Opinión

Ayuso ganará y gobernará Sánchez

Sánchez se apunta ya a su victoria en el 27 mientras en el PP se rinden al esloga de que la Legislatura se extinguirá sin contratiempos

  • Ayuso y Feijóo: las dudas de la derecha -

“Va a por la Corona y a montar un modelo que no nos ha contado”. Tomás Gómez no ha recuperado todavía su colección de miniaturas de vespas que tenía en el despacho. Pedro Sánchez, en su primera reencarnación al frente del PSOE (antes de que lo echaran por el pucherazo fallido en Ferraz) ordenó el asalto de sus dependencias, le cambió la cerradura y lo arrojó a las tinieblas del ostracismo como un apestado. “En Parla, me escupía la gente por la calle”. Luego se demostró que lo de la estafa del tranvía era un bulo, un invento de la fábrica del fango de Sánchez, ya por entonces en su fase incipiente. “En toda fechoría pone sus manos”. Séneca

Gómez dejó la política, colabora en prensa y da clases en la Universidad. Es uno de los mayores conocedores del sanchismo y alrededores. Ni está obsesionado con su verdugo ni alienta ánimo de venganza. Tan sólo, cuando le convoca algún medio, explica con prudencia lo que sabe. En El Mundo, advertía sobre uno de los aspectos que apenas se trataron en la orgía sevillana del elogio del latrocinio. El arrinconamiento de la Corona hasta su extinción y sustituirla por ese formato ortopédico de la España plurinacional, un sudoku de gerifaltes de antaño, apenas planeó por el concilio. Proteger a Begoña, travestida en lady Gagá, y atacar a los jueces ultras reclamaron la máxima atención de la fiesta.

Allí estará de nuevo, encabezando las papeletas de su partido, dispuesto a eternizarse. Al menos, hasta 2031, para festejar como corresponde el centenario de la II República y quien sabe si el advenimiento de la III

Sánchez no tiene prisa en poner en marcha su plan de extirpación de la Monarquía de nuestro edificio constitucional. Con esa firmeza de quienes mezclan sus convicciones con sus obsesiones, avanzó el domingo  que la presente legislatura llegará a su fin, que se cerrará en 2027 y que, en contra de lo que tantos anuncian, allí estará de nuevo, encabezando las papeletas de su partido, dispuesto a eternizarse. Al menos, hasta 2031, para festejar como corresponde el centenario de la II República y quien sabe si el advenimiento de la III. 

Dado que es un sentimental irremediable, como se comprobó en su retiro amoroso de cinco días, celebrará antes, con una victoria apoteósica, su décimo aniversario como secretario general de la pandilla. “Tengo más fuerza y más ganas que nunca”. “Volveremos a ganar las elecciones municipales, autonómicas y generales”, aventuró a su dócil grey este domingo. Lo de ‘volver’ era una exagerada licencia pues ni ganó las autonómicas de mayo ni las generales de julio del pasado año. 

Ni se habló de la república, ni se mencionó la corrupción, ni se pronunció el nombre de Aldama, ni el de Koldo, ni el de Ábalos, ni el de Barrabés. Los siete mil cofrades de Sevilla berreaban con estruendo cada vez que se pronunciaba la palabra ‘ultraderecha’, ‘bulo’, ‘acoso y derribo’, ‘cacería’, ‘mentiras en sede judicial’ y demás variantes del estridente victimismo aireado desde un partido declinante, que tiembla ante los fantasmas de la corrupción que emergen en los medios cada mañana. A pesar de este griterío inconsútil, de estos coros distorsionados, los tribunales siguen quedamente con su labor. Este mes está previsto un apasionante peregrinar de imputados y sospechosos por diferentes juzgados. Así Ábalos, Aldama y Koldo lo harán el 12, 16 y 17 del presente ante el Supremo. Begoña y Juanjo Güemes (del Instituto de Empresa de Diego del Alcázar, el promotor del Africa Center) lo harán el 18. Cristina Álvarez, la funcionaria de Moncloa que ejercía de mano derecha para todo de la imputada, el 20. Fun, fun, fun…unas vísperas navideñas algo agitadas para la famiglia. En enero redondea el paseíllo el hermanísimo de la batuta, David Azagra, residente en Badajoz (provincia de Portugal, al parecer), a quien la juez Beatriz Biedma tiene muchas ganas de trasladarle algunas preguntas.

