A diferencia del pequeño i3, que funciona de forma completamente eléctrica, el i8 combina un motor de gasolina con otro eléctrico que permite ajustar los consumos pero manteniendo un brillante rendimiento sin limitar por ello la autonomía de funcionamiento. Mide 4,69 metros de longitud, 1,94 de anchura y 1,29 de alto, más corto que un Serie 6, y pesa 1.490 kilos, una cifra muy baja, gracias al empleo de materiales ligeros como el aluminio, el magnesio o el plástico reforzado con fibra de carbono.
El interior del i8 está configurado como un 2+2 plazas, con especial atención para el puesto de conducción, sobre el que gira todo el diseño. Cuenta con tres pantallas de información desde las que se accede a todo tipo de información, ya sea relacionada con la conducción y con el funcionamiento del sistema híbrido como con sistemas telemáticos de entretenimiento. Los diferentes elementos del interior están realizados con materiales plásticos ligeros.
El sistema de propulsión híbrido está compuesto por un pequeño motor de gasolina de tres cilindros y otro eléctrico que, entre ambos, desarrollan 362 CV de potencia. El motor de gasolina de sólo 1,5 litros de cilindrada rinde por sí mismo nada menos que 231 CV y va situado sobre las ruedas posteriores, mientras que el eléctrico ofrece 131 CV de potencia y está ubicado en la zona delantera, actuando sobre las ruedas anteriores. Entre ambos generan unos valores de par de 550 Nm.
Con estas cifras de potencia y par, las prestaciones del BMW i8 son propias de un verdadero deportivo, 4,5 segundos en pasar de 0 a 100 km/h, pero con unos consumos propios de un utilitario de última generación: 2,5 l/100 km. Una cifra que, gracias a las baterías recargables directamente en la red —tarda menos de dos horas en completar la carga—, puede ser aún más baja, pues en modo completamente eléctrico permite cubrir hasta 35 kilómetros —alcanzando hasta 120 km/h de velocidad máxima— con gasto de combustible cero. Según BMW, en una conducción normal en ciudad y carretera podría estimarse un consumo entre 5 y 7 l/100 km.
Se puede modificar el funcionamiento del i8 a través del sistema «Driving Experience Control», que permite alternar entre el modo «Confort» y el «Eco Pro», que busca la mayor autonomía posible, aumentándola hasta un 20 por ciento. Además, activando el modo «Sport» del cambio automático, se modifican los ajustes de algunos elementos del coche, como la respuesta del acelerador, la amortiguación o la caja de cambios. También es posible seleccionar manualmente las marchas.
La batería se recarga principalmente enchufándola a la red convencional, necesitando para una carga completa menos de tres horas. También puede cargarse durante la frenada o mediante el propio motor de gasolina, que también puede colaborar en la recarga accionado el elemento que hace de alternador y motor de arranque.