Internacional

Tensión entre la UE y EEUU en plena guerra de Ucrania: Washington hace el agosto con las armas y el gas

Bruselas siente que Washington está actuando de forma desleal. El objetivo ya es evitar una guerra comercial en medio del conflicto en Ucrania

  • El presidente de EEUU, Joe Biden, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el G20 -

Guerra comercial. Dudas sobre el compromiso en torno al Artículo 5 de la OTAN. Retirada del acuerdo nuclear o de los acuerdos de París sobre el clima. "La UE es un enemigo". La era Trump dejó la relación transatlántica en su punto más frágil de las últimas décadas. Por ello, el aterrizaje del demócrata Joe Biden fue recibido en la capital comunitaria con gran alivio y con la esperanza puesta en restaurar los puentes quemados.

Pero la luna de miel duró poco. La poca solidaridad de Washington con las vacunas del coronavirus, la caótica y unilateral retirada de Afganistán, el acuerdo de submarinos AUKUS o el empuje para que los europeos sean más asertivos con China fueron el aviso a navegantes de un terrero que ha terminado de fertilizar la guerra en Ucrania. Mientras en el bloque comunitario sienten el aliento y las consecuencias del conflicto que se libra a sus puertas, los norteamericanos lo rentabilizan con enormes beneficios en torno a la venta de gas natural licuado o de armas. Algo que empieza ya a irritar a los socios de este lado del Atlántico.

Pero el foco de tensión que ha hecho aflorar todas las tensiones ha sido la puesta en marcha de la Ley de Reducción de Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) de los de Biden. Con una artillería financiera de 369.000 millones de euros, el plan de Washington para subsidiar las tecnologías verdes ha hecho saltar las alarmas en Bruselas. La UE lo siente como un retroceso proteccionista y desleal de su principal aliado, que asestará un enorme golpe a la industria europea, especialmente a las compañías renovables y automovilísticas. El objetivo es evitar una guerra comercial en medio de la actual guerra en Ucrania. El propio Thierry Breton, comisario de Mercado Interior, se borró del Consejo UE-EEUU de Comercio y Tecnología celebrado esta semana. El francés ya había amenazado poco antes con llevar el caso a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Con el fin de evitar el cara a cara definitivo, en los últimos días se han celebrado reuniones importantes entre las dos partes. Pero han dejado pocos y pobres resultados. Biden se comprometió recientemente ante Emmanuel Macron, presidente francés, a hacer algunos "ajustes" a su controvertida ley. Pero no entonó el mea culpa. "Estados Unidos no se disculpa y yo no me disculpo desde que escribí la legislación de la que estamos hablando", aseguró en una rueda de prensa conjunta. Pero no hay nada concreto. Y el tiempo corre porque la legislación está llamada a ponerse en marcha en enero. En paralelo, Bruselas abre la puerta a aumentar sus ayudas de Estado para compensar la jugada norteamericana. Pero a menos de dos años de las elecciones norteamericanas, la batalla comercial entre sendos bloques parece no haber dicho todavía la última palabra.

La UE siente la Ley de Reducción de Inflación de Biden como un retroceso proteccionista y desleal de su principal aliado, que asestará un enorme golpe a la industria europea"

Guerra en Ucrania

El 24 de febrero la estructura de seguridad europea y el orden global que conocíamos hasta la fecha cambió para siempre con la invasión a gran escala de Rusia a su vecina ucraniana. Una de las principales consecuencias que ha dejado el asalto de Moscú es el fortalecimiento de una OTAN que poco antes era definida por el propio Macron como en "muerte cerebral". Con este rearmamento, la presencia militar de Estados Unidos en Europa se ha multiplicado, depositando el doble de medios en las fronteras del flanco oriental o la primera base permanente en Polonia.

