Me sobran cartas con balas y me faltan más ayusadas que pongan algo de humor a cualquier campaña electoral que se precie, y más en un contexto de más de 365 días en los que hemos anunciado un goteo constante de muertes por covid. Meteduras de pata, anécdotas, ocurrencias, ayusadas que sirvan para hacer las escasas contracrónicas que se pueden hacer con lo que nos está dejando la carrera por conquistar Madrid para los próximos dos años. Luego, nuevamente elecciones en la Comunidad.
Una campaña como nunca se ha visto que nos está dejando, en sólo cinco días, envío de cartas envenenadas a personalidades políticas del más alto nivel, cartas con balas dirigidas a Pablo Iglesias, María Gámez, Grande Marlaska y los últimos José Luís Rodríguez Zapatero y la misma Isabel Díaz Ayuso sumado a la carta con una navaja dirigida a Reyes Maroto. Estos envíos de misivas hacen de ésta una campaña centrada en la amenaza, el odio, la violencia y la crispación. Nuevamente una campaña de bandos, de la derecha contra la izquierda, de rojos contra azules, matando al centro. Pocos proyectos y mucha hostilidad. Nada nuevo, bueno sí, no había habido jamás en una campaña en España tantas cartas amenazantes concentradas en tan poco espacio de tiempo y tan poco espacio para centrar el debate político en lo que realmente es importante, en la gestión de la vida pública: educación, sanidad, empleo, innovación, ciencia, cultura…
Libertad y convivencia
Cartas envenenadas que lo único que merecen es una condena unánime por parte de todos, sin titubeos, vayan dirigidas a la derecha o a la izquierda. Denuncia ante la policía e investigación, es lo único que cabe en democracia, amén de protección a los amenazados, todo ello sumado a bajar las dosis de crispación convendrían para poder ofrecer al ciudadano madrileño propuestas de recuperación parael próximo bienio. Simple y complejo a la vez conseguir que nos expliquen los candidatos a qué van a dedicar su tiempo de servicio al ciudadano si ganan o si tienen la llave para gobernar. Estas cartas rebosantes de odio sirven para demostrar que estamos frente a una situación insostenible de crispación política a la que unos más que otros han contribuido, por ejemplo Vox. Si siembras odio recoges odio, recoges falta de convivencia y de la tan preciada libertad que defiende Isabel Díaz Ayuso. Estamos viviendo una campaña tóxica, infumable a juzgar por las dosis de violencia diaria que trascienden.
Apelar al sentimiento
Libertad en Madrid no es no encontrarte a tu ex como nos dice Ayuso, ocurrencia que sirve para echar unas risas –que falta nos hacen- y para la crónica de humor en campaña. Además, Ayuso consigue con eso, como con lo de las cañas, meterse en el bolsillo a unos cuantos ciudadanos más. Eso no es libertad, eso es sentirse libre y cierto es que en Madrid uno se siente libre para hacer lo que a uno le dé la gana, dentro de la legalidad vigente claro está. Pero el ciudadano de a pie no va con la Constitución bajo el brazo, no hace falta. Libertad es democracia, libertad es poder decir lo que uno piensa sin insultar y sin ser amenazado, libertad es confrontar opiniones no imponerlas, pero también es ir por la calle sin sentirte amenazada por ser mujer, libertad es un valor de nuestra democracia. Una cosa es el valor de la libertad que va ligado a la democracia y otra el sentimiento, que es a lo que apela Ayuso. Cuídense, con mascarilla siempre.