España

El Gobierno asume que se enfrenta a una profunda crisis de credibilidad por la corrupción

Mientras la investigación avanza en los juzgados, el equipo de propaganda de Moncloa colapsa: "Que cuando delincuentes confesos mienten, no marquen la agenda"

  • Pedro Sánchez, ante la prensa. -

El Gobierno asume que se enfrenta a una profunda crisis de credibilidad por la corrupción. Y así lo reconocen fuentes del Ejecutivo. La declaración este jueves del comisionista de la trama Koldo, Víctor de Aldama, que apuntó directamente al presidente del Gobierno y a buena parte de la cúpula socialista, ha dinamitado la agenda política. Mientras la investigación avanza en la Audiencia Nacional, el equipo de propaganda de Moncloa colapsa: "Que cuando delincuentes confesos mienten, no marquen la agenda", pidió el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, uno de los señalados por Aldama a quien acusa de haber recibido un sobre con 15.000 euros. 

El temor del núcleo duro de Moncloa es que la Legislatura -lo que quede de ella- ya solo gire alrededor de este asunto. Entre los ministros, la tensión es evidente. No se detecta por sus declaraciones públicas, más bien por su exagerada reacción de tranquilidad. Ninguno, empezando por el presidente Sánchez, da un ápice de credibilidad a todo lo que contó Aldama ante el juez durante dos horas. Pero el líder socialista admite la mancha de la corrupción: "Este Gobierno es un gobierno limpio", dijo. Este y no los anteriores. El matiz es importante y en política, como en casi todo en la vida, es mas importante lo que se dice sin decir que lo que se verbaliza. 

Tanto Sánchez como el PSOE llevan meses replicando que actuaron con celeridad cuando tuvieron conocimiento de la trama y esta saltó a los medios el pasado mes de febrero. Por eso, iniciaron el proceso de expulsión del exministro José Luis Ábalos tras negarse a entregar el acta de diputado que aún conserva. El Tribunal Supremo investiga formalmente al exministro de Transportes por su "papel principal" en la red que campó a sus anchas en su ministerio para sacar provecho personal de la compra de mascarillas durante lo peor de la pandemia. Sobre Ábalos penden los delitos de organización criminal, tráfico de influencias y cohecho.

El Gobierno está en crisis, porque aunque nadie dentro pone la mano en el fuego por su excompañero -es más, le han tirado a los leones-, lo que está por llegar puede ser una bomba aún mayor de consecuencias todavía más impredecibles. Sánchez pidió pruebas a Aldama tras sus "insinuaciones". Y este, que salió este jueves de la cárcel, le dijo que las tendrá. En el Ejecutivo dicen no creer que Aldama tenga material incriminatorio. Pero cuesta pensar que el empresario se haya lanzado a la yugular del "mitómano" Sánchez, como le definió, sin respaldo documental.

Lo que está claro es que nadie imaginó, cuando José Luis Ábalos defendió en la tribuna del Congreso la moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy por la sentencia de la trama Gürtel, que seis años después ese hombre de apariencia afable y potente retórica terminaría imputado por otra supuesta trama corrupta cuyo comisionista ha salpicado a buena parte del actual Ejecutivo -María Jesús Montero, Fernando Grande-Marlaska y Teresa Ribera- y a la cúpula dirigente del PSOE.

Las últimas revelaciones de la Guardia Civil sobre la trama Koldo apuntaro a José Luis Ábalos y provocaron su imputación. Y Ábalos no es cualquiera, ya que fue un hombre clave del engranaje de poder con el que Pedro Sánchez logró el trono de Ferraz 70, primero, y el de Moncloa después. Los informes sobre el político valenciano han reactivado todos los dolores de cabeza posibles a su exjefe, porque están volviendo a poner de actualidad escándalos pasados, como el aterrizaje de la presidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en Barajas la madrugrada del 19 al 20 de enero de 2020.

Y es, precisamente en ese episocio, en el que Aldama involucra a los ministros citados en un plan para cenar con Rodríguez en el que Sánchez también estaba convocado, siempre según el relato del comisionista. Gracias a ese informe se ha pillado una mentira del presidente sobre si sabía o no del vuelo de la dirigente extranjera y de las sanciones comunitarias que impedían que tomara tierra. Pese a todo, autorizó con un "bien" a Ábalos que fuera a recibirla. En verdad, se viven horas bajas en Moncloa. En términos políticos, casi todo lo que puede ir mal, va mal. El Gobierno es incapaz de controlar la agenda. Está asediado por la investigación a Begoña Gómez y a José Luis Ábalos. Y ahora también por las amenazas de Víctor de Aldama.

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