Los ingleses tienen un concepto para definir a esa gente capaz de cualquier cosa por conseguir atención: “attention whore”. En España el arquetipo sería Leticia Sabater con sus abdominales operados y sus villancicos porno-navideños. En el extranjero podría ser Salt Bae, el cocinero turco que se hizo viral por su forma ridícula de lanzar la sal a la carne y que en la final del Mundial saltó al campo para atosigar a los jugadores argentinos y fingir en Instagram que es colega de Messi.
Salt Bae ensució una celebración de Argentina que empezó en Doha y acabó en el Obelisco con los argentinos demostrando que con el Mundial de Messi la vida ya no tiene sentido. Si los japoneses se quitaban la vida cuando sentían deshonra, ahora hemos descubierto que los argentinos hacen el harakiri con la felicidad. De repente descubren que son campeones del mundo, ya no tienen ninguna meta que perseguir y algo les incita a trepar árboles de doce metros de los que no pueden bajar o a subirse en masa a un tejado hasta que se hunda. Hay hasta uno que se tiró de cabeza desde un puente al autobús de la selección cuando ya había terminado de pasar el puente. Mira que los autobuses son largos y pasan despacio.
A Messi ya lo colocan a la altura de Maradona como mejor futbolista de todos los tiempos, aunque para ser el mayor mito aún le falta engancharse a la cocaína, huir de Nápoles perseguido la Camorra, fingir una falsa rehabilitación en el régimen cubano y pasar sus últimos días alejado de los malos círculos entrenando a los Dorados de Sinaloa. Si a Maradona le hicieron una iglesia, a Messi van a hacerle un billete, el de 1000 pesos, que hoy más o menos da para comprarse un bocadillo y mañana para comprarse medio. Aunque al que deberían poner su cara en un billete es a Cristiano Ronaldo, que ha decidido vivir dos años y medio en Arabia Saudí a cambio de (dicen) 200 millones de euros.
El Mundial de Argentina es una satisfacción doble, primero porque siempre alegra ver a un país pobre llevarse una alegría. Segundo porque nos ha dejado algunos de los memes y vídeos del año, los de los argentinos kamikazes. Aquí unos cuantos.
Y fuera del Mundial: el Sorteo del Gordo, el Líder Supremo de Twitter y la promesa del fútbol americano que tiene entre 12 y 72 años.
