El pasado domingo y como adelanto del recuerdo de la trágica efemérides, Casimiro García-Abadillo firmaba un artículo de opinión en el diario que dirige para recordar cómo fueron las horas posteriores a la tragedia y repasar cómo se desencadenaron los acontecimientos. Aunque la línea general de "seguir investigando para saber qué pasó" sigue firme en el sucesor de Pedro J. Ramírez, sí parece haber marcado cierta distancia al asumir una parte de los errores cometidos.
"Los que dudamos de esa versión (Al Qaeda se venga de España por su intervención en Irak con un gran atentado), también cometimos errores. Dimos crédito a algunas informaciones faltas de rigor, que sólo tenían como fin confundirnos y llevarnos a un callejón sin salida", explica después de reconocer otras equivocaciones como la actuación del jefe de los Tedax, el análisis erróneo que se hizo del atentado desde Moncloa o el empeño de la Policía por demostrar que las tésis de Fiscalía eran ciertas, "echando tierra sobre fallos imperdonables".
También alude a la labor de los servicios secretos, que "fue crucial para hacer que los que buscábamos honestamente la verdad, pareciéramos una pandilla de iluminados".
Pero a renglón seguido, el espejismo de una disculpa se disipa y García-Abadillo saca pecho del trabajo de su diario en estos últimos diez años. "Cuando repaso las portadas del periódico, debo decir que, con excepciones, hicimos un magnífico trabajo en el que participaron buena parte de nuestros mejores periodistas. Las aportaciones, que luego se incorporaron como hechos probados, ahí están", escribe.
Y por si queda alguna duda, añade que "este artículo no es para pedir disculpas, ni para ponerme medallas, sino para reflexionar sobre lo ocurrido en estos 10 años. Lo importante, insisto, es que los demócratas no aprendimos la lección de la lucha contra ETA. Una fotografía de Aznar y Zapatero, una investigación de la Policía sin contaminación política, podía haber evitado muchas heridas, muchos malentendidos. Las víctimas merecen que seamos menos arrogantes, reconocer que todos cometimos errores", sentencia.
Cabe recordar que en 2009 García-Abadillo escribió el prólogo del libro 'Titadyn', escrito por Antonio Iglesias, una obra que recoge una revisión de los análisis del 11-M con unas conclusiones que contradicen la versión oficial de los explosivos utilizados en el atentado.
Seguirán investigando
En la misma línea de seguir persiguiendo la verdad se muestra el editorial de este martes, en el que se habla de la división en la interpretación de los hechos que provocaron los errores de gestión del Gobierno de Aznar y el aprovechamiento electoral del PSOE. Esto supuso, según el diario, que la investigación policial y judicial estuviera viciada en su origen por esa contaminación política, y que las fuerzas de seguridad y la Fiscalía se empeñaran en poner la conclusión por delante de los hechos: el atentado era islamista, ordenado por Al Qaeda y como represalia por la Guerra de Irak.
"Algunos medios de comunicación compraron esa tesis de forma acrítica e incluso se afanaron en desacreditar lo que otros poníamos de relieve, cuestionando algunos aspectos esenciales de la investigación. Los ataques que ha sufrido El Mundo por no conformarse con la verdad oficial no sólo no nos afectan, sino que nos refuerzan. Hemos sabido reconocer algunos errores, cosa que otros no han hecho. Nuestra intención es seguir indagando en la búsqueda de la verdad, como haríamos con cualquier otro acontecimiento", explican.
Desde el diario recuerdan aquello que tras diez años ha quedado claro, como que los suicidas de Leganés formaron parte del comando que cometió el atentado, que no hubo ninguna participación de ningún partido político en la masacre y que no existió una conjura policial con fines políticos en la realización del atentado. Pero contratacan con esas "zonas oscuras que siguen existiendo": no se sabe quién ordenó la matanza, no se han depurado responsabilidades por los errores en la investigación y "existen dudas razonables sobre la participación de Zougam en los hechos".
Esta misma mañana, el columnista del diario Raúl Pozo comentaba en una tertulia televisiva que cerca de las 10.00 horas de aquel 11 de marzo a él le llamaron para informarle de que los hechos apuntaban a una autoría islamista, algo que contrasta con la tesis defendida por El Mundo durante años.