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‘Sálvame’, ¿el mayor peligro para los niños?

¿Sálvame o no Sálvame? Esa es la cuestión. Telecinco se encuentra en la peor disyuntiva de su historia, seguir las indicaciones de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y modificar la calificación de su programa estrella o continuar como si nada y enfrentarse a la apertura de un expediente sancionar. ¿El problema? Que de hacer caso a la CNMC, Sálvame tendría que dejar de emitirse. ¿Nos acercamos al final de la gallina de los huevos de oro? ¿Deberían clausurar el cortijo de Jorge Javier Vázquez?

  • Los participantes en Salvame han posado para el objetivo de Ouka Leele en su instantánea de aniversario (Mediaset).

Jugar con fuego es un riesgo que, normalmente, termina quemando. Sálvame, el programa más revolucionario, innovador y provocativo de la televisión, un formato propiamente español e imposible de adaptar en cualquier otro ambiente, ha tentado demasiado la suerte. El reality que cada tarde tiene lugar en Telecinco durante cuatro largas horas -con el plus del viernes por la noche- ha vivido al límite, sorteando la normativa de la mejor forma posible y creando un metalenguaje que ha calado tan hondo en la sociedad que ha conseguido traspasar sus fronteras -¿quién no 'se lo ha llevado calentito' en los últimos tiempos?-. Pero la revolución siempre tiene un precio y en este caso ha venido de mano de la CNMC. El programa estrella de Telecinco se enfrenta a su peor momento -más allá de la denuncia del Defensor del menor a Belén Esteban- y tiembla ante la posibilidad de echar el cierre.

¿Estamos preparados para una vida sin Sálvame?

No es la primera vez que el contenido del programa desoye la normativa de protección al menor y se enfrenta a recriminaciones y condenas por parte de los organismos encargados del control televisivo, pero sí es la más grave. La CNMC pide a la cadena que eleve la calificación del programa, que actualmente se emite como 'no recomendado para mayores de siete años', y lo adecue al contenido del espacio, ya que, en caso contrario, incoará un expediente sancionador por infracción grave.

De ceñirse a esta medida, Sálvame ya no podría emitirse en horario superprotegido, que comprende de 17 a 20 horas y, por tanto, estaría condenado a desaparecer. Y sí, la ley es la ley -como tanto nos hemos encargado de repetir últimamente- y está para cumplirla. Pero ¿se aplica igual a todo el mundo? ¿Es igual de exigente en todos los casos? ¿O nos encontramos frente a un ataque directo a un programa que, por lo que parece, molesta?

Si tenemos en cuenta el horario escolar, muchos programas como los informativos no deberían emitirse en el horario super protegido

Si nos ceñimos a las horas en que un menor puede estar en casa y teniendo en cuenta el horario escolar intensivo que ya se aplica en muchas comunidades autónomas -e incluso sin tenerlo en cuenta-, series como Los Simpson -que ahora consideramos inofensivas, pero que empezaron emitiéndose en horario nocturno por su supuesto efecto entre los más jóvenes-, o incluso el propio telediario, deberían encontrarse en una situación parecida a la de Sálvame. Entre las 14 y las 16 horas, dependiendo del canal, asistimos a escenas, comentarios y vídeos nada recomendables para el visionado de los niños, pero en estos casos, no ocurre nada. ¿Por qué el horario superprotegido tan sólo afecta a la tarde, obviando que muchos niños terminan su jornada escolar a mediodía? ¿Por qué es más preocupante que un menor pueda ver a Lydia Lozano llorando y no a centenares de muertos en un atentado islamista o escuche las vejaciones a las que se sometió a la pequeña Assumpta?

Los niños sirven en muchas ocasiones como excusa

Volvemos a trasladar a las cadenas la responsabilidad de los progenitores. ¿Qué hace un niño viendo Sálvame, o cualquier otro programa no dirigido a menores, sin la supervisión de un adulto? ¿Deben ser los programadores de contenidos los que velen por la seguridad de los menores o los propios padres los que controlen qué están viendo sus hijos? No olvidemos que en nombre de los más pequeños tratan de justificarse todo tipo de situaciones, desde la cancelación de programas de televisión a la expulsión de dos hombres por darse un beso en un establecimiento público. Argumentemos y denunciemos lo que consideremos que nos afecta como individuos -y la ley dirá si tenemos o no razón-, pero no nos excusemos detrás de situaciones que no deberían producirse. No pongamos a los niños por delante.

¿Es todo una cortina de humo para que la opinión pública -la que ve la televisión- se aferre a un debate improvisado y deje de pensar en otras cosas?

No parece que Mediaset vaya a dejar perder su formato más rentable y exitoso -los propios colaboradores y presentadores de Sálvame han dejado claro que piensan luchar hasta el final-, y tampoco nos extrañaría que prefiriera asumir las consecuencias del expediente sancionador antes que enfrentarse a una reinvención total de la cadena. Pero ¿no sería más lógico empezar a sentar las bases de una nueva regulación antes de lanzarse directamente al 'y tú más'? ¿Es todo una cortina de humo para que la opinión pública -la que ve la televisión- se aferre a un debate improvisado y deje de pensar en otras cosas? ¿Asistimos a una nueva maniobra de despiste del gobierno? Puede que todo sean coincidencias y fabulaciones, pero tras cinco años de programa, ¿por qué ahora?

Parece que el futuro nos depara una televisión blanca, apta para todos los públicos y dispuesta a perder una gran parte de sus espectadores, que cambiarán, como ya ocurre, los asépticos canales españoles por las apuestas extranjeras vía Internet. Más vale que vayamos mentalizándonos.

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