Miren Larrion fue la líder de Bildu en Vitoria durante cinco años. En las últimas elecciones municipales, celebradas en 2019, las encuestas apuntaban a que podía convertirse en alcaldesa. Y hasta en su día sonó como candidata a lehendakari de la coalición abertzale. Ahora, quince meses después de que estallase el escándalo que sorprendió a propios y extraños y acabó con su carrera, acaba de ser condenada a tres años de cárcel por hurto y por suplantación de identidad.
La ex líder de Bildu en Vitoria no entrará en la cárcel. Aceptó su condena a cambio de eludir la prisión y, en su lugar, realizar trabajos comunitarios. La sentencia del Juzgado de lo Penal número 2 de Vitoria conocida este martes explica al detalle que Larrion robó la cartera de una compañera en la sede del partido y, después, mediante un "plan preconcebido", se hizo pasar por ella.
Esta condena tiene en cuenta la atenuante de "alteración psíquica" de la acusada, que "presentaba en el momento de los hechos un trastorno de estrés agudo y trastorno de ansiedad generalizado, que afectaba a sus facultades volitivas e intelectivas, si bien mantenía el sentido de la realidad conservado". Estaba estresada, pero sabía lo que hacía. No tenía una enfermedad mental.
El plan de la ex líder de Bildu
Los datos que aparecen en la resolución judicial parecen sacados de una película de espías. Larrion perpetró el hurto de la cartera el 22 de diciembre de 2020. Obtuvo 50 euros y diversa documentación de Rebeka Martínez de Compañón, entonces responsable de Comunicación de Bildu en Álava. Gracias a los documentos tuvo más sencillo llevar a cabo su plan.
Durante dos meses la entonces portavoz municipal de los bildutarras hizo de todo para suplantar la identidad de su correligionaria. Primero acudió a una tienda de Vodafone y contrató una línea telefónica de prepago haciéndose pasar por Martínez de Compañón. Luego creó una cuenta de correo electrónico con los datos personales de su compañera y "vinculándola al teléfono contratado previamente".
Del disfraz al Whatsapp
Además, acudió a una oficina de Correos y, nuevamente haciéndose pasar por su compañera, para lo que llegó a exhibir el DNI que le había robado, "firmó con su nombre un contrato de apartado de correos de tres meses de duración". Tres días después Larrion, que en todas estas ocasiones se disfrazaba para imitar el aspecto de su compañera y para no ser reconocida, acudió a una oficina de Bankinter para abrir una cuenta bancaria. Para hacer los trámites se comunicó con el banco por Whatsapp. Lo hizo utilizando el perfil que había creado vinculado al teléfono, con una foto de su compañera.
Todo terminó cuando el 22 de febrero de 2021, dos meses después del robo, acudió al banco para recoger una tarjeta asociada a la cuenta que había creado. Hizo el trámite, para lo que firmó con el nombre de su compañera, y salió de la entidad. No podía ni imaginar que estaba siendo vigilada por la Ertzaintza, que la detuvo allí mismo.
Aunque en un primer momento negó los hechos y aseguró a los agentes que era Martínez de Compañón, su suerte estaba echada. Dimitió de todos sus cargos y cambió la política por los juzgados. Sólo ella sabe para qué diseñó y ejecutó su plan.