El proceso secesionista catalán tiene un enemigo principal: la Constitución. Sólo una reforma de la misma podría convertirlo en legal y, por consiguiente, en efectivo. Quien sí lo consiguió fue Sudán del Sur, que a día de hoy es el país más joven del mundo. En julio de 2011 consumó una independencia que tuvo como base el acuerdo de paz firmado con Sudán en 2005. Este pacto supuso el final de un conflicto de guerrillas que duró más de dos décadas y dejó tras de sí 1,5 millones de muertos.
También Kosovo, que en febrero de 2008 proclamó su independencia de Serbia a través de una resolución parlamentaria, de forma unilateral y sin acuerdo previo con Belgrado. Antes de Kosovo, Serbia ya había vivido otra división en el año 2006, cuando los montenegrinos dijeron 'sí' a la independencia en referéndum.
Al margen de independencias completas, existen territorios que viven en una especie de limbo político y cuya soberanía se disputan o se recriminan países vecinos, como ocurre con Nagorno Karabaj -territorio azerí independiente 'de facto' y apoyado por Armenia- o Transnistria, que en 1990 proclamó unilateralmente una secesión no reconocida por Moldavia ni por prácticamente ningún país del mundo.
Sin embargo, el caso más conflictivo de este tipo es el de Abjazia y Osetia del Sur, dos regiones teóricamente georgianas que vieron en 2008 cómo sus reivindicaciones separatistas recibían el respaldo explícito de Rusia. Moscú reconoció entonces a Abjazia y Osetia del Sur como Estados independientes y dio inicio a un conflicto bélico de apenas unas semanas que aún sigue abierto en términos políticos.
Según la cuenta de Twitter Política Exterior, en total son ocho los territorios lo han conseguido "de facto", es decir, sin reconocimiento jurídico: Abjazia, República Turca del Norte de Chipre, Alto Karabaj, Kosovo, Osetia, Sáhara Occidental, Somalilandia y Transnistria. Ninguno de ellos ha conseguido, por el momento, convertirse en miembro pleno de la ONU.