Estados Unidos y la UE han caminado de forma paralela y conjunta para evitar uno de los grandes propósitos de Vladímir Putin: la división de Occidente. Aunque es cierto que la unidad ha prevalecido sobre los choques, también lo es que hay puntos de vista diferentes en materias sagradas. Y no es para menos: los hay y muy patentes dentro del propio seno europeo. Mientras los países más halcones con Rusia, como los Bálticos o los Nórdicos, prefieren seguir fiando su seguridad al hermano mayor estadounidense, para el eje franco-alemán y para el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, la guerra debería ser la confirmación definitiva de que la UE debe desarrollar su "autonomía estratégica" desligándose de la tutela norteamericana.

Fisuras similares emanan sobre cómo encarar las negociaciones hacia la paz. Desde la Casa Blanca se han aireado comentarios hacia el diálogo con Putin, sugiriendo incluso la idea de concederle territorio como estrategia para sellar la paz. El canciller alemán Olaf Scholz o el galo Macron también han secundado en alguna ocasión la necesidad de mantener canales abiertos con el Kremlin. En el otro lado, desde Lituania o Polonia abogan por arrinconar a Putin hasta las últimas consecuencias. En las capitales orientales solo se acepta el fin de la guerra con un presidente ruso claudicado y no como producto de una negociación. "La táctica de dejar a Rusia invicta y lista para una futura asociación es tóxica. Conduce a llamamientos para poner fin a la guerra mediante negociaciones en lugar de terminarla con una victoria ucraniana", asegura a través de Twitter Gabrielius Landsbergis, ministro de Asuntos Exteriores lituano.

Gas y armas

El regreso de la guerra abierta en el Viejo Continente puso a la UE contra el espejo de su enorme dependencia energética de Rusia. Antes de la contienda, países como Alemania compraban más de la mitad de su gas a este proveedor. Pero apostar todos los huevos a la misma cesta durante años -porque era mucho más barato- les ha salido caro. Una de las prioridades de Bruselas desde el inicio de la invasión ha sido desligarse de la energía rusa. Y para ello ha tenido que buscar mercados alternativos a contrarreloj. En un momento de inestabilidad y volatilidad brutal de los precios de la electricidad, los hidrocarburos son más escasos y más caros.

Uno de los grandes beneficiados -si no el que más- de este cambio de cartas ha sido Estados Unidos, el mayor oponente a las tuberías del Nord Steam I y II. El gigante norteamericano está acumulando grandes ganancias en torno al aumento de los precios del gas. Un mes después de la guerra, Bruselas y Washington cerraron un macro contrato mediante el cual EEUU se compromete a enviar 50.000 millones de metros cúbicos de gas para 2030. El GNL se ha erigido como la principal alternativa al gas ruso en la UE. Y EEUU ha aprovechado el momentum erigiéndose como mayor suministrador del mundo durante este año.

El gran beneficiado de este cambio de cartas ha sido Estados Unidos, el mayor oponente a las tuberías del Nord Steam I y II"

En paralelo, la guerra en Ucrania ha aumentado la demanda de armas de fuego estos meses en el mundo. El grueso de la UE ha destinado 8.000 millones de euros para armar a Ucrania, el 45% de lo invertido por Estados Unidos, según las cifras que maneja Bruselas. La cuestión es que la mayoría de este material bélico se está produciendo en el otro lado del Atlántico, impulsando las industrias de este país, mientras las europeas no dan abasto en un momento en el que, además, los Ejércitos de muchos países como el alemán o el belga empiezan a tener problemas de reservas.

En definitiva, la guerra ha unido al eje transatlántico. Pero camino del décimo mes de combates, la fase que se abre en el futuro amenaza con agudizar las fricciones existentes a ambos lados del Atlántico. Los europeos, con una inflación récord que supera los dos dígitos, están sintiendo los efectos de forma más punzante que los alejados estadounidenses. Y movimientos como la ley inflacionista hacen resonar con más fuerza las palabras que Angela Merkel pronunció hace unos años: "Los europeos debemos tomar el destino en nuestras propias manos".

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