El pasado lunes, en plena resaca del congreso del PSOE, el cáustico tuitero Flugbeiler escribía en X un mensaje tan corto como contundente: "Recordatorio: en España solo la izquierda puede ser de derechas". Lo ilustraba enlazando una noticia con el siguiente titular: "El PSOE aprueba una enmienda para eliminar las siglas 'Q+' de LGTBI en su ideario". Si esto mismo lo hubieran anunciado Vox o el Partido Popular hace tres meses, el denso bloque de políticos y periodistas progresistas les hubieran tachado de rancios, machistas y tránsfobos. Más allá de que estemos o no de acuerdo con la decisión, nos recuerda una tendencia de décadas por la que al PSOE se le permite adoptar -entre gran algarabía victoriosa- cualquier posición política que la derecha española tenga prohibida. Como si las medidas no tuviesen valor por su contenido, sino solo por quién las defiende.
El ejemplo más evidente es la guerra sucia contra ETA, en los años ochenta y noventa. Si la hubiera diseñado y gestionado Manuel Fraga, lo habría pagado con su carrera política. Como fue cosa del PSOE, se zanjó con un breve periodo de cárcel para Rafael Vera y José Barrionuevo. En 1998 entraron en prisión de Guadalajara entre aplausos, un poco como Griñán y Chaves en el congreso sevillano del PSOE. La vida sigue igual. Se ha acusado muchas veces a Donald Trump de no reconocer nunca un error o una derrota, pero nadie ha llegado a los niveles de desparpajo del PSOE, que sabe perfectamente que reconocer en público la más mínima corrupción rompería su romance con unos votantes que les ven como faro moral de integridad
Cordones sanitario para los demás
En verano de 2018, la llamada ultraderecha alemana felicitó en público a los socialistas españoles por la dureza de sus políticas migratoria. Alternativa por Alemania (AfD) consideró que la devolución en caliente ordenada por Fernando Grande-Marlaska el 22 de agosto en Ceuta fue un ejemplo para toda Europa: “España nos muestra el camino. 116 delincuentes africanos expulsados de inmediato”, decía una pancarta sostenida por Alice Weidel, líder de la pujante formación. El PSOE y únicamente el PSOE puede aplicar políticas que si las hiciera Vox supondrían una condena al cordón sanitario. El truco es nunca pedir disculpas y apostar por ministros gays, a los que cuesta más llamar "fascistas".
Pedro Sánchez ve compatible tener las cotas de pobreza infantil más altas de la Unión Europea y presumir de ser "el gobierno más social de la historia"
Por supuesto, Pedro Sánchez es un gran líder social que acaba de prometer la creación de un Instituto Público de la Vivienda. Si hubiera anunciado lo mismo Jorge Buxadé, con las mismas palabras letra por letra, se le habría acusado de franquista, nostálgico y falangista, un vestigio del pasado que no tiene cabida en la política española de 2024. El felipismo precarizó nuestro mercado laboral, deteriorando las condiciones de vida de los trabajadores a niveles por debajo de las de la dictadura. Hoy podemos tener las cotas de pobreza infantil más altas de la Unión Europea y al mismo tiempo presumir de contar con "el gobierno más social de nuestra historia". Igual que el Real Madrid es capaz de hacer magia en Champions, el PSOE consigue hazañas inexplicables en la política española. El problema es que no se atisba manera de terminar con este doble rasero, tan deprimente como eficaz.
claudio_
04/12/2024 05:45
José María Aznar indultó la víspera de la Navidad de 1998 a 10 de los 12 condenados por el secuestro de Segundo Marey en 1983. Entre los favorecidos con esta medida estaban el exministro del Interior José Barrionuevo y el exsecretario de Estado para la Seguridad Rafael Vera. Ambos llevaban apenas tres meses y medio en la cárcel y también fueron perdonados con el beneplácito del Supremo, que les había condenado a 10 años de prisión. Fue el propio tribunal el que propuso que la medida de gracia fuera parcial, de dos tercios de la pena, lo que en la práctica supuso su salida de prisión al concedérseles el tercer grado. El Consejo de Ministros justificó su decisión en el “respeto” a la opinión del tribunal, que alegó que había transcurrido mucho tiempo, 15 años, desde que se cometieron los delitos, que los autores no actuaron “con fines de carácter personal o egoísta” y que no iban a reincidir.