Opinión

Casado y el manual de resistencia de Sánchez

Con unas elecciones tempranas, ya sean en otoño o primavera, Casado correría el riesgo de tener que hacerse cargo del Gobierno en los peores momentos

  • El presidente del PP, Pablo Casado, interviene en un acto de precampaña en Galicia.

Corren por los mentideros de la Villa todo tipo de rumores sobre la fecha de las próximas elecciones, y todos ellos estupendamente argumentados y repletos de lógica política y económica. Unos apuestan por el otoño de este año, otros por el comienzo del año que viene, y algunos otros incluso se aventuran a apostar por la primavera del 2022.

Y todos ellos olvidan algo importante, Pedro Sánchez nunca ha dimitido de ningún lado, ni siquiera cuando fue delegado de su clase en el instituto Ramiro de Maeztu. Insisto nunca.

Por muchas y poderosas que sean esas razones que se esgrimen en esos cenáculos madrileños, Sánchez va a agotar la legislatura aunque le vaya su propia supervivencia en ello, no en vano ha construido todo un relato místico en torno a la idea de resistencia, y estoy seguro que lo mantendrá hasta el final. Lo que sucede es que esa resistencia numantina puede tener esta vez un beneficio inesperado, que no es otro que Pablo Casado, y voy a tratar de explicarme.

La herencia que recibió no fue precisamente la de un partido sólido, sino una organización desfondada, agonizante, con serios problemas de tesorería y una reputación por los suelos

No lo ha tenido nada fácil Casado desde su llegada a la presidencia del Partido Popular, y no solo me refiero a las durísimas primarias en las que se alzó con la victoria contra pronóstico y enfrentándose a dos rivales en principio mejor posicionados que él mismo. La herencia que recibió no fue precisamente la de un partido sólido, sino una organización desfondada, agonizante, con serios problemas de tesorería y una reputación por los suelos.

Los partidos políticos son animalitos muy complejos, y para reconstruir un partido como el PP no basta con conseguir montar listas al Congreso y al Senado más o menos apañadas, sino que pasa fundamentalmente por volver a poner en pie una organización territorial que si bien en su día fue todo un ejemplo de eficacia, en el momento de la dimisión de Mariano Rajoy no era sino una triste sombra de esos pasados días de gloria.

Necesita tiempo

Casado y su equipo necesitan tiempo para reconstruirse, y eso es precisamente lo que les están aportando Sánchez y su resistencia: Todo el tiempo del mundo, un tiempo, además, tremendamente valioso porque va a coincidir con los peores meses de la crisis económica que tras el coronavirus ya tenemos encima.

Con unas elecciones tempranas ya sean en otoño o primavera, Casado correría el riesgo de tener que hacerse cargo del Gobierno en los peores momentos de esa crisis y además con su partido a medio reconstruir, por lo que en estos momentos su mejor aliado no se otro que Pedro Sánchez parapetado en su ya famoso manual de resistencia.

Por tanto, si yo estuviera en su pellejo mantendría a Sánchez y a su gobierno entre algodones para que los socialistas tengan que merendarse la gestión de la crisis económica post covid, incluyendo un otoño que ya se adivina caliente en las calles de nuestro país.

De esta forma la resistencia de Sánchez puede convertirse curiosamente en el mejor aliado para que el PP llegue a las elecciones en plena forma. Y tiene toda la pinta de que así será.

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