Salvo sorpresa de última hora, algo a lo que nos tiene demasiado acostumbrados Pedro Sánchez, Santos Cerdán será reelegido este domingo secretario de organización del PSOE. No es habitual que se revalide este puesto de gran responsabilidad orgánica por un periodo de dos mandatos seguidos. Y tampoco iba a ser así esta vez, según los planes de Sánchez, hasta que hace unos días el comisionista Víctor de Aldama le señaló directamente por haber cobrado 15.000 euros en comisiones. Este viernes, en el arranque del 41 Congreso Federal, hasta su declarada enemiga pública, con la que han mantenido varios encontronazos durante estos últimos años por el poder en Ferraz, defendía en público su reelección. "Esperemos que siga de secretario de organización muchos años más" decía María Jesús Montero.
Pero lo cierto es que en Sevilla, ciudad que acoge el cónclave socialista, el nombre de Santos Cerdán está en boca de todos. Y no precisamente para bien. Su gestión como número tres del partido ya había sido muy cuestionada en los últimos meses, con varias federaciones enfadadas con él. Pero la sombra de la corrupción, desde el caso Ábalos hasta su participación en la supuesta revelación de secretos que llevó a Juan Lobato a dimitir, y como testigo al Tribunal Supremo, hacen que el diputado navarro tenga más detractores que defensores en las filas socialistas. Y la decisión de Pedro Sánchez de dar una patada hacia adelante, manteniéndole en el cargo, pese a las múltiples sospechas que pesan sobre él, hace planear una pregunta recurrente entre los delegados y dirigentes territoriales: "¿Y cuándo lo imputen, qué?", se dicen unos a otros.
La mayoría de los que tienen responsabilidades lejos de Ferraz, donde reside el poder orgánico del partido, coinciden en que Cerdán "será imputado más pronto que tarde". Y cuando eso ocurra, añaden, "tendremos a un secretario de organización imputado, algo que no había ocurrido hasta ahora". De esta forma, en un Palacio de Congresos de Sevilla que se ha vestido de gala para acoger el 41 Congreso Federal de un PSOE, acorralado por la corrupción, la opinión generalizada es que el actual secretario de organización federal no debería revalidar su cargo por un segundo mandato. Que "el coste que puede suponer para la organización", si como todo indica el Tribunal Supremo eleva la petición de suplicatorio para imputarle en las próximas semanas, "puede ser brutal". Y suponer "el final de una etapa". Algo que genera pánico en muchos territorios que ven con esperanza la ruptura de los gobiernos del PP y Vox, para poder retornar a gobernar algunas autonomías que se perdieron en 2023.
Críticas de Page y la negociación con Puigdemont
Todas las miradas están puestas en Santos Cerdán. El cónclave socialista gravita alrededor de su secretario de organización, porque está en el ojo de la tormenta. Está recibiendo toda la presión interna. El más descriptivo fue el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page: "Hay barbaridad de pleitos en marcha que establecen una sombra turbia sobre el partido".
De puertas hacia dentro, los socialistas recelan de Cerdán, porque le ven demasiado vinculado a algunos de esos casos. Basta recordar que fue él quien introdujo al circuito de poder en Madrid a Koldo García. Con el ex asesor de José Luis Ábalos en el Ministerio de Transportes empezó todo. Desde que estalló el caso, Cerdán ha sido incapaz de escapar de esa sombra.
Su papel negociador con Carles Puigdemont, con quien se ha visto en varias ocasiones, no le ha ayudado nada. Al revés, le ha puesto en el foco. El secretario de organización, un hombre discreto, de pocas palabras y nada dado a la cháchara, se ve cada día más expuesto. A él no le gusta nada. Pero el goteo de casos e informaciones le tiene atrapado.
Este mismo viernes, Cerdán admitió que pactó con Juan Lobato el comunicado con el que el ya ex secretario general del PSOE-M intentó frenar la crisis que abrió la maniobra, supuestamente orquestada por Moncloa, para arrojar a Isabel Díaz Ayuso el documento autoinculpatorio que su pareja envió a la Fiscalía y que debía custodiarse en secreto. La dimisión de Lobato cuelga ya como una medalla en la solapa de Cerdán. Los socialistas lo ven y se lo toman como un aviso a navegantes.
La planta noble de Ferraz confía en que las incipientes corrientes de contestación interna que se están formando en el PSOE queden desarticuladas con la cabeza de Lobato. Pero cada vez más voces del partido se quejan de las prácticas Cerdán. Hace tiempo que se especula sobre la destitución del secretario de organización, salpicado de lleno por los escándalos. Ahora, se apuesta a que se le mantendrá para no mandar la señal de que tiene algo por lo que asumir responsabilidades. Pero casi nadie cree que se mantendrá mucho más a los mandos de la maquinaria interna de un partido con más de 140 años de historia.