La vitamina E es un antioxidante liposoluble que se consume a través de alimentos ricos en grasas y que se almacena tanto en el hígado como en los tejidos adiposos de la piel. Un correcto aporte de este tipo de vitamina trae numerosos beneficios para la salud, pero en el terreno de la estética, juega un papel clave… Y es que, la epidermis es la primera aventajada en el sentido beauty.
Resulta que su acción antioxidante, rejuvenecedora y protectora la convierte en una fiel aliada contra el envejecimiento del rostro. “Si somos capaces de luchar contra los radicales libres, entonces podemos reducir las arrugas haciendo que a la piel no le afecte el paso del tiempo”, asegura el cirujano plástico R. Stafford Broumand.
Por otra parte, la vitamina E también protege a la piel del estrés medioambiental que produce la contaminación y los rayos nocivos del sol. Para favorecer su desarrollo, es recomendable ingerir alimentos como las espinacas, las nueces, el aguacate o aceite vegetal.
Además, su uso tópico actúa de antiinflamatorio, por lo que consigue calmar la epidermis, mejorar el estado de las cicatrices o de las arrugas de expresión y aporta un nivel extra de hidratación.
Todos los protectores solares incluyen la vitamina como ingrediente al tratarse de un filtro seguro que además de captar la radiación, regenera los estragos que haya podido causar el sol en el rostro. Los cosméticos que la contienen, también pueden ayudarte a reparar las células dañadas, por lo que en tu rutina de belleza no pueden faltar ni el protector ni al menos uno de los productos para el cuidado facial.
Eso sí, no debemos olvidar que los excesos siempre son malos, por lo que un abuso de esta vitamina podría contribuir también a la aparición del acné, sobre todo en el caso de las pieles grasas.