Albarracín, Teruel
Cuentan que durante siglos fue totalmente inaccesible, atrapado entre vertiginosos barrancos. Por eso precisamente es un lugar tan especial: Albarracín se levanta en un espolón rocoso que sólo por su ubicación merece la pena visitar. Pero además, pocos se atreven a discutir que es uno de los pueblos medievales más bonitos de España, con un casco histórico lleno de secretos. Estrechas callejuelas, escalinatas, pasadizos y hasta un castillo forman una estampa de las de no perderse. Y por si no nos bastara con eso, da una más que digna entrada a la sierra del mismo nombre. Un imprescindible en el top 10.
Sos del Rey Católico, Zaragoza
Cuando Berlanga vino aquí a rodar La vaquilla, sus vecinos ya estaban acostumbrados a personajes ilustres. De hecho, la segunda parte del nombre de esta localidad, “del Rey Católico”, se le añadió después de que naciera aquí el infante Fernando, que después se conocería como el Fernando de tanto monta, monta tanto. Por eso no es de extrañar que este municipio tenga tantas joyas en no tantos metros cuadrados: la Cripta del Perdón, el Palacio de Sada, el castillo en lo alto de la Peña Feliciana que en sus tiempos reforzaba la línea defensiva entre los reinos de Navarra y Aragón, los siete soportales de la muralla que aún se conservan... Para no perder detalle.
Taramundi, Asturias
Uno de esos pueblos de cuento que traslada al visitante a otra época. Rodeado de naturaleza salvaje, pequeños riachuelos y antiguos molinos bien conservados (precisamente aquí se encuentra el museo Mazonovo, el mayor museo de molinos de España), en este rincón del oeste asturiano, cerca ya de Galicia, se levantan casas de piedra y tejados de pizarra que parecen haber nacido al mismo tiempo que su entorno. Son famosos también los ferreiros de Taramundi que fabrican estupendas navajas y cuchillos. Un imprescindible para los amantes de lo rural con todas las letras.
Hondarribia, Guipúzcoa
Aunque es de esas localidades que no necesita presentación, para quienes aún no lo ubiquen en el mapa tienen que situarse a 5 kilómetros de Irún, a los pies del monte Jaizkibel. Una vez allí sólo hay que perderse por el casco viejo, el barrio de la Marina con sus casas de colores, la Bahía de Txingudi o el laberinto de caminos que comunican sus caseríos. Entre las visitas imprescindibles se encuentran el Palacio de Zuloaga, el castillo de Carlos V (hoy parador nacional), la Casa Casadevante y un largo etcétera que merece al menos un día de visita.
Priego de Córdoba, Córdoba
Uno de los pueblos de la ruta del califato que no hay que perderse. Rodeado de olivos, las calles están llenas de geranios y jazmines que adornan las casas del barrio de la Villa, donde se mezclan su pasado medieval y musulmán. Caminando por sus sinuosas calles blancas se accede a iglesias barrocas, a la Huerta de las Infantas, a las fuentes del Rey y de la Salud... Un buen lugar para perderse sin fecha de regreso.
Cadaqués, Girona
En él viven menos de 3.000 vecinos, pero gracias a Dalí es conocido en medio mundo. Y merece la fama: con aire solitario y tranquilo, sus calles pavimentadas con piedras de la orilla del mar, la bahía, el pequeño faro de cala Nans o la iglesia de Santa María enamoran a los visitantes. Aunque quizá lo mejor sea el ambiente entre romántico y melancólico de un lugar que atrajo no sólo a Dalí, sino también a Picasso, García Lorca, Miró, Marcel Duchamp... Toda una inspiración para quienes tengan alma de artistas.
Valldemossa, Mallorca
Cuando más de un multimillonario se ha decidido por Valldemossa para su segunda residencia teniendo todo el globo terráqueo para elegir, por algo será. Y ese algo son unas cuantas cosas: su ubicación, formando parte del valle de la sierra de la Tramontana; la vegetación sobre la que se levanta, repleta de olivos y almendros; sus empinadas calles estrechas, llenas de encanto; y por supuesto, la Cartuja de Valldemossa, el antiguo monasterio que fue testigo de la historia de amor entre Chopin y George Sand. Otro imprescindible en el ránking de pueblos más bonitos de España.