Opinión

La causa palestina saluda al mundo

El lunes pasado todos sabíamos lo que había hecho Hamás. Sorprendió la magnitud del ataque pero no los efectos ni los medios, porque ya lo habíamos visto antes. El objetivo de Hamás -y de una cantidad de palestinos demasiado incómoda

  • Imagen de la manifestación propalestina en Madrid a la que han acudido miembros de Unidas Podemos y Sumar -

El lunes pasado todos sabíamos lo que había hecho Hamás. Sorprendió la magnitud del ataque pero no los efectos ni los medios, porque ya lo habíamos visto antes. El objetivo de Hamás -y de una cantidad de palestinos demasiado incómoda como para que los occidentales lo reconozcamos abiertamente- es la destrucción de Israel y de los judíos. Si asesinando a 5.000 judíos pudieran conseguir un acuerdo político favorable, lo rechazarían; irían a por los 6.000. 

El ataque perpetrado por el Gobierno de Gaza -también nos resulta demasiado incómodo reconocer y recordar que Hamás gobierna Gaza- no se llevó a cabo pensando en futuras negociaciones, en conseguir una ventaja diplomática ni en anular objetivos estratégicos de los israelíes. Fue un acto de terrorismo absoluto, radical. No hay muchos casos así en la historia reciente. No fueron asesinatos, violaciones, secuestros y vejaciones perpetrados en el transcurso de una operación militar. No fueron excesos cometidos por el contexto bélico. La operación consistió precisamente en asesinar, violar, secuestrar y humillar a cientos de judíos, en retransmitirlo al mundo y en cantar y reír mientras se llevaba a cabo.

Lo de Palestina, por desgracia para nuestros vergonzantes amantes del terrorismo, no son crímenes de guerra ni daños colaterales. Los crímenes de guerra se intentan ocultar. Los daños colaterales se intentan evitar. Para la resistencia palestina secuestrar ancianas, asesinar a civiles, masacrar bebés y destrozar física y psicológicamente a familias judías no es sólo algo posible; es esencial. La excepción palestina lleva décadas saludando al mundo, y el mundo lleva décadas devolviendo el saludo. 

Nuestro país lidera el ranking de efusividad en la respuesta a los terroristas. Arnaldo Otegi es uno de los españoles que mejor pueden apreciar y admirar la obra de Hamás. Su análisis no sorprendió. Existe un “conflicto político sin resolver”, y mientras no se resuelva “estas cosas” seguirán pasando. Enrique Santiago, líder del Partido Comunista de España y abogado de las FARC, también estuvo a la altura: “no sé lo que es un grupo terrorista”. Newtral, organización verificadora que practica la lucha periodística, acudió fiel a su cita y definió a Hamás como un “grupo militar palestino”. 

Sería normal -todas las sociedades cuentan con un nutrido número de indeseables- si no fuera porque los peores de entre nosotros están en todas nuestras instituciones

Desde el momento en que comenzaron a aparecer imágenes del terror sabíamos lo que vendría después, porque ya lo habíamos visto antes. Sumar, Izquierda Unida, Podemos, Bildu, la Cup, Arran, y quién sabe cuántas personalidades del mundo de la cultura, de la política y de la academia fueron claros y rápidos en sus declaraciones: viva la resistencia palestina. 

El contexto, como repiten estos días, es importante. El contexto es que las declaraciones se producen inmediatamente después de la incursión de terroristas de Hamás en territorio israelí. Ven todo lo que han hecho y los peores de entre nosotros escriben “Viva Palestina”.

Sería normal -todas las sociedades cuentan con un nutrido número de indeseables- si no fuera porque los peores de entre nosotros están en todas nuestras instituciones. Hemos visto actos horribles por todo el mundo. El BLM -”Las vidas de los negros importan”- homenajeando a los terroristas aerotransportados; simpatizantes palestinos en Sídney, Londres, NY en manifestaciones de apoyo al terror, burlas frente a manifestantes israelíes, incluso exhibición de fotos de las masacres y cánticos como “Gasead a todos los judíos”. En España también lo hemos visto. El lunes, ya con todas las imágenes y todos los datos debidamente procesados, se congregaron cientos de personas en Madrid, en la Puerta del Sol, para gritar “Desde el río hasta el mar Palestina vencerá” y “Que viva la lucha del pueblo palestino”. La lucha estaba consistiendo en terroristas cayendo sobre multitudes de civiles para masacrarlos, profanaciones, secuestros, asesinatos en masa, y un elemento que elevaba el grado de barbarie: la lucha también consistía en mostrar a los familiares, al mundo y a Israel esas acciones de resistencia. Nadie podía decir que no sabía qué defendía cuando gritaba el lunes “Viva la lucha del pueblo palestino”. Estaba defendiendo todo eso. Por eso en Sol había, además de la palestina, banderas comunistas. Por eso había representantes de Podemos, de Izquierda Unida y de Sumar. Porque es lo que siempre han defendido. 

Para la izquierda radical española, la que va a la raíz y viene de la raíz, violar a mujeres israelíes no es algo inaceptable, sino resistencia legítima

Nos gobierna la escoria política y moral. No sólo se presentan a las elecciones, sino que las ganan y acceden a puestos públicos. Dirigen observatorios de delitos de odio, periódicos, secretarías de Estado, universidades, ministerios. Defienden las dictaduras, el terrorismo y el asesinato en masa, y nunca lo han ocultado. El PSOE por su parte no sabe dónde meterse y se ha pasado toda la semana evitando salir en la foto internacional. Mientras los principales gobiernos europeos se han mostrado contundentes frente al terror, el nuestro se ha mostrado contundente frente a la oposición. El Gobierno progresista depende de que toda esta escoria no se ofenda. Y esta escoria se ofende cuando alguien insinúa que apoyan a terroristas. Se ofenden, de hecho, cuando alguien afirma que los terroristas son terroristas. 

Para la izquierda radical española, la que va a la raíz y viene de la raíz, violar a mujeres israelíes no es algo inaceptable, sino resistencia legítima. Para la izquierda radical vasca, secuestrar y asesinar no es terrorismo, sino resistencia legítima. Para la izquierda radical catalana, exhibir cadáveres, vejarlos públicamente y dejar que los palestinos participen no es barbarie, sino resistencia legítima.

Gente de buena voluntad sigue empeñándose en desligar el abismo moral que exhiben nuestros políticos de su causa principal: se han formado en la izquierda radical y ahora repiten todas las consignas que aprendieron de jóvenes. Lo único que ha cambiado es que ya no son extrema izquierda, no están en los márgenes de la sociedad. Nos representan. Están en el centro. El PSOE los ha colocado ahí.

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