España acaba de cumplir dos años con un Gobierno de coalición. Y los partidos que la integran -PSOE y Unidas Podemos- han celebrado la efeméride a puñalada limpia. La guerra entre socios se ha recrudecido en los últimos días por la campaña de acoso y derribo de los socialistas contra el ministro de Consumo, Alberto Garzón.
Y todo por el patinazo del líder de Izquierda Unida en la prensa extranjera hablando mal de algunas empresas del sector cárnico español, a las que acusa de producir carne de peor calidad en macrogranjas contaminantes. Las declaraciones del titular de Consumo, que se reafirmó diciendo que eran impecables, han soliviantado a los principales asociaciones de ganaderos del país. Y también a los principales barones socialistas.
En Ferraz, el cuartel general del PSOE, saben que las elecciones del próximo 13 de febrero en Castilla y León abrirán un nuevo ciclo político y electoral en España. Y el lío de la carne en el que se ha metido Garzón -el segundo en un año- ha adelantado la precampaña, si no la propia campaña. Por eso, el PSOE, con la bendición de su jefe, Pedro Sánchez, se ha echado al monte para cazar al titular de Consumo, el ministro con menos atribuciones del Gobierno.
De la calma tensa a los disparos
Este viernes, en el Comité Federal del PSOE, volaron varios disparos a Garzón: desde el presidente de Castilla- La Mancha, Emiliano García Page, pasando por la ministra de Educación, Pilar Alegría, los candidatos socialistas a la Junta de Andalucía, Juan Espadas, y a la Junta de Castilla y León, Luis Tudanca y hasta la exvicepresidenta Carmen Calvo.
Uno de los más sonoros fue el del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien disipó cualquier atisbo de duda respecto a la posición pública del PSOE en el asunto de las macrogranjas: "Tenemos un sector ganadero con una altísima calidad". Ese guiño socialista, no obstante, tiene una motivación clara. El PSOE se juega mucho en Castilla y León, una comunidad donde la ganadería tiene un peso capital.
En verdad, un batacazo de los socialistas supondría un revés considerable para el presidente y para el aparato del partido, aupado a los mandos de la estrategia del Gobierno tras la salida de Iván Redondo y la entrada de Óscar López como jefe de gabinete de la presidencia. El jefe del Ejecutivo busca salvar los muebles para evitar otro golpe como el que le asestó Isabel Díaz Ayuso en Madrid.
La pelea de reforma
Las cosas entre los socios ya estaban tensas, aunque reinaba una aparente calma tras el acuerdo a tres con patronal y sindicatos que alumbró la reforma laboral. Las fuentes consultadas oteaban escaramuzas a cuenta de los pactos con los que el Gobierno intentará aprobar en el Congreso el decreto del proyecto estrella de Yolanda Díaz. Pero el patinazo de Garzón ha desencadenado todo.
Y es que los morados instar a cuidar a la mayoría de la investidura y en el PSOE no descartan apoyarse en Ciudadanos para salvar el texto tal cual está redactado y, así, no cambiar ni una coma que sacaría de la ecuación a los empresarios, algo que tampoco quiere la propia lideresa in pectore de Unidas Podemos. Mientras, algunos socios habituales del Gobierno, como ERC y Bildu, siguen reticentes a darle un 'sí' a la reforma.
Más allá de la geometría en el Congreso, PSOE y Unidas Podemos también se miran de reojo porque Sánchez ha aplazado a este año el resto de proyectos estrella de los morados. La ley trans, la ley de vivienda y la de bienestar animal siguen en el cajón del Consejo de Ministros. Precisamente esta última también explica el incendio de Garzón antes de los comicios del 13-F.
Los morados acusan al PSOE de responder a los intereses de la caza en España por paralizar la protección que brindará su ley a los perros que usan en el sector cinegético. La batalla entre Unidas Podemos y el ministro de Agricultura, Luis Planas, no tiene visos de terminar pronto. Además, en este mar revuelto, el lado socialista del Gobierno teme que Vox se haga aún más fuerte. Y es que los de Santiago Abascal están ganando músculo diario en las encuestas a falta de tener candidato confirmado.
Podemos, no obstante, consciente de que sus opciones de partida en Castilla y León son "muy difíciles", como detallan fuentes de la formación, cree que si se sabe jugar bien la baza del lío de Garzón los pequeños agricultores y ganaderos terminarán apoyando el fondo del mensaje del ministro de Consumo. La clave, una vez más, es polarizar una campaña entre bombardeos constantes.