Opinión

Ana Obregón y nuestras contradicciones

Me pregunto por qué ha habido en esta ocasión más revuelo que en otras ocasiones, puesto que no es el primer famoso que recurre a esta técnica para tener un hijo

Quién lo iba a decir, Ana Obregón nos ha hecho pensar y obligado a posicionarnos en relación a una serie de cuestiones éticas y morales: la maternidad o gestación subrogada o por sustitución, la edad hasta la cual una mujer puede o debe ser madre, el cumplimiento de las últimas voluntades de un ser querido o los límites del poder del dinero y del comercio, entre algunas otras directas o indirectas que terminan surgiendo cuando llevamos un tiempo discutiendo sobre aquellas: la adopción, el aborto y hasta la prostitución. Algunos dirán que de estos temas ya habíamos hablado, pero dudo de que se haya hecho con la intensidad de estos días. Es lo que tiene el poder de la televisión: lo que los filósofos no logran, los famosos lo alcanzan.

En primer lugar, me pregunto por qué ha habido en esta ocasión más revuelo que en otras ocasiones (y me refiero a antes incluso de que se supiera que realmente no es su hija sino su nieta), puesto que no es el primer famoso que recurre a esta técnica para tener un hijo. Es probable que sea por la personalidad de la protagonista, por su edad y por las trágicas circunstancias que recientemente atravesó, las cuales precisamente han provocado las que estos días comentamos. Pero ¿es por la edad, por ser mujer o por ambas cosas a la vez, es decir, por ser una mujer de esa edad? Y si hubiera sido un hombre de esa edad, ¿habríamos dicho las mismas cosas y planteado los mismos dilemas? ¿Y qué nos llama más la atención: que el hijo no tendrá padre y madre, que quedará huérfano siendo joven o que la madre (abuela, en este caso) no podrá cuidarlo más que unos años? Pero ¿no hay otros casos en los que estas circunstancias también concurren y jamás los criticaríamos?

Algunos de quienes afirman que las mujeres son libres para decidir sobre sus cuerpos y abortar, les niegan esta libertad si es para ejercer la prostitución o, como en este caso, para alquilar su vientre

Además, me ha llamado la atención el hecho de que, ante los ataques sufridos estos días por Ana Obregón (no me refiero, por tanto, a quienes plantean dudas o razones para oponerse a la gestación subrogada sino a quienes no admiten duda alguna al respecto o responden con insultos obviando la realidad del otro), ninguno de los famosos que utilizaron esta técnica en el pasado y a los que tenemos en mente no hayan dicho esta boca es mía. ¿Se habrían mantenido silentes si el protagonista hubiera sido otra persona e incluso otra persona con otra orientación sexual? ¿No cabía esperar un gesto de solidaridad por parte de ellos? ¿O quizás es que quizás ven correcto su caso pero no el de ella?

¿Qué se ve mal en que una mujer mayor tenga un hijo? ¿El hecho de que apenas lo verá crecer, de que el hijo quedará huérfano pronto o, en el fondo, ninguna de las dos cosas? ¿Nos preocupamos habitualmente tanto por el prójimo como para que nos sintamos ahora profundamente preocupados por el futuro de un niño al que no conocemos? Y quienes se preocupan de las mujeres que voluntariamente se prestan a gestarlo en su vientre a cambio de una suma de dinero, ¿se preocupan de verdad por esas mujeres o es más bien una posición puramente ideológica?

¿Y creen de verdad que se puede acusar de comprar un bebé, explotar a mujeres o ejercer la violencia contra ellas a quienes recurren a esta práctica para cumplir el deseo de ser padres? Por no señalar la más obvia de las contradicciones: algunos de quienes afirman que las mujeres son libres para decidir sobre sus cuerpos y abortar, les niegan esta libertad si es para ejercer la prostitución o, como en este caso, para alquilar su vientre a quienes quieren tener un hijo. Por otro lado, no casa demasiado bien que sea ilegal esta práctica en España con que se pueda sin problema inscribir a los hijos nacidos mediante ella e incluso otorgar ayudas familiares a quienes la emplean; hay, creo, cierta hipocresía política en ello.

Escuchando a Obregón, más bien pretende llenar el vacío dejado por la muerte de su hijo que cumplir sus últimas voluntades. Solo puedo respetarlo, pero dudo que logre su objetivo

Los argumentos escuchados a favor y en contra han sido de todo tipo: buenos, malos y regulares. Uno de los regulares es el que afirma que una madre tiene la obligación moral de cumplir las últimas voluntades verbalizadas por un hijo en su lecho de muerte. Yo más bien creo que depende cuáles, y que no todos los deseos que se nos piden tenemos la obligación de cumplirlos. Obviamente, será una petición a tener en cuenta, pero supongo que también contarán los deseos o las ideas de aquel a quien se le pide cumplirlos, por no hablar de los límites legales. Y por concretar en este caso: ¿era el deseo del joven fallecido ser padre una vez muerto y que del hijo se hiciera cargo su madre? ¿Y qué opinión tiene el padre? ¿Es relevante lo que él diga? Escuchando a Obregón, más bien pretende llenar el vacío dejado por la muerte de su hijo que cumplir sus últimas voluntades. Solo puedo respetarlo, pero dudo que logre su objetivo.

No pretendo que no opine quien considere ni que todas las razones dadas sean equilibradas y libres de sentimentalismo: al fin y al cabo, opinamos según nuestras experiencias y nuestras circunstancias personales y, en general, hacemos lo que buenamente podemos. Sí es conveniente ser riguroso en lo que se plantea, pensar al menos en la realidad del otro e intentar ponernos en su lugar, en lugar de insultarlo. Por lo que a mí respecta, no deja de ser mi opinión una más entre las muchas que pueden darse: con todas las dudas, dilemas éticos y límites legales, soy razonablemente favorable a la gestación subrogada.  

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