Primero fue Soraya Sáenz de Santamaría. Luego María Dolores de Cospedal. Y ahora José Ramón García-Hernández, una de las personas más simpáticas y queridas dentro del PP. Él es el tercer rival de Pablo Casado en las primarias de hace un año que abandona la primera línea política.
Tras ver cómo el líder del PP colocaba a Valentina Martínez Ferro al frente de la Secretaría de Relaciones Internacional del PP, que ha dirigido en los últimos ocho años, García-Hernández decidió pedir el reingreso en la carrera diplomática y ya está trabajando en el Ministerio de Asuntos Exteriores, a la espera de que se le asigne un cometido concreto dentro del departamento de Josep Borrell.
El que ha sido la voz del PP en política exterior en los últimos años se ha ido de Génova sin hacer ruido. En las pasadas elecciones generales del 28-A no consiguió ser reelegido diputado por Ávila, sabiendo que tenía remotas posibilidades de volver al Congreso de los Diputados -donde ha estado desde 2014 como portavoz en la Comisión de Asuntos Exteriores- ya que Casado le colocó de número dos de la lista del PP cuando sólo había tres escaños en juego.
Su momento de mayor visibilidad pública fue en julio de año pasado, en el proceso de primarias para dirigir el PP tras la dimisión de Mariano Rajoy. García Hernández presentó su candidatura con su diminutivo 'Joserra' como eslogan y guiños al tradicional voto católico. Su programa era el más renovador y giraba en torno a dos ideas.
A nivel orgánico, propuso primarias a todos los cargos y una limitación de ocho años para cualquier puesto. Era la manera, decía, de convertir el PP en un partido de los afiliados y no de los cuadros. A nivel programático, quiso "reunir" el centro derecha recuperando los valores liberales, conservadores y del humanismo cristiano. "Principios fuertes, con políticas modernas", aseguró en una entrevista a Vozpópuli.
Al final, quedó en cuarta posición: Sáenz de Santamaría logró 21.513 votos (37%), seguido de Casado (19.967, 34%), Cospedal (15.090, 26%), José Manuel García-Margallo (680, 1,18%), García-Hernández (668, 1,15%) y Elio Cabanes (185, 0,3%).
García-Hernández fue el primero en dar su apoyo a Casado en la batalla de los compromisarios con Sáenz de Santamaría, antes incluso que Cospedal y García-Margallo. A ambos les unía sus vínculos con Ávila ya que el luego se convirtió en líder del PP fue diputado abulense desde 2011 a 2019, pero el apoyo de García-Hernández en ese momento decisivo no fue correspondido por Casado cuando se apagaron los focos del XIX Congreso del PP.
Mientras que Cospedal y varios de los suyos fueron integrados en la Junta Directiva -aunque en noviembre del año pasado la exsecretaria general del PP tuvo que dejar la política tras aparecer junto a su marido en audios de Villarejo- y García-Margallo encontró un hueco en la lista al Parlamento Europeo, el caso de García-Hernández fue diferente: se quedó de forma disciplinada en el Congreso ejerciendo su papel de portavoz de Exteriores y al ver que no iba de número uno por Ávila, supo que su regreso a la vida de diplomático estaba más cerca.
Regreso en mal momento
En cierta manera, sigue los pasos de sus predecesores en política exterior del PP, Gustavo de Aristegui y Jorge Moragas, quienes dejaron la primera línea política para ejercer de embajadores: en la India el primero antes de sus problemas judiciales; y primero en la ONU y en la actualidad en Filipinas, el segundo.
Sin embargo, García-Hernández regresa a Exteriores en un mal momento ya que si el Gobierno de Pedro Sánchez saca adelante la investidura, tendrá que conformarse con alguna embajada de segundo o tercer nivel a la espera de que el PP regrese al poder. Por el momento, mantiene su afiliación al PP -algo que no es incompatible con su condición de diplomático en activo- pero deberá abstenerse de hacer declaraciones de índole político en público.