España

Brindis al sol de Sánchez con el uso del catalán en la UE: "Nadie en Europa quiere abrir ese melón"

La apuesta de Pedro Sánchez pro el catalán necesita el apoyo unánime de todos los jefes de Gobierno de la Unión Europea que tienen sus propios problemas con idiomas domésticos

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en el Congreso -

"Nadie en Europa quiere abrir ese melón". Así valoran fuentes diplomáticas a Vozpópuli la promesa que ha hecho Pedro Sánchez de promover el catalán a idioma oficial de la Unión Europea. El guiño del presidente del Gobierno a sus socios separatistas requiere el apoyo unánime de todos los jefes de Estado y de Gobierno en el Consejo europeo. Y es prácticamente imposible, dicen, que salga adelante.

Sánchez quiere convertir el catalán en el primer idioma regional de la UE elevado a la categoría de oficial. El presidente ha dicho que será uno de los objetivos del semestre español en Europa. Y ha comunicado este mensaje en la víspera de la constitución de las Cortes generales elegidas el 23-J, en la que el PSOE necesita el sí de ERC y Junts per Catalunya.

El reto, sin embargo, es casi imposible de llevar adelante. La Unión Europea reconoce 24 idiomas como oficiales. Esto quiere decir que cualquier ciudadano de los 27 países miembros tiene derecho a comunicarse con las instituciones europeas en dicha lengua y recibir respuesta en este mismo idioma.

El catalán necesita a toda la UE

La legislación europea reconoce el multilingüismo como un derecho a proteger dentro del continente. Pero para el uso de idiomas en las instituciones se establece que debe producirse por acuerdo unánime de los jefes de Estado y de Gobierno en el Consejo europeo.

El modus operandi habitual es que la UE suele reconocer como oficial el idioma del país que entra a formar parte del bloque. Incluso en este caso hay conflictos geoestratégicos. Chipre, por ejemplo, forma parte de la UE y su idioma, para Bruselas, es el griego. Pero el turco es igual de oficial en este país y, sin embargo, no está reconocido por Bruselas.

No hay idiomas regionales con el estatus de oficialidad. Según estas fuentes, abrir la puerta al catalán o el euskera provocaría una reacción en cadena en otros Estados de la Unión. Muchos de ellos viven situaciones parecidas a España con idiomas y dialectos propios que solo se hablan en algunas de sus provincias. "Es casi imposible que se pueda conseguir algo así", explican. "Además tendríamos que correr con los gastos, por supuesto".

Sánchez ha sacado del cajón el uso del catalán, euskera o gallego en Europa ahora que la Mesa del Congreso y la investidura están en juego. El presidente en funciones ha subrayado que estas lenguas están reconocidas en la Constitución como "lo que realmente son", un "enorme activo de nuestra sociedad".

"España habla en castellano, pero España también habla en catalán, en euskera y en gallego y, por tanto, nuestro deber es consolidar espacios de representación, de uso y de conocimiento de las lenguas de España", ha dicho.

Sánchez y la aspiración nacionalista

"Debemos hacer más, podemos hacer más, y vamos a hacer más. La promoción de las lenguas cooficiales debe ser tarea de todas las instituciones, también del Poder Ejecutivo, y por eso quiero hacer el anuncio de que vamos a impulsar su uso en las instituciones comunitarias como un compromiso que voy a desplegar a lo largo de la Presidencia española de la Unión Europea", ha añadido.

Esta vieja aspiración nacionalista y separatista ha vivido distintos hitos en los últimos años en Europa. En 2005, con José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa, el Gobierno montó un número en el Comité de las Regiones con el uso de las lenguas cooficiales. Al acto se presentaron el entonces presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall; el valenciano; Francisco Camps; el gallego, Emilio Pérez Touriño; y un representante del Gobierno vasco.

Todos ellos intervinieron en sus respectivos idiomas ante el comité con traductores pagados por el Ejecutivo español. Esa factura siempre la pagará España si Sánchez consigue persuadir a sus socios de la importancia de usar el catalán en las instituciones.

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