la Institución y rescatarla de la difícil situación heredada. No caben aquí las prisas. Don Juan Carlos no haría nada que complicara mucho la vida de su hijo, quien, por cierto, aparece muy alejado de los asuntos dinerarios de su progenitor. No hay, pues, prisas con la nota. Ni la madre ni el hijo están por complacer, hoy por hoy, al rey padre.

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