“¿Todos los jueces son fachas?, decía alguno. ¿Por qué tenemos que defender lo de Begoña, que es un cante?, apuntaban otros. Cunde el desconcierto, la inquietud y hasta el pánico

En las madrugadas del cónclave sevillano se escuchaban algunas voces dolientes sobre ese desfile incesante 'de tantos de los nuestros' por los juzgados. “¿Acaso todos los jueces son fachas?", se preguntaban unos. "¿Por qué tenemos que defender lo de Begoña, que es un cante?", apuntaban otros. Cunde el desconcierto, la inquietud y hasta el pánico. Nadie sabe lo que saldrá de las cintas de Ábalos, de las pruebas de Aldama -que no es un 'pequeño Nicolás', como decían los Bolaños- o de los volcados de móviles que practica afanosamente estos días la Guardia Civil. 

Sánchez llegará hasta el 27. ¿Alguien lo duda? Hasta Feijóo se ha subido a este eslogan en forma vertiginosa y sorprendente. Alguien en Génova debería revisar los mensajes de su líder porque a veces se contradice y hasta produce mareo. En siete días se pasó del “déjalo ya” al “aguanta, aguanta” referido al jefe del Ejecutivo. Casi siete de cada diez españoles piensan que este Gobierno desmadejado, inepto y gandul no cumplirá la legislatura pero en la cúpula del PP se da ya todo por perdido y se preparan  los comicios autonómicos del 26 (CyL serán los primeros) y las generales del 27. ¿Y mientras tanto?

Los liliputienses periféricos no osarán destronarlo para poner en su puesto al ambiguo Feijóo, esa incertidumbre con patas, esa voluntad indescifrable. Tan sólo algún repentino terremoto emanado desde la familia de las togas podría dar un vuelco a la situación

Sabido es que el caudillo del progreso afila su guadaña para consumar una cruenta escabechina en algunas demarcaciones. Empezó con Madrid, con el bobales Lobato y seguirá con Andalucía, Castilla la Vieja, Aragón…Arrebatado de una glotonería insaciable, el tótem del socialismo planetario, cincelador de castigos inclemente, pretende recuperar poder territorial como palanca imprescindible para asegurarse su continuidad en la Moncloa. Cumplir la legislatura se antoja objetivo ‘muy asequible’, como dicen algunos mendrugos del periodismo deportivo. Los liliputienses periféricos no osarán destronarlo para poner en su puesto al ambiguo Feijóo, esa incertidumbre con patas, esa voluntad indescifrable. Tan sólo un repentino terremoto emanado desde el clan las togas podría dar un vuelco a la situación y llevarse al sanchismo entero por delante. “Hay tantas cosas que se creen que nunca y luego llegan”. Dijo Sarmiento.

Los espíritus más escépticos del PP apuntan a que, con el actual candidato, será imposible recuperar el poder. Es preciso un cambio de cartel. Coinciden, naturalmente, en Isabel Díaz Ayuso, que acaba de apuntarse otra muesca en la culata de su pistolón al mandar a Lobato al rincón de los juguetes rotos. Junto a Gabilóndez, a Pabloiglesias, a Médica y madre... Asevera Tomás Gómez que Ayuso es excelente para Madrid, para Castilla y León y un poco para Andalucía, pero no para una victoria clara en toda España. Una teoría que las encuestas desmienten.

Recuperar voto de izquierdas en Valencia

Los estrategas de Ferraz, con un Cerdán políticamente cojitranco por las revelaciones del conseguidor Aldama (15.000 euros en el listín de Aldama), confían en que sus cambios autonómicos arrebatarán poder a la oposición y confirmarán su victoria del 27. “Si nos mantenemos por encima del 30 por ciento tenemos la victoria hecha”, argumentan. Cierto que ahora las encuestas les conceden este porcentaje. Incluso con la caída de Sumar no tendrían problema en repetir mayoría parlamentaria con el apoyo de los buitres vascos y catalanes. Llevados incluso de un optimismo sin contraste empírico, acarician sumar el 35 por ciento, con un desplome de los populares en Comunidad Valencia luego de la catástrofe de la Dana y una repesca de voto perdido en Aragón, Baleares y Extremadura.

Demasiado optimismo si se piensa en que sus affiches regionales estarán ocupados por semovientes tan de tercera como Óscar López de paracaidista faltón para Madrid (a Ayuso le durará en pie minuto y medio), Pilar Alegría (la ignorancia rubia) o Diana Morant (verdadera nulidad con flequillo trekkie)

O sea, como  piensan los espíritus más descreídos de la zona de la derecha (“listo para morir, lamiéndome con gozo las heridas”), en las generales ganaría Ayuso, caso de presentarse, pero gobernaría, de nuevo, Sánchez. Nada es irremediable, todo puede enmendarse. El determinismo pesimista es mala norma en política, en especial si se está en la oposición. Si Europa ha girado a las posturas conservadoras, ¿por qué España no? La respuesta estaría en lo de Quintiliano: “Nadie está mal por mucho tiempo salvo por su culpa”.

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