Los talibán no olvidan. Ante la comunidad internacional lanzan un mensaje de moderación, pero su mano de hierro ya se nota en Afganistán y los ciudadanos que trabajaron para fuerzas extranjeras sufren sus consecuencias. También los que sirvieron a España, que tratan de llegar a Kabul desde las regiones donde las Fuerzas Armadas tuvieron una mayor presencia. Camino ya imposible, de al menos tres jornadas y salpicado de puestos de control instalados por los talibán. Éstos, tras detectar las intenciones de los primeros, les impiden el caso. Incluso con detenciones, llegado el caso.
Fuentes presenciales consultadas por Vozpópuli detallan el caos en el que se ha convertido Kabul. Los talibán han establecido dos anillos de seguridad en torno al aeropuerto Hamid Karzai, amén de una batería de controles por diferentes puntos de la ciudad. Unos, estáticos. Otros, furgonetas tipo pick-up en continuo movimiento cargadas de hombres armados encargados de mantener su ley. Y una muchedumbre angustiada, más a medida que se aproxima el 31 de agosto, que lucha por salir.
Pero si la situación en Kabul es crítica, ya apenas queda ninguna esperanza para los afganos contrarios al régimen que viven en regiones donde no queda ninguna fuerza occidental. Es el caso de los intérpretes y colaboradores que estos días tratan de llegar a la capital en busca de una escapatoria en un avión. Los que no lo han hecho ya tienen complicado, casi imposible, encontrar la más mínima oportunidad.
Los que trabajaron para España viajan desde provincias y ciudades lejanas. El Ejército se desempeñó durante años en Qala i Naw, dejando un poso de su presencia. Ahora, todo lo que huele a colaboración con fuerzas extranjeras está en grave peligro. En condiciones óptimas son necesarias casi 13 horas para viajar en coche desde Qala i Naw a Kabul. Otras 13 desde Herat. Pero en el escenario actual se necesitan al menos tres jornadas. Con niños, con familia, pero con los bolsillos vacíos en una estampida precipitada.
La presencia talibán
Los talibán son conscientes de ello y han establecido una batería de check points por las carreteras de todo el país. Nadie se mueve sin su conocimiento. La inteligencia del régimen llega a cualquier rincón; también sus fuerzas militares. Y un coche con una familia entera a bordo que se dirige a Kabul en estos días sólo puede significar una cosa: es gente que ha trabajado para otros países.
La orden es clara. Los talibán no quiere dejar salir a todo el mundo de su país. Dicen que necesitan “su talento” para la nueva etapa que se abre. Al menos, esas son sus palabras ante las cámaras y la comunidad internacional. Pero lejos de los focos la situación es diferente y los afganos que trabajaron para España lo sufren. Cuando caen en uno de esos check points, en el mejor de los casos, se les ordena dar media vuelta rumbo a su casa. En otras ocasiones las consecuencias son más dramáticas. Son detenidos con un destino incierto.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, afirmó este martes en una visita al Mando de Operaciones -el corazón desde donde se coordina toda la evacuación- que “no todos podrán entrar” en los aviones dispuestos por el Ejército del Aire, pero que “mientras podamos, intentaremos sacar a todo el mundo”. Los grupos de operaciones especiales del Ejército de Tierra se afanan en buscar a personal afgano que colaboró con España en los alrededores del aeropuerto. En esta fatídica cuenta atrás ya se prioriza a mujeres y niños, más vulnerables, para buscarles un hueco en las aeronaves.
Pero los que ya no están en Kabul probablemente no tienen ya ninguna oportunidad. Su objetivo de salir de Afganistán es, cuanto menos, inalcanzable. En menos de una semana deberían llegar a la capital, encontrar un alojamiento entre unos hoteles que han disparado sus precios, abrirse paso entre la muchedumbre que se agolpa en el aeropuerto y ser rescatados por los militares. Si esas instrucciones son complicadas, la inclemencia con la que se manifiestan los talibán las convierten en imposible.
Los militares españoles superaron la barrera de mil afganos evacuados. De acuerdo a los datos que maneja el Ministerio de Defensa, 537 de ese millar colaboraron con España: 145 para Defensa y 392 para Exteriores. El resto lo hicieron al servicio de otros países europeos o de Estados Unidos.